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Silvestre Pacheco León

CRONICA MUNICIPALISTA

 * Semana santa, entre el calor y la sed

 El por qué la Semana Santa puede cambiar de un mes a otro cada determinado número de años, es un asunto vedado para el común de los mortales. Quienes han intentado dar una respuesta satisfactoria al hecho acuden al socorrido expediente del determinante interés comercial, lo que explicaría que la fecha escogida para festejar esos días santos, fuera acompañada del mejor clima y del más generoso sol para todos los que buscan el calor que no tienen en sus ciudades.

Lo cierto es que ahora se vive el mejor clima en Zihuatanejo, con un sol radiante que invita al chapuzón para refrescarse con las aguas que han dejado de ser cálidas, invadidas por una corriente fría que no es, seguramente, de los miles de iceberg en que se transformaron los 720 mil millones de toneladas de hielo, del desprendimiento de 3 mil 250 kilómetros de la plataforma glaciar en la antártica, fenómeno provocado por el calentamiento climático.

Y si ese hecho no mereció una sola línea de tantos discursos que se pronunciaron en la cumbre de Monterrey para no molestar a Bush, presidente del país que más influye en el efecto invernadero, menos interesará a los visitantes tomarlo en cuenta para estos días que no son precisamente de reflexión, porque si de eso se tratara, en Zihuatanejo hay asuntos mil para ocuparnos. Como muestra está el caso patético de la administración del agua entubada, que no potable, distribuida por la empresa paramunicipal.

No se sabe si en toda la ciudad pasa lo mismo pero la verdad es que en la parte baja, en estos días santos se están produciendo estragos en la red hidráulica debido a la enorme presión con la que el agua llega. A las fugas ancestrales ahora se suman otras nuevas que están apareciendo en las calles pavimentadas. Es un verdadero crimen tanto el desperdicio del agua como la destrucción del concreto para localizar y luego mal reparar las fugas de agua que así se convierten en cuento de nunca acabar para las brigadas de trabajadores, tan numerosas como ineficientes.

Pero quizá eso sea parte de la política diseñada para justificar la privatización del servicio, muy a tono con la doctrina neoliberal que tanto alienta el gobierno estadunidense.

Otro asunto, no de menor importancia, porque tiene que ver con la política y el futuro gobierno municipal, es la elección interna del PRD para el relevo de sus cuadros de dirección.

Este movimiento de tipo estratégico encaminado a la conquista del poder municipal, está repercutiendo de tal forma y con tanta intensidad, al interior del principal partido de oposición y ante la opinión pública local, que va restándole prestigio al partido del sol azteca frente al ánimo de los ciudadanos. Claro que los errores del PRD frente al desprestigio del partido oficial son pocos, pero el desaseo electoral, los golpes bajos, y en general, toda la política de desprestigio que los propios militantes perredistas se han encargado de promover dentro de su partido, coincidiendo con la bien calculada campaña que el propio PRI, a través de sus personeros, desarrolla, no deja todo eso de influir negativamente.

Pero, insisto, si hemos de ser consecuentes con esa franja de mexicanos que aprovechan estos días santos, más que en la reflexión, en la distracción, dejemos que las preocupaciones locales sean para el consumo de los próximos días, cuando menos ocupados estemos. Ahora se trata de concentrarnos en la atención de los visitantes.

Todo sea por la estadía placentera de los vacacionistas en esta parte del Pacífico mexicano donde encontrarán a miles de personas ávidas de turistas a quienes atender con lo mejor que se tiene.

El guachinango es abundante en estos días y los refrigeradores se encuentran al tope de esta carne para la vigilia. Los pescadores del puerto reciben por kilo de guachinango de platillo casi 30 pesos de los acaparadores, y éstos lo entregan a los restaurantes a 70 pesos, de modo que cualquiera puede disfrutar de una comida, con el mejor pescado, en cualesquiera de sus múltiples preparaciones a un precio que no rebasa los 120 pesos en un buen restaurante.

No está de más en estos días de la semana mayor, insistir ante los miles de católicos que dejan de consumir carnes rojas para cumplir con el rito, que la tortuga no es considerada pescado, aunque su vida sea del mar, de tal modo que es doblemente prohibido consumir su carne y sus huevos, pues no sólo es pecado desde el punto de vista de la fe, sino un delito federal porque esta especie tan codiciada está en peligro de extinción y comete delito grave quien la captura y quien la comercializa.

En todas partes hay ojos que vigilan la protección de las tortugas, por tanto, conviene que nadie corra el riesgo de hacerse cómplice de los depredadores del medio.

Los vacacionistas, sin embargo, tendrán a su disposición muchos otros productos no prohibidos. Las autoridades como los prestadores de servicios se prepararon todos con anticipación para aprovechar al máximo estas vacaciones que serán un respiro en la pesada cuesta de las vacas flacas.

La creciente afluencia de visitantes provenientes del vecino estado de Michoacán, encontrará, si no una ciudad construida ex profeso para ellos, un lugar que ofrece playas y deportes acuáticos, vigilancia y seguridad, tiendas y restaurantes con los más diversos productos.

El robo de vehículos y la escasez de agua son problemas tan cotidianos, que se puede no reparar en ellos para pasársela bien en estos días en que, de acuerdo con la opinión de la mayoría de los mexicanos encuestados por la televisión, son para el recogimiento y la reflexión.

De modo que no siendo asunto menor la proliferación de expendios de cerveza que hacen parecer a Zihuatanejo más como algunas de las ciudades de la frontera norte, donde abundan los gringos borrachos y escandalosos los fines de semana, lo cierto es que los demandantes muchachos que no pueden disociar el fin de semana ni las vacaciones con la cerveza, encontrarán que esta ciudad es la más a modo para sus fines.

Y si en Zihuatanejo la raza nacional puede sentir la hospitalidad que vive en su colonia, con el agregado del calor y de las playas, la caguama y los antojitos de las merienderías, en las noches el reventón está en la otra ciudad vecina, en Ixtapa, con sus discotecas del primer mundo y sus políticas de racismo incluidas.

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