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Militares reconstruyeron la agresión de soldados contra Valentina Rosendo

* Autoridades de la 35 Zona Militar escucharon con detalle la declaración de la agraviada, tomaron fotografías y midieron el arroyo donde fue golpeada y violada el 16 de febrero

Maribel Gutiérrez, enviada, Barranca Bejuco * En el arroyito donde el 16 de febrero vivió el peor moneto de su vida, a unos 200 metros de su casa, en las orillas de esta comunidad, Valentina Rosendo Cantú explicó a un agente del MP militar y al coronel de infantería del 41 Batallón cómo fue atacada por ocho soldados: dos la golpearon y abusaron sexualmente de ella, mientras seis miraban la agresión sin hacer algo para impedirlo.

Además de los soldados y Valentina hay otro testigo, un indígena, al que los soldados llevaban detenido, con las manos amarradas hacia atrás, que presenció las agresiones a la joven, en el arroyo que se forma con un pequeño escurrimiento que corre sobre un cauce pedregoso en una barranca, bajo un bosque de encinos y pinos.

Este arroyo es el lugar de trabajo de Valentina Rosendo Cantú, indígena me’paa, de 17 años, originaria de Caxitepec, donde terminó la primaria y el año pasado se casó con Fidel Bernardino Sierra, y se vino a vivir al predio de su nueva familia, a una hora de distancia a pie del centro de Barranca Bejuco, junto a la casa de los padres y los hermanos de su esposo.

Desde el conjunto de casas de adobe techadas de cartón de envases de leche Sello Rojo con una cubierta de papel aluminio y plástico, que se coloca hacia arriba porque ese material es más resistente a la lluvia y el sol, va una vereda resbalosa, tapizada de hojas secas, hasta el arroyito donde lava la ropa Valentina y de donde la familia saca agua para beber y para todos los usos domésticos.

Hasta este lugar vinieron el miércoles 6 de marzo el coronel del 41 Batallón de Infantería, Ignacio Solano Gutiérrez y el agente del MP militar, César Alejandro Rivera Castillo, adscrito a la 35 Zona Militar.

Como a la una de la tarde llegaron al centro de Barranca Bejuco, donde hablaron con el delegado municipal, Ezequiel Sierra Morales, y le pidieron su colaboración para investigar la denuncia.

El delegado acompañado del representante de bienes comunales, Ocotlán Sierra Morales, y el segundo comandante del pueblo, Fortino Sierra Morales, subieron a un vehículo militar. A bordo iban el coronel, el agente del MP, el militar que estaba al mando del retén en el crucero de Caxitepec que no quiso dar su nombre, y cuatro soldados más, que se trasladadon a la casa de Valentina, primero por una brecha de penetración de las que abren las empresas forestales para llevarse la madera de los bosques de La Montaña, y siguieron a pie bajando por la ladera de un cerro.

Cuidadosos, para no causar más miedo, antes de llegar a la casa de Valentina se detuvo el vehículo, y las autoridades del pueblo se adelantaron, para prevenir a la familia de que iban los militares a investigar la denuncia.

 

Comentó el MP militar que “sí puede ser” lo que denunció la agraviada

 

Valentina cree que los militares anotaron todo lo que ella declaró, incluso la descripción de los soldados agresores. También dice que la trataron con respeto, y aunque no le dieron a conocer lo que decía el acta que redactaron al final de la visita, la firmó pensando que se apegaba a lo que ella declaró, y también la firmó el delegado Ezequiel Sierra.

Contra lo que señaló la Secretaría de la Defensa Nacional en un boletín del 7 de marzo, donde afirma que en las inmediaciones de Barranca Bejuco no había soldados el 16 de febrero o en fechas cercanas, el agente del MP militar y el coronel del 41 Batallón, reconocieron que todos los datos recabados en el lugar de los hechos dan credibilidad a la denuncia de la joven me’paa, de acuerdo con testigos del pueblo.

El delegado dice que uno de los jefes militares le comentó al final de la visita: Esto es cosa seria, nosotros no andamos para chingarlos ni golpearlos, nosotros no mandamos a hacer eso.

Y agregó: Sí, es cierto que pudieron hacer eso, porque aquí está solo, y ellos pudieron hacer lo que quisieron porque nadie los ve.

Los militares visitantes conocían la denuncia que la comunidad, y la agraviada y su esposo enviaron a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, y luego al presidente Vicente Fox y a la señora Marta Sahagún, y traían en la mano una copia de esa denuncia.

El agente del MP preguntó al delegado quién era el detenido que los soldados llevaban el día de la agresión a Valentina. El delegado no sabe quién es, y los militares le dijeron que tampoco saben, pero que iban a investigar.

En el arroyo, Valentina declaró a los militares que el 16 de febrero como a las 3 de la tarde estaba lavando ropa, en una piedra del arroyo cuando por la barranca llegaron cuatro soldados que llevaban detenido a un indígena me’paa con las manos amarradas hacia atrás y en seguida llegaron otros cuatro soldados.

Los nueve se quedaron en el paraje donde estaba Valentina, a las orillas del arroyito. Dos soldados se le acercaron, uno le apuntó con el arma y otro le preguntó: ¿Dónde están los encapuchados? No sé, dijo Valentina, y un soldado le respondió con un culatazo en el abdomen.

El 6 de marzo, mientras Valentina narraba lo ocurrido en el mismo lugar, los militares reconstruyeron los hechos, pusieron a un soldado hincado, en la piedra donde lava la ropa, y a otros dos reproduciendo los hechos del 16 de febrero.

Ella describió las características físicas de los agresores, y los militares que fueron a investigar tomaron nota, para saber quiénes son.

 

Con soldados, escenificaron la agresión

 

La suegra de Valentina, Felícita Sierra Morales, dice que no se espantó cuando vio a los militares en el patio de su casa porque el delegado, que es su hermano, vino a decirles que estuvieran listos porque venían los militares.

“Vinieron los guachos (soldados), no entraron a la casa, se quedaron en el patio, y se fueron al arroyo con el comisario, el representante de los bienes comunales y el segundo comandante, y con Valentina.

“En el arroyo, ella explicó cómo estaba lavando, contó todo lo que pasó. Los militares tomaron fotos del arroyo, de las piedras donde se pegó Valentina cuando la tiraron los guachos.

“Pusieron a un guacho como si estuviera lavando en una piedra, como estaba Valentina, y a otro lo pusieron a un lado y a otro del otro lado, como dijo ella que estaba el que le preguntó por los encapuchados y el que la golpeó con el arma”, explicó Felícita Sierra, en idioma me’paa, con la traducción del secretario de la comunidad, Encarnación Sierra Morales.

Felícita Sierra opina que los militares investigaron muy bien, con mucho detalle, durante más de una hora que estuvieron en este lugar. Dice que sacaron muchas fotos, y que midieron el ancho del arroyo, y que preguntaron qué estaban haciendo los otros seis soldados.

Quedó esperanzada porque al final, “el guacho que está medio güero, de lentes, dijo que sí es cierto”, señaló, en referencia al comentario que hizo el agente del MP militar.

Cuando terminó la visita, dijo Felícita, sintió “como que sí puede haber justicia”, y hasta invitó algo de comer a los militares.

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