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Jesús Castillo Aguirre

Las razones de mi voto en la UAG

Por dos razones emitiré el próximo 12 de marzo mi voto en favor del doctor Rogelio Ortega Martínez como candidato a rector de la UAG por el periodo 2002-2006. La primera de ellas es por convicción y por dignidad. Quiero ser parte de una nueva generación que haga realidad el sueño y la utopía de una universidad académica con un renovado compromiso social. Para ello, debemos rescatar la institución de aquellos que sólo se proponen utilizarla para sus intereses personales y que nada tienen que ver con los de la universidad como una institución social. Hay algunos que dicen ¿por qué no?, si los colegios de bachilleres sirven para apoyar las campañas electorales de los priístas; que nosotros no podemos hacerla de puritanos. Nosotros respondemos que todo universitario tiene la libertad de formar parte de cualquier partido político; de ser candidato de lo que sea; de buscar el apoyo y la simpatía dentro y fuera de la universidad, pero lo que no se vale es disponer de los recursos financieros, materiales y humanos de la UAG para alcanzar cargos públicos o de elección popular. Los recursos de la Universidad no pueden ser botín personal o de grupo, sea quien sea. Debemos rescatar a la UAG del uso instrumentalista de las nuevas mafias y de los nuevos personeros que aprendieron rápido a lucrar con el hambre y las carencias de la gente. Dentro de la institución universitaria esto ha propiciado e incrementado la corrupción en todas sus formas, pues se han perdido los valores y la dignidad.

Desde los tiempos de AR se cimentó una pirámide de corrupción. Maestros que venden calificaciones, directivos que no rinden cuentas, personal que vende certificados y títulos falsos, y rectores cómplices de millonarios desfalcos. Esto viene de administración en administración. Y nadie tiene calidad moral para llamar a cuentas. No es gratis que en los puestos donde se maneja dinero circulen los mismos personajes desde hace al menos quince años. La consigna parece ser “está bien, roba, pero en la próxima contienda apóyame y no te pasará nada; es más, te voy a premiar”. Impunidad total. De este modo, en las nuevas mafias (nuevos “jefes”) no caben universitarios honrados, capaces y trabajadores, pues para los nuevos jefes esos son méritos irrelevantes. Por ello han proliferado los grupos de mercenarios que se venden al mejor postor: ahora están con unos, mañana con otros, y así. Adulan tanto a los rectores en turno que se vuelven hasta influyentes en las decisiones y en los pactos de mediocridad.

Estas actitudes y esta política, que se ha vuelto una norma, no le sirve a la universidad académica que debemos empezar a construir. Y Nelson Valle es la expresión que condensa eso que los universitarios decentes debemos desterrar para siempre.

La otra, es una razón secundaria. Cuando solicité una beca para estudiar la maestría en la UNAM, el profesor Nelson, en su calidad de secretario particular del secretario general Académico de la UAG, extravió mi Convenio de Beca de posgrado. Y como consecuencia, en octubre de 1995, los de AR (léase Abelardo Alarcón, que era entonces el temido director de Recursos Humanos) me sacó de la nómina de pagos en los meses de octubre y noviembre de ese año, y de febrero a mayo de 1996 secuestraron mis cheques quincenales. A lo más, el profesor Nelson apenas atinó a hacer un oficio para que me dieran de alta en la nómina, oficio que Abelardo Alarcón rompió en mi presencia, alegando que la firma del entonces secretario general Académico no valía nada. También, ahora, se han conculcado mis derechos laborales, pues se me ha negado el derecho a un convenio para realizar estudios de doctorado en la propia universidad y al cambio de categoría conforme a los estudios que acredito como maestro en Economía. Y así como yo debe haber muchos. Pero no me vendo.

Mi voto es, pues, contra el sistema de corrupción imperante, contra la simulación académica, contra la intolerancia y la mediocridad, y contra los que quieren obtener provecho personal a costa de la universidad y su patrimonio.

 

* El autor es ex director de la Preparatoria 27.

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