Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jesús Vargas Vargas

Desde algún lugar de la Costa Chica

 Un ejemplo de unidad en la diversidad, de anteponer la paz y el interés de la colectividad a los intereses personales de grupo o partidistas, de querer buscar soluciones con la participación de todos, de respeto entre grupos diferentes y entre éstos y las autoridades estatales y municipales, es lo que me encontré en un pueblito amuzgo de la Costa Chica, pegado, allá, a la línea con la que colindamos con Oaxaca.

El conflicto originado por factores externos a la comunidad amenazaba con derivar hacia condiciones de confrontación dando sus primeras muestras con algunos golpes entre sus pobladores, quienes al no poder, ellos mismos, dar el primer paso para conciliar un conflicto interno de su comunidad, acudimos como es nuestra responsabilidad como servidor público en una de las áreas de operación política del gobierno del estado.

Con ese hablar melancólico, ávido de respuestas y claro de corazón y pensamiento, que esconde una férrea e indisoluble unidad comunitaria que rechaza, tal vez sin mirarse al espejo, con el aliento y gesticulación de su lenguaje todo aquello que los divide, estuvimos ahí para escuchar sus quejas que más provienen de lo ajeno que de su idiosincrasia, de su cosmovisión dicen. Nosotros los mestizos no tenemos derecho a alterar su orden, su unidad natural.

Si yo he recibido saludos de alta calidad humana, esos han sido de los indígenas amuzgos; chamacos, niñas, jóvenes, señoras y señores se arremolinan siempre a ver descender el helicóptero y apenas me estoy bajando cuando ya tengo frente a mí una mano calientita de una niña, de un niño con tremendas risotas de traviesos, saben que me envía el gobernador, me aplauden, eso sí, quieren que primero los escuche y luego me quieren oír; veo en sus ojos ganas de que les diga algo que les sea útil para que no sigan avanzando las situaciones que les están robando su unidad, la paz entre sus niños, el trabajo entre tanta pobreza.

Veo las calles del pueblo de tierra roja con un fino polvo que hasta dan ganas de andar descalzo como ellos y pienso, mientras los escucho hablar, que ellos tal vez no quisieran que se les pavimenten sus calles, ¡imagínese, se les estaría trastocando su mundo de a rais! (Claro que esto mismo no es igual a darles un par de huaraches).

Les digo claro y con gran convicción que estoy ahí con ellos porque para René Juárez lo más importante es que los guerrerenses vivamos en paz y que las comunidades indígenas no se desintegren y pierdan su unidad, claro, me creen porque es cierto, por eso cuando les digo que ellos también ayuden al gobernador a mantener la paz y unidad de los guerrerenses dicen que sí.

Escucho los agravios recíprocos de ambos grupos, da tristeza porque encima de su pobreza, que ya es pesada, todavía tienen que vivir divididos, en el fondo da coraje también porque se dejan manipular; pero en fin, mi trabajo es hacer posible la gobernabilidad, es decir, coadyuvar a la relación gobernantes y gobernados en los términos de un reconocimiento y aceptación recíproca entre ambas partes, por eso en la gobernabilidad son responsables tanto gobernantes como gobernados, como dice mi jefe: “El serrucho se jala de dos lados”.

Les decía que escucho sus agravios, claro con interprete de por medio, aunque a veces siento que me dicen más los gestos de sus caras y sus ademanes que lo que me dice el traductor, pero de todos modos es una maravilla escuchar su lengua.

Les propongo tres vías para que diriman su conflicto, en orden de importancia: mediante sus usos y costumbres, que muchas veces es más eficiente sin trastocar la ley; a través del procedimiento legal que bien aplicado no tiene que ser injusto, o el diálogo, la palabra, eso que nos distingue de todos los seres vivos de la tierra, eso que nos hace inteligentes, eso que nos une, que hasta nos permite conversar con nosotros mismos.

Escogieron el diálogo, se van a sentar en una mesa para dialogar pacíficamente el problema que los está dividiendo, esto es un avance, ejemplo noble para los que no se quieren sentar, para los de enfrente: unidad, unidad, no romper el diálogo, eso es irracional, caer en una condición antítesis de lo humano.

Miren, podremos estar bien pobres en Guerrero, podremos tener nuestra historia de broncos, pero aún en esas circunstancias la política funciona sobre todo cuando se practica ajena a ambiciones personales.

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