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Alejandro Díaz Garay

El proceso electoral universitario

 Hoy termina un proceso electoral más de donde habrá de elegirse democráticamente al rector que gobernará nuestra alma mater, de acuerdo con la nueva Ley de la Universidad, por un periodo de cuatro años.

La campaña de Alberto Salgado comienza con su salida del FAUG, señalando que el candidato “Rogelio Ortega Martínez es resultado de un acuerdo vergonzoso de la cúpula entre los dirigentes de las corrientes que integran este frente… no considero que sea una figura académica, no le conozco una sola tesis que haya dirigido, no le conozco una sola ponencia que haya presentado en un congreso, es de los profesores prófugo del gis, nunca los vemos en las aulas, toda su vida está hecha en la grilla, es por ello que me sorprende que se venga a poner una bata de académico.” (El Sur, Ossiel Pacheco).

Alberto Salgado tuvo muy poco poder de convocatoria entre los trabajadores universitarios; su equipo cercano estuvo compuesto mayoritariamente por estudiantes. A lo largo de su campaña trató de instrumentar un discurso alternativo; negó sistemáticamente tener relación alguna con el MAR; negó pertener a la clase política universitaria y se presentaba como un candidato académico.

A pesar de negar también su relación con funcionarios del gobierno de René Juárez, fue el único de los tres candidatos que estuvo aportando recursos económicos a su equipo promotor en cada una de las escuelas. Destaca por haber logrado sumar a maestros de alto perfil académico hasta otros de muy baja preparación y pésima reputación.

Como señalaba en mi artículo Propaganda y contrapropaganda en la UAG, Rogelio ha utilizado la propaganda de corte hitleriano (contrapropaganda), misma que como señala Jean-Marie Domenach consiste en suministrar todo aquello que tenga valor de choque, teniendo como fin último que la palabra cause efecto, la idea ya no cuenta; sobresale el predominio de la imagen frente a la explicación; lo sentimental se superpone a lo racional.

Rogelio critica a los cacicazgos y es fundador de la ACNR; habla de corrupción en la universidad y fue ni más ni menos que el brazo derecho del todavía rector, Florentino Cruz Ramírez, ocupando el honroso cargo de coordinador de asesores. Tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata, ¿o no?

Habría que abonar a nombre de Rogelio el haber realizado una campaña inteligente, yendo de menos a más, utilizando las tácticas maoístas de la acumulación y concentración de fuerzas, a pesar de ser pocos los universitarios que lo apoyan comparado con la estructura de Nelson. Las encuestas que hizo al inicio y al medio de su campaña le permitieron ir viendo la correlación de fuerzas escuela por escuela, tanto en Acapulco como en Chilpancingo, por representar estas dos regiones más del 50 por ciento de la matrícula escolar de la UAG.

Le funcionó el hacerse el mártir y el candidato con menores recursos. Algunos estudiantes de buena voluntad se la creyeron, pero a la postre su propaganda fue la más cara comparándolo con las otras dos candidaturas, principalmente la de Nelson que siempre fue la misma. Como un ejemplo de la falsa austeridad: al cierre de su campaña Rogelio voló de Zihuatanejo hacia Acapulco para asistir ese mismo día a un evento en Medicina y Odontología.

Nelson Valle se encontró con una candidatura que le cayó del cielo, luego de que las precandidaturas de Germán Cerón y Rogelio Ortega se estancaron. Cuando todo el mundo creía que el ungido del MAR sería Rogelio, a quien se le veía como el candidato oficial, lo mismo recibía congratulaciones que críticas al interior y ante los medios de comunicación. Destaca un artículo publicado en El Sur escrito por Jeremías Marquines titulado De patito a chocolatito, dónde criticaba duramente el que Rogelio Ortega hubiese estudiado un doctorado en una universidad “añeja y decrépita”, haber escrito un “mundanal libraco” y el hecho de que “quien también doctor se decía, no habíase titulado (sic) como tal”.

La campaña de Valle fue de corte leninista, ya que siempre hubo coincidencia entre la estrategia y el objetivo perseguido. Se mantuvo en un monótono clima de respeto, aun cuando Nelson y su equipo recibieron cualquier cantidad de críticas, aunque hay que decirlo nunca se ofrecieron pruebas; luego entonces todo fue calumnia y mentira.

Sin duda el momento más difícil para Nelson fue el debate. El mayor ingrediente académico corrió a cargo de Alberto Salgado; de la vulgarización del lenguaje se encargó Rogelio Ortega y Nelson Valle fue el más propositivo, además de haber mostrado temple ante situaciones adversas.

Hay quienes señalan que Nelson inició su campaña con mariachis, lo cual es cierto; lo que no dicen es que Rogelio cerró con una caravana de 30 universitarios, portando playeras naranja, introduciéndose en cada una de las escuelas de Acapulco para gritar porras en apoyo a su candidato, lo cual está estrictamente prohibido. Un rasgo distintivo de este proceso fue la falta de objetividad en algunos colegas que vieron la paja vallista y no la viga orteguista.

Termino haciendo un llamado a todos los estudiantes y trabajadores a ejercer el derecho del voto en la única universidad del país que tiene la posibilidad de hacerlo. Preocupa el elevado abstencionismo que ya se registró el sábado en los sistemas abiertos. Si aún no tienes tomada tu decisión de por quién votar, te recomiendo hacerlo por alguien que no lanza gritos de guerra, ni anda vociferando que va a cortar cabezas, ni haciendo falsas promesas, sólo asumiendo un compromiso de trabajar juntos por la nueva universidad: Nelson Valle.

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