Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Alfredo Arcos Castro

La pobreza un enigma

Uno de los rasgos fundamentales de las sociedades modernas es el cambio. Las innovaciones tanto económicas, políticas, sociales y culturales trajeron consigo conquistas portentosas en comparación a las sociedades tradicionales, generaron expectativas de vida mejor para los hombres en este planeta. Sin embargo, hay que decirlo, también produjeron grandes desconfianzas, sobre todo, en la inteligencia como interpretación del mundo y por supuesto con justa razón los profetas del nihilismo vaticinan el holocausto final.

En esta tesitura, se destaca la imagen de un mundo con numerosas manchas, grietas, sombras. Sobre todo en lo que se refiere a las profundas injusticias sociales. Es visible que en este mundo moderno unos viven bien y otros mal. Unos viven desde generaciones en el bienestar y otros en la pobreza. Esta experiencia no sólo vale para los individuos se puede aplicar a sociedades enteras, naciones, continentes.

Desde hace un tiempo se manejó la idea de que los países del Tercer Mundo pronto iban a resolver el problema de la pobreza, se elaboraron teorías optimistas que aseguraban que sólo era cuestión de tiempo, sin embargo, pronto se produjo la desilusión. La desigualdad social entre el norte desarrollado y el sur subdesarrollado no desapareció; al contrario aumentó. A escala mundial esta diferencia se agudizó más entre el rico occidente y la parte restante del mundo. Por consiguiente hoy en día la parte restante del mundo donde la pobreza es mucho más grande, es impresionante. Y al mismo tiempo crecen las desigualdades dentro de los países y regiones. Los unos se vuelven cada vez más ricos y los otros cada vez más pobres… y también es una tendencia mundial.

El pensador social Rayszard Kapuscinski en  relación a la pobreza y sus efectos individuales y sociales nos comenta lo siguiente “ la pobreza no sólo es un estomago vació. La pobreza es una situación y una cultura. El hombre pobre es un hombre humillado, degradado, pierde la capacidad de pensar, es incapaz de planear nada, de adoptar ninguna iniciativa. Su debilitamiento intelectual no le permite comprender nada, todo su mundo se centra en la pregunta ¿qué comeré mañana? Las masas de personas hambrientas son indefensas, pasivas, no piden nada, se retiran en silencio, son apáticas e indiferentes. Los hombres que sufren de hambre crónica no plantean exigencias y jamás lucharan por nada. Esta parte de la humanidad a perdido la fe en el futuro”.

En México, la pobreza es una de las inercias que no desaparece sino que tiende a agravarse en el país, a pesar del cambio. El científico Alejandro Humboldt cuando visitó nuestro país a principios del siglo XIX afirmaba: “México es el país de las desigualdades, acaso en ninguna parte la hay más espantosa en la distribución de fortunas, civilización, cultivo de tierra y población… la capital y muchas otras ciudades tienen establecimientos científicos que pueden compararse con los de Europa. La arquitectura, los edificios públicos y privados, la finura del ajuar de las mujeres, el aire de la sociedad: todo anuncia un extremo esmero que se contrapone extraordinariamente a la desnudez y la ignorancia y rusticidad del pueblo común”. Sin duda, desde entonces las cosas no han cambiado mucho, la desigualdad y la pobreza siguen siendo los estigmas del país. Es cierto que los diferentes gobiernos en el devenir de la historia han tratado de dar una respuesta a este fenómeno social que cada vez nos polariza entre la opulencia de los pocos y la miseria de los muchos, poniendo en entredicho el desarrollo social en el país. Un dato ilustrativo, de acuerdo con la CEPAL el 38 por ciento de la población mexicana eran pobres en 1998. Hoy en día el indice ha aumentado considerablemente, se habla de un 50 a 60 por ciento de mexicanos pobres conservadoramente. Geográficamente la pobreza se concentra en la región centro-sur del país. Cerca del 30 por ciento de ella se localiza en los estados de Veracruz, México y Puebla, pero la de mayor intensidad se ubica en Guerrero, Chiapas y Oaxaca.

El estado de Guerrero, es una entidad con grandes zonas marginadas, con un desarrollo dispar y con cacicazgos tan pesados que no han permitido el desenvolvimiento político de su gente por muchos años. Todos tenemos conocimiento que la desigualdad social, la pobreza, la marginación (en educación, salud, vivienda, empleo, desnutrición) tienen que ver con el entronamiento de los caciques, la corrupción de los gobernantes y el autoritarismo de un sistema que sólo atiende las necesidades de unos cuantos. Los caciques en Guerrero han sido o siguen siendo las ataduras que han obstaculizado el avance económico, político, social y cultural en la región. Por eso las cosas están como están. El cambio no ha dado respuestas contundentes para resolver este problema. De ahí, que tengamos pobreza para rato.

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