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Alfredo Arcos Castro

El gobierno de los peores

 Desde Platón hasta Marx y aún después, el problema fundamental de la política ha sido ¿quién debe gobernar? La respuesta de Platón fue simple e ingenua: el mejor deben gobernar. Si es posible el mejor de todos. Los pocos mejores, los aristócratas deben gobernar.

El filósofo político Michelangelo Bovero recientemente ha lanzado un grito de alerta al mundo occidental: en Italia se ha desarrollado un fenómeno político que puede convertirse en una calamidad: “Crece el riesgo de que impere la kakistocracia, el gobierno de los peores no de los mejores”.

Tal advertencia no está fuera de la realidad política mexicana. Es hora de reflexionar, la transición mexicana no se está pareciendo al modelo español en cuanto a transición exitosa, sino más bien al caso de involución “a la italiana” en donde un empresario ha logrado incrustarse en la cúpula del poder apoyado en la impunidad, el cinismo, la corrupción y la alianza con grupos mafiosos.

Sobre Silvio Berlusconi se ha dicho bastante: soborno, mafia, ligas con el bajo mundo, contubernio entre el mundo empresarial y políticos pertenecientes al viejo mundo, etc.

Durante algún tiempo los italianos pensaron que su país se encaminaba, satisfactoriamente, hacia la edificación de una segunda República más democrática y capaz de finiquitar las cuentas con un pasado detestable y escandaloso. Este magnate logró rehacer una alianza con lo peor de la sociedad para tomar una vez más las riendas del poder. Está llevando a cabo una verdadera contrarreforma que ha puesto en tela de juicio la viabilidad de Italia como una unidad política. Este personaje inmoral no ha dudado ni por un instante en poner intereses particulares por encima del bien de la nación.

El ejemplo de esta kakistocracia o gobierno de los peores, en América Latina lo podemos ver en Perú con Fujimori, en Argentina con Carlos Menem, en Ecuador con Bucaram y en Venezuela con Hugo Chávez. Esta casta de gobiernos parece reunir lo peor de la tradición política nacional: marrullerías, abuso de autoridad, ilegalidad, impunidad, dilapidación de recursos públicos, desvergüenzas, cinismo, altanería, fraudes, etc.

De acuerdo con Bovero sería muy difícil establecer una línea recta de degradación creciente de los gobiernos mexicanos, sin embargo, el gobierno de los peores lo podemos identificar con Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas y Zedillo. El caso paradigmático que ilustra el arribo de los peores al poder lo encarna el dirigente del PRI nacional, Roberto Madrazo Pintado. Su trayectoria política ha estado marcada por escándalos, fraudes electorales, dispendios, cinismo, narcotráfico y vínculos con los círculos más oscuros de la política local y nacional

Este personaje representa lo más atrasado en el PRI. Si la alternancia en el poder el 2 de julio del 2000 fue una verdadera revolución ciudadana pacífica, podríamos decir que el arribo de Madrazo Pintado nos ha trasladado de facto a una época que creíamos ya cancelada.

El 24 de febrero nos dimos cuenta que el monstruo sigue allí y pretende gobernar al país el próximo sexenio. Por encima de la ley o por debajo de ella va a tratar de lograr su objetivo: la Presidencia de la República.

En Guerrero, los malos gobiernos o el gobierno de los peores, los tenemos desde Caballero Aburto, pasando por Figueroa padre, Figueroa hijo, los Massieu, los Aguirre y los Juárez, han ido de mal en peor. Incluso en la política universitaria las prácticas son las mismas, sólo hay que recordar el rectorado del cacique mayor Wences Reza, Gabino Olea, Hugo Vázquez, Marcial Rodríguez y últimamente Florentino Cruz con la imposición descarada de su candidato a rector Nelson Valle López.

Pues bien, con el resurgimiento impresionante de estas prácticas antidemocráticas, cínicas, inmorales, mafiosas y corruptas se pone en duda la pulcritud y el futuro de la democratización del país en su conjunto. Ojalá los mexicanos, guerrerenses y universitarios nos demos cuenta a tiempo del peligro que esto representa.

Es necesario crear los mecanismos institucionales adecuados para que, sin violencia, pueda detenerse y hasta destruirse a un mal gobierno; no debemos permitir que la kakistocracia, el gobierno de los peores se imponga entre nosotros. Esto sería el fin de la democracia, se cancelaría de tajo el futuro del país.

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