Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Edgar Neri Quevedo

REGISTRO DE CONTRIBUYENTES

  ¿Quién dice que no se puede?

La cultura política que fomentó durante varias décadas el Partido Revolucionario Institucional, se reflejó en la elección de quienes dirigirán los destinos de ese organismo político, ahora de interés público, y que tuvo como protagonistas principales por un lado a Elba Esther Gordillo y Roberto Madrazo Pintado –alias El Moretón, apodo que según asegura Germán Dehesa le adjudicaron en la universidad–; y por otro a Beatriz Paredes Rangel junto con un desapercibido Javier Guerrero.

Hace unos cuantos días vino a Acapulco Elba Esther Gordillo para reunirse con un grupo de maestros, el objetivo de tal reunión fue invitarlos a votar en favor de la fórmula que encabezó el multicuestionado ex gobernador de Tabasco. De tal reunión lo único que podemos mencionar es que algunos sectores del magisterio en nuestro estado siguen sin mostrar un desarrollo cultural, y solamente sirven como plataforma política de líderes que sin ningún pudor, saltan de la representatividad gremial a la lucha política. Muchos diputados locales han emergido precisamente del magisterio, y hoy pertenecen y se comportan como los más destacados miembros de la clase política que antes cuestionaban. Y en muchas ocasiones resultan en la práctica más perversos y corruptos.

La venta de plazas en el magisterio es una práctica normal que al momento no ha podido desterrarse. Los maestros comisionados son muchos en Guerrero y nadie parece preocuparse ante esta fuga de dinero público. No hay culpables ni consignados.

Lo más detestable es que si observamos el perfil de algunos de los líderes del magisterio, podemos observar con tristeza que no representan ni defienden los intereses de su gremio. Hace poco tuve la mala fortuna de convivir con uno de estos lidercillos en una reunión y sus expresiones eran más propias de aquellos políticos que hicieron historia en nuestro país por sus ramplonerías, y lejos de merecer respeto, me causó lástima que un individuo de esas características representara un sector tan importante para la sociedad y donde hay personas no solamente más inteligentes sino comprometidas con la labor magisterial. Aunque es sabido que esos buenos maestros casi nunca participan en las luchas sindicales y se mantienen distanciados por conservar la buena salud mental y devengar el salario que perciben. Esos maestros merecen todo el reconocimiento social.

Y no fueron los que buscó Elba Esther Gordillo, ella vino a interesar a otro tipo de maestros, y lo consiguió.

Por su parte, Roberto Madrazo Pintado demostró que sigue teniendo un gran poder político y un enorme poder económico que le ha llevado a derrochar en poco tiempo una elevadísima cantidad de recursos en dos contiendas intenas, la primera para buscar la candidatura a la presidencia de la República y la segunda para buscar la dirigencia nacional de su partido.

Beatriz Paredes Rangel, la menos peor digámoslo sinceramente, no consiguió más que preocupar a la fórmula Madrazo-Gordillo, y convocó al más rescatable grupo de priístas. Aunque sabemos que son pocos y no suficientes para ganar la elección.

Preocupa sobremanera que sigan presentándose prácticas que debieran estar desterradas en la vida política del país, y lo digo también porque el Partido de la Revolución Democrática tuvo una elección interna con características más o menos similares a la que nos referimos, en la que resultó ganadora Amalia García. Una dirigente que no corresponde al perfil de su partido, por la tranquilidad y serenidad con la que se desenvuelve, y que ha logrado –si podemos calificarlo como un logro– la imposición de Lázaro Cárdenas Batel en Michoacán y la pérdida de votos para su partido. Sobre todo si consideramos que siempre ha sido cuestionada por depender políticamente del adusto Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, que según los enterados es quien toma las grandes decisiones en ese partido político y que se reflejó en la candidatura de su siempre sonriente y cachetón hijo.

Así las cosas, es preocupante que los partidos políticos, todos, no trabajen en el desarrollo de la cultura política democrática, y aprovechen el tiempo entre elecciones para fomentar los valores democráticos entre los ciudadanos. Ahora que los partidos políticos han sido reconocidos como entidades de interés público, tienen el enorme compromiso de demostrar la buena utilización de los recursos públicos que reciben.

Existe para los partidos políticos la obligación de editar libros y difundir la cultura político democrática. Al momento han eludido ese compromiso, esa responsabilidad social.

Esta elección interna priísta nos debe ayudar a reflexionar sobre lo que ocurre en nuestra vida política nacional. Lo acaecido es un reflejo del escaso desarrollo de la misma, que finalmente repercute en otros aspectos relevantes de la vida social e individual.

Esos dirigentes políticos estructurarán la oferta de sus instituciones hacia los ciudadanos, y son al momento el único medio legal para obtener un puesto de representación popular. Y el criterio en la selección de candidatos, el trabajo para desarrollar la cultura político democrática, la atención a sus militantes –más allá de volantes y despensas-, las formas de conducirse, serán determinados por ellos.

Ellos, los representantes populares, son los encargados de planificar, implementar y desarrollar tareas importantes en materia cultural, en procuración de justicia, en educación. Por eso preocupa que no lleguen a las candidaturas personas que sepan y comprendan de estos y otros vitales temas.

De tal manera, no sería sorprendente que en las siguientes elecciones el PRI entregara recursos más que suficientes a sus candidatos, y que fueran recursos de dudosa procedencia como los que llevaron a Roberto Madrazo a ocupar la gubernatura del estado bananero. El PRI perdió en esta elección interna, al tiempo.

Observando el nivel de la cultura política en nuestro país, como dicen en mi pueblo: ultimadamente, ¿quién dice que no se puede?

 

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