Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Miguel Ángel Granados Chapa

Plaza Pública

  Extraordinario  


Como en años anteriores, desde que el PRI perdió el control de la Cámara de Diputados, las decisiones legislativas sobre el paquete fiscal (leyes impositivas y presupuesto de egresos) se adoptarán en un periodo extraordinario. No es la situación ideal, pero se incurre en catastrofismo al soslayar que se trata de una posibilidad prevista en la Constitución. En todo el mundo las discusiones tributarias implican desacuerdos profundos, acaso porque la verdadera política se condensa en esa cuestión, en determinar de dónde se obtienen los recursos públicos y a qué fines se orientan. En otros países, aunque sea anómalo, no causa desastres el que se extienda la vigencia del presupuesto por falta de acuerdos entre los legisladores. Al presidente Clinton le ocurrió al final de su segundo cuatrienio.

Durante el periodo extraordinario se mostrará una nueva composición de las fuerzas presentes en San Lázaro. Aparecerá, por un lado, la corriente elbista, que ya no monopolizará la buena relación del PRI con Acción Nacional, porque la practicará también el nuevo coordinador Emilio Chuayffet. De modo que quien haga cuentas sobre el poder de una fracción elbiazul, que careció de fuerza para llevar adelante su propia propuesta (que no era ya del presidente Fox, algo de lo que él no se ha enterado), probablemente sufrirá un chasco. Por un lado, porque la dupla Madrazo-Chuayffet buscará activamente restaurar la relación del PRI con el gobierno, su partido y los grupos directores de la economía privada. Y, por otro lado, porque la mecánica legislativa achicará paulatinamente la presencia gordillista en San Lázaro (lo que no significa que lo mismo ocurra en el más dilatado espacio del priísmo nacional).

En el fragoroso final del periodo ordinario se mezclaron dos asuntos: la discusión fiscal y la división interna en la bancada priísta. Resuelta esta segunda cuestión (aunque esté en curso una impugnación legal a la elección de Chuayffet), el primer tema adquiere nuevos perfiles. No nos asombre que la fracción priísta que tan ácida y espectacularmente se opuso a eliminar la tasa cero en alimentos y fármacos termine aceptando una modificación a ese régimen. No anuncio que ocurrirá (ya que lo más probable es que se imponga el realismo conformista y se mantenga el IVA en sus actuales términos), pero ahora dentro del PRI la objeción al IVA propuesto por el Ejecutivo puede ser discutida en un marco puramente tributario, sin la carga sicopolítica que implicaba discutir al mismo tiempo la alianza entre Gordillo y Fox; es decir ahora las modificaciones pueden ser analizadas en sus propios méritos.

Eso podría significar una reorientación de la mayoría chuayffetista. Su aproximación al PRD, la victoria conjunta que alcanzaron los dos grupos, fue puramente coyuntural, porque a los adversarios de Gordillo les resultaba útil. Pero ese momento ya pasó. Como se ha probado especialmente en el último decenio, es mucho más lo que une al PRI y al PAN que lo que los separa, y su inclinación a actuar juntos requiere escasos incentivos para actualizarse. En cambio, el fondo y la forma de las propuestas perredistas riñen con el pragmatismo priísta, que lo emparienta con Acción Nacional. Dicho de otro modo, a Madrazo (y en la Cámara a Chuayffet) no les agravia la cercanía con Fox y su partido, sino el no ser ellos quienes la practiquen. De ser verdad que la cúpula empresarial se irritó con el líder nacional priísta por sus engaños y falta de compromiso, veremos cómo Madrazo se afanará en reconquistar esa relación (en la que Gordillo tiene buen camino andado).

Dentro de la Cámara, el gordillismo quedará varado. Al menos lo estará en términos estrictamente legislativos. Ya se vio al integrarse la representación priísta en la Comisión Permanente. Y se verá, en el extraordinario mismo, y con mayor nitidez cuando en marzo se reanuden las sesiones ordinarias, cómo la presencia gordillista se atenuará día con día: los oradores que expongan la posición de la bancada en cada asunto, los que formulen en tribuna iniciativas o propuestas de punto de acuerdo, aun los que evoquen sucesos y personas en las efemérides, corresponderán al chuayffetismo. Y habrá también recomposición de las comisiones, cuya integración es aprobada por el pleno de la Cámara pero a partir de decisiones del grupo parlamentario respectivo. ¿Creen ustedes, por ejemplo, que el diputado que acusó de golpista a Chuayffet, el que legalmente no lo reconoce como su coordinador, es decir Miguel Ángel Yunes, prevalecerá como presidente de la crucial Comisión de Puntos Constitucionales?

Por lo pronto, se relajará el lazo que unió a la fracción del PRD con el chuayffetismo. La propuesta fiscal perredista descansa ampliamente en demandar acciones al Ejecutivo que éste alega no estar en condiciones de practicar. El erario no admite su ineficacia y por lo tanto rehúsa fundar la expectativa de nuevos ingresos en una mejor cobranza, y también se resiste a la austeridad. Como partido gobernante que fue durante décadas, como ejercedores de mando político en sus estados, Madrazo y Chuayffet están más cerca de la idiosincrasia del actual gobierno, que se parece tanto al antiguo, que al PRD.

Convocada ya la Convención Nacional Hacendaria, pareció estéril el afán de promover una reforma fiscal a fondo. Por eso es que nadie la propuso, aunque la propaganda triunfante insista en lo contrario y en declararla antipatrióticamente derrotada. Lo menos inconveniente será esta vez no menealle.

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