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Ricardo Castillo Díaz

MAREA ALTA

 * Valdés sigue en el PRI; plan para ganar Acapulco

El multidenunciado líder de vendedores ambulantes Antonio Valdés Andrade no ha salido del PRI.

Eso es lo que nos aseguran nuestros informantes. Todo se debe, nos explican, a la estrategia diseñada para que “a como dé lugar” el PRI recupere Acapulco. Es decir, para que su candidato Ernesto Rodríguez Escalona salga victorioso en lo que los priístas consideran como la revancha.

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En su tercera campaña por la presidencia municipal de Acapulco, Zeferino Torreblanca Galindo “no levantaba” a dos meses de la elección de octubre de 1999, según reconocían entonces sus propios colaboradores más cercanos.

La de Rodríguez Escalona era una campaña festiva, vistosa, de contacto muy cercano con la gente en las colonias, donde bailaba con las mujeres al son de pegajosas canciones, con el intenso color rojo por todos lados. Con Zeferino, en cambio, al principio se notaba más solemnidad.

Pero el equipo zeferinista encontró la forma de explotar las debilidades del empresario de la Condesa y solamente con un exitoso spot comenzó a minar la imagen del adversario, buscando poner en entredicho su capacidad. “Ernesto, te reto a un debate”, decía Zeferino a cuadro con aquel criticado fondo blanco y camisa del mismo color.

Luego, los perredistas y frenteciviquistas acordaron enfatizar ante los ciudadanos que entre la planilla de la oposición y la del PRI había un abismo: por un lado, la empresaria conocida por honesta Gloria Sierra y la abogada respetada por independiente Adela Román, y por el otro los cuestionados Jesús Bernal, líder de transportistas, un gremio que no goza de estima social; y Rodolfo Escobar, dirigente de una sección de trabajadores de hoteles.

De ahí, un grupo de jóvenes de universidades privadas representaron sketches anti PRI. Las zetas amarillas avanzaban con rapidez por la ciudad en los medallones de los autos. El tono de la campaña perredista cambió y hasta Zeferino bailó.

A Torreblanca Galindo se sumaban hasta los empresarios que supuestamente firmaron un desplegado en su contra pagado por el gobierno del estado, mientras que a Rodríguez Escalona le organizaban actos encabezados por el ex comisario de El Treinta, Abel Arizmendi Flores y el dirigente de invasores de calles y terrenos, Antonio Valdés.

Un día después de perder la elección del 3 de octubre de 1999, todavía asimilando el resultado adverso, Rodríguez Escalona apareció ante los reporteros. Entonces dijo que sus planes eran “regresar, reorganizarnos y ver dónde fallamos”.

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Toño Valdés no anunció con anticipación su salida del PRI. Por ese hecho el asunto ya parece sospechoso. Dijo que se iba del tricolor en el momento mismo en que encabezaba la asamblea estatal constitutiva de Fuerza Ciudadana, la organización que aspira a convertirse en partido que encabeza el ex perredista Jorge Alcocer Villanueva, quien fue subsecretario de Gobernación a invitación del titular de esa dependencia federal, Francisco Labastida Ochoa, quien eventualmente sería el candidato presidencial del PRI, campaña hasta donde lo siguió Alcocer.

Pues resulta que en realidad, según nos cuentan, todo esto es puritito teatro. Y para ello, Valdés habría recibido la oferta de un millón de pesos, ahora que el “nuevo PRI” no piensa siquiera postularlo para algún cargo. Quinientos mil ahorita y el resto después de la elección del 6 de octubre.

Se trata, dicen los informados, de alejar a Ernesto Rodríguez Escalona de todo lo que lo hizo perder. Incluso –siempre de acuerdo con las versiones– el mismo plan considera mandar al PRD a otra joyita del PRI: a La reina de las banquetas Dalia Serna, a quien le pidieron que por allá de julio o agosto manifestara públicamente su adhesión al que quede como candidato del PRD, aunque nos dicen nuestras fuentes que la dirigente de ambulantes todavía no está muy convencida de aceptar su encomienda.

Pero tanto los valdecistas como los seguidores de Dalia no dejarán de ser ajenos a la campaña de Rodríguez Escalona. La idea es que los golpeadores de Valdés, sin que su líder aparezca, hagan como siempre la talacha de atacar a la oposición, borrando pintas, repartiendo volantes de la guerra sucia que viene contra Zeferino Torreblanca, mientras que los daliasernistas infliltrados en la campaña del PRD, tendrían la misión de destruir cuanta propaganda les encarguen repartir. Y a la hora de la hora, el 6 de octubre estarán obligados a votar por el PRI.

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Casi un mes después de que Valdés dejó el PRI, el gobernador René Juárez mandó al empresario César Bajos Valverde, de la Secretaría de Desarrollo Económico a la campaña de Rodríguez Escalona.

El Brother de la Condesa anunció el pasado miércoles, cuando presentó su plan de proselitismo, que tendrá “ocho meses de campaña”; lanzó el reto de que no quiere uno “sino dos, tres o quince debates”; comenzó sus actividades como virtual candidato del PRI en el Centro de la ciudad, donde Zeferino le ganó, saludando negocio por negocio a comerciantes de la Cuauhtémoc.

En su equipo de campaña se dice además que la planilla que lo acompañará en la elección se formará con presidentes de organismos empresariales y colegios de profesionistas. Chucho Bernal se conformará con ver el asunto de lejitos. El ex comisario de El Treinta, Abel Arizmendi fue asesinado. Y por un millón de pesos –eso se dice– Antonio Valdés Andrade tiene una importante misión que cumplir fuera del PRI.

A Ernesto pues, lo rodearán de otro equipo que venga de la clase media, con el propósito de dejar al PRD con sus dirigentes de invasores, sus taqueros que pelean las banquetas que el alcalde recupera, los disidentes que le bloquean calles y el Palacio Municipal a Zeferino, y que hasta desconocen a sus propios dirigentes partidistas.

¿Será posible que en el PRD se crean aquello de que Rodríguez Escalona es un candidato débil?

¿Acaso los perredistas están tomando en cuenta que de aquí a abril el priísta puede subir las décimas necesarias para empatar a Alberto López Rosas en las encuestas?

¿Qué tendría de malo adelantar la selección de su candidato como lo propuso Félix Salgado, ante un escenario de abierta guerra que los priístas se plantean?

¿Qué no saben que López Rosas puede pronto llegar a su porcentaje más alto y que si Ernesto sube en todo caso el perredista tendería a ir a la baja?

¿Por qué precisamente un día después de que el hijo del Rey Lopitos reunió en el Zócalo de Acapulco a casi siete mil personas, Carlos Alvarez decide en serio buscar la candidatura perredista y solicita licencia en el ayuntamiento?

¿Qué vida institucional de un partido es aquella en la que los militantes pueden deponer a sus dirigentes, ocupar las instalaciones del Comité Municipal y sólo pensar en su beneficio personal valuado en “pesos y centavos” como ellos mismos dicen?

¿Se preparan los priístas para recuperar el ayuntamiento metiéndose hasta la cocina de la administración zeferinista, como ocurrió con el operador electoral del tricolor que ahora es el juez calificador del Departamento de Infracciones de la policía municipal?

¿Y Zeferino lo permite? ¿Se le olvida que precisamente su administración será el principal blanco de ataque de la campaña priísta?

¿De verdad querrá ganar el PRD y mantenerse en el gobierno municipal?

Mientras encontramos respuestas, Toño Valdés sigue en el PRI y Ernesto y su amigo el gobernador vienen con todo.

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