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María de la Luz Núñez Ramos y Arturo Martínez Nateras

Evaristo, invicto luchador político mexicano

(Primera de tres partes)

Ciudad Acuña, Coahuila. Un mexicano excepcional ha muerto. A partir del 21 de enero la historia acoge amorosa en su seno a Evaristo Pérez Arreola. Evaristo emprende uno más de sus viajes. El volverá cada vez que alguien de sus amigos, de sus camaradas, de sus paisanos, de sus compañeros, de sus familiares lo requieran.

Evaristo cabalga por el espacio infinito. Hoy inicia uno más de sus ires y venires a los que nos tiene acostumbrados. El viaja acompañado de nuestro amor, de flores rojas que tanto ama, de la policromía natural. Sembró amor. Cosecha amor. Sembró amistad. Cosecha amistad. Es unitario y concertador y la unidad le dice adiós en la despedida. Evaristo es hijo, esposo, padre, abuelo, suegro y hermano.

Evaristo es un constructor y fundador de sólidas instituciones. Evaristo es el gran e invicto líder sindical y universitario. Evaristo es torrente político de la izquierda democrática y socialista. Evaristo es un fructífero legislador, de aquellos que legislan con la sociedad. Evaristo es federalista por convicción y municipalista por origen. Evaristo es pueblo y como pueblo es tolerante, generoso, dadivoso, platicador. Evaristo encarna la atención y la respuesta.

Evaristo es solidaridad y mano amiga. La historia de los pueblos la escriben los pueblos con la mano de los grandes actores públicos que son sus escribanos. Evaristo es imprescindible para conocer y revivir la historia de México, de Coahuila y de Acuña de la segunda mitad del siglo XX y de estos dos tremendos primeros años del XXI. Norteño, fronterizo, provinciano, niño, viajó desde Acuña al centro del país, a Orizaba, a estudiar la secundaria en la escuela para hijos de trabajadores.

Después a México a cursar la preparatoria en el plantel número dos de la UNAM. Internado, becario alcanzó todavía los beneficios de la política social que permitió a millones de provincianos formarse como profesionistas. El guapísimo Evaro ingresó a la Facultad de Derecho de la UNAM, donde años después se titularía con una tesis necesaria para todos los estudiosos de derecho político: El estado de la concertación democrática. Una propuesta mexicana.

Evaristo es un trabajador modelo. Nunca ha dejado de serlo. Ama al trabajo y a los trabajadores; se deleita realizando sus capacidades físicas e intelectuales. Repartidor de mercaderías, bolero, paletero, como estudiante de escaso recursos estudia, lucha y trabaja; por ello en 1961 ingresa al departamento de adquisiciones de la UNAM, dependencia de Rectoría.

Allí, viviendo en carne propia los problemas, las angustias, la zozobra, la inestabilidad y la incertidumbre, la marginación y la discriminación, entiende la necesidad de la organización y participa en la fundación del sindicalismo universitario.

Evaristo no es invento de nadie. Es un ser excepcional que surgió de las mismas entrañas vírgenes y profundas del trabajo universitario. Evaristo no es una impostura. Él como todos los sindicalistas se hizó desde abajo, con sus compañeros inicia la organización ascendente. A todos ellos los acosan los prejuicios elitistas, las incomprensiones, del ¿puritanismo academicista y estudiantilista? de la cúpula universitaria de derecha y de izquierda.

El 28 de octubre de 1966, el mismo día cuando nació Lenin, Evaristo y sus compañeros, fundan las ATAUNAM y eligen como primer Secretario General a Miguel Núñez Alvarado y a Evaristo como secretario del interior, cargo que ocupó después con Nicolás Olivos Cuéllar. En 1972 optan por crear al Sindicato de Trabajadores y Empleados de la UNAM, el STEUNAM, del que Evaristo es elegido Secretario General.

El volcán empezaba a hacer erupción. Cierto, los sindicalistas tenían una fuerte formación gremial desde evolucionaron a la política, pero esto requiere un esfuerzo intelectual de comprensión pues durante el 68 se manifestaron al lado de los estudiantes; fueron algunos de los líderes del CGH quienes los rechazaban. Los sindicalistas siempre fueron solidarios con el movimiento y con los estudiantes presos.

La historia del sindicalismo universitario y del nuevo sindicalismo tiene en Evaristo Pérez Arreola a un gran líder invicto. Visionario, atrevido, valiente, propositivo, inteligente. Luchaba cuando la mayoría de los prudentes aconsejaba no hacerlo y por ello rompió inercias, muros.

Evaristo organizó al sindicalismo universitario y supo ser tan flexible y prudente, tan práctico para ceder cuando en la balanza pesaba la opción entre el radicalismo inflexible y la sabiduría de quien entiende a la lucha democrática y a la inconformidad como valores permanentes; como motores de la historia.

Propuso, dirigió, lidereó, las huelgas, tres de ellas cruciales. En 1972-73 la fundadora del sindicalismo de la UNAM. En 1977 la inaugural del sindicalismo unitario de académicos y empleados y en 1988 la de la transición. Por su talento los trabajadores universitarios de todo el país conquistaron el derecho de ser, de actuar organizados; la contratación colectiva y sus derechos constitucionales.

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