Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Xavier Carreto A

Un caso para preocuparse

Ante la inminente llegada del 12 de marzo, fecha señalada para la elección de rector en la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), los ciudadanos debemos congratularnos. No por conocer el nombre del próximo rector ni por considerar que ahora si la institución iniciará su recuperación académica, sino porque llega a su fin el triste espectáculo que nos han venido dando los integrantes de la comunidad universitaria guerrerense.

La lista de horrores de este desagradable evento es larga: un rector que usa los recursos destinados al desarrollo institucional para comprar conciencias, por medio, entre otras medidas, del otorgamiento de plazas académicas a personal docente que no cubre el perfil ni tiene merecimientos para ello, con el propósito de ayudar a uno de los candidatos; entrega de becas a estudiantes que se distinguen por hacer proselitismo político a favor de un candidato, sin reunir los requisitos para recibir este apoyo; pago de publicidad en medios, propaganda en las calles para un procedimiento interno que es de la incumbencia de los universitarios y no de la sociedad, los ciudadanos exigimos, eso si, conocer los resultados de su quehacer y avances académicos no sus mal llamados procesos de elección democráticos que son motivo de vergüenza; presiones a los estudiantes para favorecer al candidato del rector y del senador Chavarría; intercambio de golpes entre seguidores de los candidatos, incluidos directivos y los llamados catedráticos, pasando por los estudiantes; agresiones a los representantes de los medios de comunicación que cubren este proceso; cierres de campaña en las playas de nuestro puerto; chile frito, cohetes y escándalo en las escuelas de la UAG para recibir a los aspirantes, en lugar de escuchar las propuestas que permitan sacar a la institución del atolladero en el que ha vivido, vive y, muy a nuestro pesar, seguirá viviendo.

Por si lo anterior no fuera suficiente, se tiene la intromisión en un asunto que no es de su competencia del dirigente estatal del Partido de la Revolución Democrática, René Lobato, llamando a no votar por el aspirante Nelson Valle. Y la denuncia de Alberto Salgado, de la disputa de la rectoría por parte de facciones perredistas.

También habría que agregar las desafortunadas declaraciones del rector Cruz, al decir que si la Auditoría Superior de la Federación, órgano fiscalizador del Congreso de la Unión, interviene en la UAG se pone en riesgo todo lo que es el concepto de autonomía, cuando, supongo que sabe Florentino Cruz, debe conocerse el destino y buen uso de los recursos por ser públicos.

De los aspirantes a la Rectoría se inscribieron tres, el candidato de la burocracia universitaria -encargada del manejo de los recursos asignados a la UAG-, encabezada por el rector Cruz Ramírez es el señor Nelson Valle, quien ostenta una licenciatura de la felizmente extinguida Normal Superior, lograda dos años después de que esta institución había cerrado sus puertas.   Su llamada carrera burocrática- académica-administrativa, según lo consigna su currículum, está estrechamente vinculada al senador perredista Armando Chavarría de quien se sabe aspira gobernar a esta entidad y para lograr sus propósitos usará a la UAG. El asunto no es para minimizarlo, ya Chavarría ha usado la estructura de la universidad para obtener el cargo de senador que ahora ostenta, pues con este apoyo pudo ganarle a Alberto López Rosas la candidatura perredista.

Otro de los candidatos es Rogelio Ortega, el de mejor preparación académica, quien se desempeño hasta hace poco como jefe de asesores del actual rector, se le cuestiona su ausencia de la academia por haber disfrutado de becas para hacer estudios de posgrado. Me parece que de los tres aspirantes si alguien tiene idea y voluntad de cómo sacar a la UAG adelante es él.

El tercer aspirante es Alberto Salgado Rodríguez, director de la Facultad de Ingeniería, quien parece tener menos posibilidades y menos compromisos que los otros dos.

La percepción que se tiene de este proceso, por la información vertida a través de los medios y por las conversaciones que uno pudo sostener con miembros de la comunidad universitaria, es que lo menos preocupante para ellos es el trabajo académico y el compromiso de la UAG con las aspiraciones de superación de la sociedad guerrerense.

Los directivos, académicos, empleados administrativos y de intendencia -con sus muy honrosas excepciones-,  están constituidos en grupos de interés -AR, MAR, AEU, MAI, BLODESE, FAUG- para su provecho personal, haciendo del presupuesto universitario, aproximadamente 650 millones de pesos, un codiciado tesoro. Por eso, la elección del rector de la universidad parece la lucha de unos malhechores por el reparto del botín y no un evento civilizado con propuestas académicas viables para hacer de la UAG la institución rectora del desarrollo estatal que los guerrerenses estamos deseando.

Mientras tanto, los estudiantes, sus padres, el gobierno federal, el gobierno estatal y el resto de la sociedad contemplamos, algunos con indiferencia y otros con preocupación, el hundimiento de la UAG, la que quisiéramos fuera nuestra Máxima Casa de Estudios.

La actual situación y funcionamiento de la UAG es uno de los principales factores que explican el atraso de nuestro estado de Guerrero.

Los datos son contundentes. Una matrícula de 65 mil alumnos, lo que la hace la sexta universidad pública más grande del país. Casi 40 mil están inscritos en las 39 preparatorias, en donde con frecuencia se suspenden las labores y los alumnos son aprobados con criterios ajenos a la academia, es decir, sin los conocimientos requeridos, por eso el conflicto propiciado por la negativa a la realización de los exámenes departamentales.

Por otra parte, 25 mil alumnos cursan estudios de licenciatura. Más de dos tercios de los estudiantes de este nivel se concentran en carreras tradicionales que no requiere el mercado laboral y las cuales están saturadas: Derecho con dos escuelas, una en Acapulco y la otra en Chilpancingo; Contaduría pública, Administración, Turismo, Medicina, entre las carreras más demandadas. Urge actualizar la oferta educativa, destinar mayores esfuerzos al renglón de la investigación y a la difusión del conocimiento, entre las asignaturas pendientes que tienen que cursar los universitarios.

A las autoridades de la entidad les haría falta propiciar la creación de nuevos proyectos gratuitos de educación superior para que la UAG no sea la única opción, además de ampliar la cobertura -la cual es de 9por ciento cuando la media nacional es de 18por ciento- a la que puedan acceder la mayoría de nuestros jóvenes con deseos de superación. En fin, a todos nos falta preocuparnos y actuar más por la educación superior guerrerense.

468 ad