Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Xavier Carreto A.

El PRI que necesitamos

Tiene razón el gobernador Juárez cuando dice que “…a Guerrero le conviene, al igual que a México, un PRI fortalecido, un PRI unido, un PRI incluyente, un PRI que no genere confrontación” (El Sur, página 3, 27 de febrero de 2002).

Es verdad, se requiere un PRI fortalecido por el trabajo responsable de sus miembros; un PRI fortalecido por la honestidad de sus dirigentes y militantes; un PRI fortalecido por el ejemplo del buen uso de los recursos públicos de los gobernantes emanados de sus filas; un PRI fortalecido por el respeto a sus propios estatutos que no agravien a sus  miembros; en fin, un PRI decente y serio. Todo esto, seguramente, dará como resultado un PRI unido e incluyente, el cual no generará confrontaciones, para empezar, con sus mismos integrantes y con otros partidos con los cuales convive de manera cotidiana y en los procesos electorales que tienen lugar en estas tierras mexicanas y guerrerenses.

Al describir este PRI que se necesita y que nos conviene a los ciudadanos, los priístas guerrerenses y el gobernador Juárez Cisneros deben admitir honestamente que ese PRI no existe más que en su imaginación.

No es el PRI maduro, al que hace alusión su virtual candidato a la presidencia municipal de Acapulco, Ernesto Rodríguez Escalona, cuando dice: “Tras la jornada pacífica y civilizada que se desarrolló en Acapulco el pasado domingo… queda demostrado que el PRI es un partido maduro, activo y que está listo para enfrentar los próximos procesos electorales constitucionales” (El Sol de Acapulco, página 8, 26 de febrero de 2002). Más adelante el aspirante priísta calificó de un “verdadero ejercicio democrático”, la elección de su dirigente nacional, el pasado 24 de febrero.

No se puede hablar de un partido maduro cuando, a pesar de sus muchos años, el PRI no tiene un padrón confiable de militantes que les permita con la participación de todos ellos elegir a sus dirigentes y candidatos a cargos de elección popular; no se puede hablar de un PRI maduro cuando sus procesos internos concluyen, la mayoría de ellos, en confrontaciones. Ciertamente, si debemos creerle al diputado Escalona, el PRI está listo para enfrentar los comicios de octubre próximo en Guerrero, con los mismos vicios de siempre, entre otros: Una selección de candidatos que deja inconformes a todos los participantes, con excepción del triunfador, por la intervención del gobernador, el verdadero jefe priísta; el uso extensivo de los recursos públicos para promover las candidaturas cercanas al afecto del jefe; oferta de cargos públicos u otras canonjías a quienes no se vieron favorecidos con las candidaturas.

Tampoco se puede hablar de un verdadero ejercicio democrático, como dice el diputado Rodríguez Escalona, cuando sus propios miembros, entre ellos algunos muy destacados como María de los Angeles Moreno, ex dirigente nacional, aseguran, respecto de la elección de la dirigencia nacional, que “hay un conjunto grave de irregularidades, yo diría que allí se pasó de mapachismo a delincuencia organizada”(periódico Reforma, página 6, 27 de febrero de 2002).

Asimismo, no se le puede creer al diputado Héctor Apreza, coordinador de la mayoría priísta en el Congreso local, cuando señala que “… este proceso… viene a airear la vida democrática del país y la del resto de los partidos políticos que cuentan con registro oficial” (El Sol de Acapulco, 27 de febrero de 2002). No creo que ningún miembro de cualquier otro partido político con un mínimo de sensatez considere que el proceso de selección priísta puede airear nuestra vida democrática, por cualquier parte que se le vea ha sido un  evento pestilente del cual nadie puede sentirse satisfecho, por el contrario deberían avergonzarse.

Algunos priístas guerrerenses, por supuesto, no comparten el punto de vista del diputado Apreza, entre otros el coordinador en Guerrero de la campaña de Beatriz Paredes, Moisés Carbajal, quien dio a conocer que en 29 de los 76 municipios de la entidad, el número de boletas que se entregaron para este proceso es menor a la suma de los votos obtenidos por los candidatos. Carbajal Millán dio varios ejemplos, entre ellos el siguiente: en Teloloapan, en donde se instaló la casilla 2338, en la cual se entregaron 654 boletas y los candidatos consiguieron 1448 votos, es decir, 794 más del número de boletas entregadas. Reconoció Millán, por otro lado, que los madracistas “lucraron con la pobreza de la gente”. Agregando que “es muy lamentable que se abuse de la pobreza de la gente, eso no se vale, por una sola vez que ayudemos a la gente no se va a resolver su problema definitivamente” (El Sur, página 3, 27 de febrero de 2002). Se trata, por supuesto, del mismo Moisés Carbajal Millán, líder estatal de la Confederación Nacional Campesina (CNC), que llegó al cargo de la misma forma de la que hoy se queja: aprovechándose de la pobreza de los campesinos que representa.

En Guerrero las cosas no fueron tan graves como en Oaxaca, en donde al gobernador José Murat los paredistas lo acusan de: que en 48 casillas el 100 por ciento de los votos fueron para Madrazo; en 20 casillas se ejerció violencia y presión contra los electores; en 19 casillas no se instalaron, pero se reportaron resultados a favor de Madrazo; en 11 casillas se expulsó con violencia  a los representantes de Beatriz Paredes.

El resto del territorio nacional no estuvo exento de irregularidades y todavía los respetables priístas César Bajos y Carlos de la Peña descartaron que la ciudadanía pueda tener una imagen fraudulenta de su partido. En opinión de Bajos lo que cuenta para los ciudadanos son las propuestas y las personas, pues ellos, desde su punto de vista, sufragan por los candidatos y no por los partidos. Seguramente con estas avanzadas ideas el señor Bajos cumplirá muy bien su encomienda de acercar a su partido a muchos ciudadanos apartidistas a quienes la delincuencia organizada priísta les debe tener sin cuidado y poco importa para que esta sociedad atrasada nuestra pueda ser democrática algún día.

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