Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jaime Castrejón Diez

Momentos de decisiones

Después de algunos meses de no escribir sobre la realidad política mexicana por estar fuera del país, reiniciar este diálogo se hace sencillo al conocer la carta de Mangabeira al Presidente Fox. Ha pasado más de un año desde el cambio de régimen sin que ya se pueda hablar de cambio de sistema. Esto hace que el análisis de nuestra realidad requiera de una visión en sentido amplio. Se tienen que escudriñar no solamente el Ejecutivo, sino el Legislativo y los partidos políticos para formar una opinión.

Comenzar de abajo para arriba me parece lo apropiado. Los partidos políticos han jugado un papel muy ambiguo, lo que ha frenado un cambio real que nos orientara hacia una sociedad y una economía más modernas. El PAN, con sus divisiones internas ha dejado al Presidente sin partido, lo que hace que su liderazgo nacional se haya minimizado y haya alentado las dudas de si la democracia traería automáticamente los cambios deseados. Esta distancia con su mismo partido hizo que el “bono democrático” se gastara rápidamente y el desgaste personal apareciera en forma acelerada. El PRI, también dividido internamente, ha jugado un papel que se puede definir con un frase famosa: “El papel de la oposición es oponerse”, pero no ha sido propositivo, más preocupado por recuperar el poder, volver al pasado con sus privilegios esgrimiendo “la Revolución Mexicana” como argumento de buen gobierno e ignorando el bienestar nacional. El PRD también dividido busca más la ubicación para futuras luchas que la evolución a corto plazo del país. Al partido ecologista solo le preocupan las corridas de toros.

Por su lado, el Poder Legislativo ha sido poco creativo y hasta cierto punto refleja la actitud de sus partidos. El PAN no fue la  fracción parlamentaria que hubiera creado los puentes de claro apoyo al Ejecutivo, sino que trató de mediatizar sus servicios partidistas, lo que acentuaba la duplicidad de liderazgos del “partido en el poder”. La fracción parlamentaria priísta trató de servir a los intereses de su partido combatiendo las iniciativas presidenciales como una forma de bajar la popularidad del Presidente. Si  hiciéramos una comparación con el futbol americano, ahora de moda por el Super Bowl, al PAN se le castigaría por salida en falso y al PRI por obstrucción. La fracción parlamentaria del PRD estaba jugando basket.

El escenario es claro, el Presidente Fox tiene que sacar las políticas sin partidos aliados y a pesar de las fracciones parlamentarias, esto ya es muy claro. Por ello es importante ver los conceptos del texto de la carta de Mangabeira a Fox que en su primera parte hace énfasis en el liderazgo personal, cuando compara dos formas diferentes de reacción ante la crisis: la de Hoover, pasiva y tratando de evitar que el daño se hiciera más profundo y la de Roosevelt, activa, convirtiéndose en promotor, cambiando el papel de presidir sobre el desastre por el papel de constructor de un nuevo sistema. Me parece que esta analogía al principio de su carta es muy pertinente en estos momentos.

Más adelante, en su texto, comienza a vincular el crecimiento económico con la idea de ampliación de oportunidades para los mexicanos. Hace un listado de las acciones que se deben tomar para lograr estos objetivos. Tres de ellas son muy sugestivas. Uno es la ampliación del crédito tanto dentro como fuera del sistema bancario. El segundo es concertar transferencia de tecnología y el tercero es el de ampliar el concepto de la política educativa enfatizando educación de adultos y entrenamiento vocacional. La educación de las próximas generaciones es muy importante, pero también lo es la idea de reciclar adultos como parte de la política de empleo. Para incorporar al empleo a grandes números de trabajadores hay que capacitarlos para que se reciclen en la dirección moderna de la producción.

El panorama nacional es incierto si no hay una afirmación de políticas que lleguen al grueso de la sociedad. Esto sería un cambio no solamente necesario, sino bienvenido por la sociedad que considera que la etapa de retórica y de imagen ya concluyó, que continuar con la amenaza de la ingobernabilidad del país ya se ve claramente como una maniobra de la política tradicional que muestra una falta de madurez y hasta de patriotismo. El escepticismo y la pasividad de la población solamente se pueden vencer con acciones que la transformen en una sociedad participativa. Pero esto solamente se logra con liderazgo, es esencial ya distinguir popularidad con la capacidad de conducir.

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