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Manuel Sánchez Santoveña

Carta desde el más allá acerca del mamotreto joyero de Taxco

¡Señor Dios! ¿Por qué nos permitiste volver a este mundo? lo que hemos podido ver es un auténtico horror, digno del Apocalipsis de San Juan. ¿Cómo es posible que se haya autorizado la edificación de un centro joyero ajeno a cualquier valor ético o estético?

Construimos la parroquia de Santa Prisca en un lugar maravilloso y, ahora, comienza a ser un basurero, expresivo de ese infinito que es la estupidez humana. La parroquia era el centro del paisaje social y ahora quedará convertida en algo secundario, por obra y gracia del mamotreto en construcción, un templo dedicado al “becerrero de oro”, destructor del paisaje urbano y, por su peso, también del natural. Además aniquilará, para los habitantes de Taxco y sus visitantes, el sentimiento de identificación con el lugar.

Escuchamos, en labios de un amigo pintor antes arquitecto, que el gran problema al iniciarse el siglo XXI es la contaminación, tanto ética como visual, sonora y ambiental. Ejemplo álgido de ese fenómeno es el centro joyero en construcción.

Ciertamente los tiempos cambian y, con ellos, sus necesidades y formas  de expresión. ¿Qué ocurrió en el arte de la arquitectura? Parece que perdió su razón de ser o, al menos, se ha convertido sólo en un motivo de lucro por parte de quienes ejercen tan noble arte, sin sospechar su significado. Tal parece que lo único interesante para ellos son los ceros a la derecha en sus cuentas bancarias; ignoran los ceros tras un punto a la izquierda, que eso refleja su proyecto carente del más elemental diseño, pero sí un claro reflejo de las conductas mezquinas, usureras y arribistas de los nuevos ricos.

Ya Vitruvio, en el siglo anterior al nacimiento de tu hijo, había reunido las normas lógicas para construir cualquier edificio, las cuales son válidas para cualquier tiempo y estilo. En primer término, escribió, hay que estudiar el terreno para el nuevo edificio. Conocer el terreno implica algo más que sus dimensiones y relieve topográfico. Incluye el diálogo con el genius loci –el espíritu del lugar– como hicimos cuando proyectamos y construimos la parroquia de Santa Prisca. Ese diálogo demanda comprender las orientaciones adecuadas, evitar los conflictos viales e impedir la contaminación atmosférica. El mamotreto será la causa de grandes conflictos en el tránsito de vehículos, ya de suyo difícil por la estructura de Taxco y, por tanto, el origen de una grave contaminación ambiental.

Comprender el genius loci exige, también, el establecimiento de la armonía con las construcciones existentes, para enriquecer la vida de los habitantes del lugar. Si no cumple con esta condición se está manifestando un delito, el cual afecta a la sociedad. Ese nuevo centro expresa la carencia total de respeto a las edificaciones erigidas durante el transcurso de su historia. Estas son símbolos de los trabajos de la comunidad para manifestarse, pues demandaron de grandes esfuerzos tanto económicos como físicos.

La capilla de San Nicolás, vecinas al mamotreto en cuestión, será degradada visualmente. Quedarán destruidas su escala simbólica y cualidades formales. En vez de definir sus contornos ante el azul del cielo y las nubes, lo hará frente a un muro de colindancia, absolutamente mudo. Y en cuanto a su estabilidad y solidez, el terreno será afectado, tarde o temprano, por las nuevas presiones. Y tal vez también afecte a la iglesia de la Santísima Trinidad.

Tú, nuestro Dios, has creado un mundo rígido por el equilibrio, el cual exige la compensación de las fuerzas y ésta ley también está siendo desafiada. ¿Será la sociedad quien tenga que pagar los daños ocasionados, si es que desea conservar ambos edificios, como es su obligación?

En la construcción misma habría que manejar los sistemas de composición. El proyecto que pudimos ver carece del menor sentido de la gramática formal; los autores del desaguisado ignoran la necesidad del ritmo y la proporción. Con ello demuestran su indiferencia hacia el genius loci. Lograrán, no un edificio mudo y, mucho menos, que hable o cante, sino uno que dará alaridos por su incapacidad para expresar la armonía. El propietario tiene derecho a construir el centro joyero, pero ese derecho no puede afectar los derechos de la comunidad. Y eso es lo que ya está haciendo.

Señor Dios, te rogamos que envíes  a tu Santo Espíritu para que ilumine a las autoridades municipales, estatales y del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Tal parece que las leyes de conservación son letra muerta. Sólo tú puedes impedir este desaguisado. Te suplicamos castigar, con la total demolición del mamotreto, a los inversionistas y a sus socios, que se llaman así mismos arquitectos e ingenieros sin serlo en verdad. ¡Concédenos, Dios, este milagro, en beneficio de la parroquia de Santa Prisca, de las capillas de San Nicolás y de la Santísima Trinidad, de la población entera de Taxco! Te agradecemos la atención que nos prestes y te rogamos recibir el amor de tus hijos, que tanto te veneran.

Atentamente:

José de la Borda, minero, y Cayetano de Siguenza, arquitecto

* El autor es director de la Escuela Nacional de Artes Pláticas, Campus Taxco

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