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Condena el arzobispo la violación de una joven indígena por soldados

Ossiel Pacheco * El arzobispo de Acapulco, Felipe Aguirre Franco condenó que soldados del Ejército mexicano golpearan, ultrajaran y violaran a la indígena tlapaneca de 17 años Valentina Rosendo Cantú en Barranca Bejuco, “es un hecho doloroso venga de donde venga, más aún cuando viene de aquellos que están comprometidos a resguardar la seguridad de los mexicanos y la soberanía nacional”, expresó.

Al respecto, el prelado católico entrevistado al término de la misa dominical que ofició en la catedral de Nuestra Señora de la Soledad, dijo que los efectivos del Ejército, están comprometidos bajo juramento a ser guardianes de los derechos ciudadanos, y si “todas las personas que delinquen merecen una pena, más aún cuando se trata de aquellos se han comprometido con la patria”.

Dijo que hechos como este, empañan el trabajo de cualquier profesional y representan una contradicción y un antitestimonio para cualquier institución, “un acto de incoherencia”, resumió.

Interrogado respecto a la apertura de los archivos relacionados con la matanza de estudiantes en Tlatelolco en 1968, señaló que el gobierno federal está procediendo con una actitud de puertas abiertas y de transparencia ante esos acontecimientos “que no dejan de ser un fardo, una vergüenza para la historia de México”.

“El gobierno federal está procediendo con una actitud de cumplir con esclarecer estos hechos, porque la verdad no tiene miedo, la verdad debe manifestarse sin manipulaciones, y debe procederse conforme a derecho”, asentó.

 

El pueblo requiere de una democracia transparente

 

Antes en su homilía, Aguirre Franco instó a los católicos a no quedarse en el espiritualismo sin dimensión social, pues “nuestro pueblo tiene sed de paz, de justicia, de verdad, de seguridad, de una democracia transparente y participativa, atender esta sed de justicia, de trabajo y de bienestar no depende solo del gobierno sino una responsabilidad de todos”.

Señaló que la política sin Cristo se convierte en una lucha sin ética, donde solo parece importar el triunfo personal o del propio partido y no tanto el bien del país, “sin Cristo, nadie es capaz de ceder sus propias posturas en aras del bien social, sin Cristo nadie acepta sus errores y solo culpa a los otros de los males sociales”.

Expuso que sin una conversión de corazones, aunque cambien los partidos en el poder, se implementen nuevas leyes o se incremente los operativos policiacos y militares, seguirán imperando las injusticias, la mentira, la violencia, el egoísmo, los asaltos, los asesinatos y el narcotráfico, y agregó: “Solo Cristo puede cambiar nuestros corazones para que juntos construyamos la nueva sociedad que anhelamos”.

Exhortó a las autoridades a que iluminadas por Cristo combatan “toda especie de corrupción y promuevan fuentes dignas de trabajo. Solo Cristo puede purificar las intenciones de los candidatos y servidores públicos, para que santifiquen la política, sacrificando su vida por los demás”, instó.

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