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Alejandro Díaz Garay

Encuesta: legitimación del dedazo

“En política los tiempos cuentan”, es una frase que no olvidarán quienes han quedado en la orilla. Me refiero a los priístas que contendieron por lograr la candidatura, con posibilidades.

Es el caso de Miguel Mayrén Domínguez y Luis Walton Aburto, quienes traían un crecimiento meteórico. Walton creció en 150 por ciento en los últimos cinco meses y Mayrén lo hizo en 299 por ciento en el mismo periodo. Desconozco si estos personajes conocían las tendencias de crecimiento que venían registrando; tengo la impresión que Walton sospechaba, a juzgar por su renuencia a que fuese la encuesta el único método de selección del candidato. En el caso de Mayrén, más que en la encuesta, confiaba en la amistad que le une con el gobernador.

Mitofsky hizo lo que tenía que hacer, medir la preferencia electoral al margen de simpatías partidistas. Podría objetarse el alto margen de error que necesariamente se tiene cuando se trabaja con un universo muestral tan bajo, pero sin pretender salir en defensa de nadie, es preciso señalar que entre Ernesto y Miguel, primero y segundo lugar al interior del PRI, hubo una diferencia porcentual de 5.6 por ciento, de acuerdo con la encuesta que practicamos un grupo de universitarios los días 29 y 30 de enero en el puerto de Acapulco.

Los resultados de Mitofsky, que según declaraciones costaron casi medio millón de pesos al PRI, eran un secreto a voces. La valiosa información que arrojan las encuestas en un proceso electoral se redujo a legitimar una decisión cupular previamente tomada desde Casa Guerrero. Si bien es posible mover las encuestas hacia arriba o hacia abajo, lo más difícil de una campaña –según los que saben–, es el posicionamiento de la imagen del candidato y lo más escaso es el tiempo y no el dinero como la mayoría piensa.

Los conflictos del ex secretario de Educación con la disidencia magisterial hicieron que éste caminara cuesta arriba durante el 2001 y ahora que empezaba a tomar vuelo su campaña, unos “iluminados” (que vinieron a decidir quien iba por Acapulco), le cortan la inspiración.

El caso Walton hay que leerlo entrelíneas. La alianza PRD-PAN-PT-PRT conformada en 1999 fue decisiva para que llegara al poder la entonces llamada oposición. El PAN trae actualmente una fuerza de 18.7 por ciento; insuficiente para lograr por sí solo la Presidencia Municipal, dado que el PRI –aunque ha caído– posee un 32.6 por ciento de preferencia electoral y el PRD creció ligeramente y se sitúa en primer lugar con el 34.0 por ciento de aceptación entre la ciudadanía.

Si se llegara a registrar Luis Walton por el PAN, como recientemente se especula, como él dice no estar seguro de llegar a la Presidencia sólo de participar como candidato, pondría en riesgo la consolidación del proyecto democrático iniciado por Zeferino Torreblanca, quien por cierto obtuvo la mayor calificación por su gestión gubernamental con relación a Vicente Fox y René Juárez, estos últimos a la baja.

¿Le juega realmente Walton a la rebelión al interior del PRI? o ¿sólo es ave de mal agüero que busca desequilibrar las posibilidades de seguir avanzando contra la corrupción y el mal gobierno?

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