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Benito Alberto Ucán

En el MAR la vida es más sabrosa

En un político el cinismo es un signo ominoso. El cinismo denota desprecio por la dignidad, humilla, manifiesta prepotencia, agravia al otro, lo vuelve servil y toda relación humana se degrada en la consecuencia y en la genuflexión. El cínico es una persona abominable, más en política. Como si la vida fuera un bolero, apenas en estos días, el flamante senador de izquierda, Armando Chavarría Barrera dio muestras ostensibles de este talante (que seguramente pasará inadvertido para muchos analistas políticos) cuando dijo que en “el mar la vida es más sabrosa” (frase que no desmerece del folclor político al que nos acostumbró el ex gobernador Rubén Figueroa Figueroa), refieriéndose a la hegemonía de su organización política en el proceso electoral que se avecina para elegir rector en la Universidad Autónoma de Guerrero.

Efectivamente, para él y sus colaboradores más cercanos la vida ha sido más sabrosa a partir de que han manejado a la universidad como patrimonio propio. Tiene razón en recordárnoslo: el patrimonialismo como una expresión desmesurada de la política. Ni más ni menos como en la época virreinal. Por lo menos en ese tiempo existía el juicio de residencia, mecanismo que impedía el “enriquecimiento inexplicable” del Virrey en turno. En nuestra universidad no existe un control de este tipo. Ahí está el caso del ex rector Hugo Vázquez, que no es el único escándalo que ocupa las páginas de los periódicos locales.

Queda de manifiesto así, que la tarea pendiente para los universitarios más lúcidos y valientes, es la de recuperar y reestructurar la institucionalidad de la UAG. La empresa parece imposible por cómo se están desarrollando los últimos acontecimientos con relación a la elección del próximo rector. El MAR parece un grupo político omnímodo, omnisciente, todo lo engulle, todo lo envilece, no importa el medio. Nos recuerda los mecanismos corporativos más deleznables del PRI.

Entre los universitarios cunde el desaliento, el escepticismo, la desmoralización, el fatalismo. La política en la UAG se volvió mafiosa, así como toda actividad social se volvió mafiosa en nuestro país a partir de la larga permanencia de un sólo partido de Estado, el PRI, durante mas de 70 años. Si creen que esta apreciación respecto a la permanencia de un sólo partido durante mucho tiempo en el poder es exagerada, tan solo vean los innumerables ilícitos que se descubren a diario en todas las instituciones gubernamentales y lo que sucede en la UAG. Es espantoso y produce terror: fraudes, secuestros, peculado, manipulación de la ley, intervenciones telefónicas, amenazas a funcionarios, atentados, crímenes políticos, etc.

¿Y en la UAG no sucede lo mismo? Nomás basta recordar la desaparición reciente de las computadoras (incidente menor, pecata minuta) para eliminar pruebas comprometedoras. Seguir enumerando más ilícitos sería darle rienda suelta a nuestro masoquismo. Todo esto ha sucedido en el país, y sucede en la UAG, porque se olvidó un principio liberal valioso, imprescindible para un gobierno democrático: “El poder corrompe, el poder absoluto, corrompe absolutamente”. El fenómeno del poder todavía es un asunto que no ha discutido ni esclarecido la izquierda enquistada en el poder en la UAG. Es uno de los temas pendientes en su agenda si pretende modernizarse, si en verdad quiere sobrevivir como opción política.

Existe por lo tanto, para esta izquierda (¿no será problema de toda la izquierda?), una confusión cuando se trata de analizar la naturaleza del poder. Desde su razonamiento simple, por falta de información sobre el pensamiento liberal clásico, resuelven el asunto maniqueamente, distinguiendo entre poder democrático y poder burgués, uno bueno y otro malo, como si hubiera dos clases de poder. Desconocen que el poder es el mismo en todas partes, es un monstruo, independientemente del partido o la persona que lo detente. Hobbes nos lo dijo hace varios siglos. Este problema no lo previó Marx ni Lenin, menos Stalin y Mao. Por eso opusieron al poder burgués el poder proletario. Y ya sabemos en que degeneró todo esto. No. Es perverso e ignaro señalar que existe un poder democrático. Es un absurdo afirmar lo anterior. Los liberales saben muy bien que la democracia se inventó para contrarrestar el poder. La democracia, pues, es el resultado de la experiencia   ciudadana de padecer el poder puro, es decir, los excesos del poder omnímodo, ¿o no? Y los excesos de poder que se cometen en la UAG quién los detiene. Ese es el nudo gordiano que no pueden desatar los universitarios para que las cosas cambien, sean distintas, razonables y racionales políticamente hablando.

¿Qué es la democracia para Chavarría, Wences Reza, Gabino Olea, etc.? Si lo saben, si tienen su propia versión no nos la han dicho. Este es el momento para que nos lo digan. Para estos “políticos de izquierda” la asignatura de la democracia se reduce a una frase estelar. Obligados por la nueva realidad la manejan sólo en el discurso, a regañadientes, vergonzosamente, en contra de su voluntad, impuesta por el principio de realidad que siempre ignoraron. La democracia es una cultura, una forma de vida que en la UAG sigue siendo postergada para las calendas griegas.

Cómo podríamos describir la política que ha predominado en la UAG desde el ascenso de la izquierda. Toda semejanza con el PRI es pura coincidencia: caudillismo, patrimonialismo, canibalismo político, corporativismo, discrecionalidad, ausencia de institucionalidad, etc. Charrismo político es decir poco para referirse a la corrupción que corroe la vida universitaria. Siempre he insistido que hace falta una historia objetiva, desideologizada de la UAG. Hasta ahora no aparece el historiador que acometa esa empresa desmistificadora. Mientras tanto, el mito que se ha tejido en torno de la universidad por la izquierda, nos sigue demostrando una verdad (la suya) publicitaria que manejó con habilidad criminal el fascismo: una mentira que se repite mil veces se convierte en verdad.

Por último, quiero enfatizar que lo que dije primero, por su gravedad, por lo terrible de su significado: el exceso de cinismo de Chavarría fue tan evidente, que no contento de su primera expresión folclórica, remató en el mismo tono: (el MAR) tiene para dar y prestar “de ahí surgieron los candidatos”. ¿Quieren más evidencias del monolitismo político que se vive en la UAG? Ahora, en mal momento, al experimentado político que es Chavarría, lo traicionó el inconsciente. Entonces, la pregunta sería. ¿Cuál democracia en la UAG? Lo que sucede hoy con las elecciones en la UAG es más deplorable, si tomamos en cuenta que el mismo PRI hace intentos por modernizarse. ¿La izquierda en la UAG, cuándo lo hará? ¿Quiénes serán los nuevos actores de la modernización en la UAG? Esta es la incógnita. Mientras tanto seguimos viendo la misma vieja película: El maximato, La Sombra del Caudillo, La Ley de Herodes. Toda semejanza con lo que sucede en la UAG es pura coincidencia.

PD. Sin querer, Chavarría nos dijo una gran verdad, que ningún político se atrevería a decir en público, que la vida es una tómbola, pues las frases que expresó eso quiere decir. El uso espontáneo del humor y de la ironía (elementos propios del arte) por un político distraído es una arma de doble filo. El arte es de naturaleza subversiva, iconoclasta. En política es un suicidio utilizar estos recursos cuando no se está consciente de sus peligros.

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