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Las Palancas, evidencia de la acción conjunta de militares y civiles armados

* Alvaro y Juan García Avila afirman que han sido víctimas de la represión contra los defensores de los bosques * En febrero del 2000 vieron en la sierra a los soldados al mando del teniente Carrera con los civiles al mando de Rogaciano Alba

Maribel Guitiérrez (tercera parte y última) *Los hermanos Alvaro y Juan García Avila, son campesinos ecologistas que están sentenciados a 12 años de prisión por portación de armas. Les parece excesiva la condena, y consideran que desde su detención en la sierra de Petatlán, el 18 de febrero de 2000, hasta la sentencia y su ratificación, son actos represivos, motivados por su participación en la defensa de los bosques de la sierra.

Afirman que el origen del conflicto es ecológico, y que de una parte están los defensores de los bosques, y de la otra, los madereros, talamontes, y los caciques, encabezados por el presidente de la Unión Ganadera Regional de Guerrero, Rogaciano Alba, y el Ejército y la Policía Judicial Federal que los apoyan.

En la detención de los dos campesinos ecologistas hay evidencias de esta alianza entre caciques y militares, que los campesinos ecologistas han denunciado. Ese día, llegaron a Las Palancas y a El Nogal, en la parte más alta de la sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán, tropas del Ejército, del 40 Batallón de Infantería, con sede en Ciudad Altamirano, al mando del teniente Alberto Carrera, que iban a las órdenes de Rogaciano Alba, que iba acompañado de un grupo de civiles armados, los García Guterrez, al que los ecologistas identifican como un grupo paramilitar.

Con Alvaro y Juan García Avila fueron detenidos otros dos jóvenes que fueron puestos en libertad, y su sobrino, Alfredo García Torres, uno de los siete presos ecologistas del reclusorio de Acapulco, que es de los más conocidos de este grupo, debido a que también está acusado de homicidio de siete policías Judiciales Federales y madrinas, que atacaron la comunidad de Rancho Nuevo, el 3 de marzo de 1999, y cayeron cuando repelió la agresión la gente que se encontraba en ese lugar en un novenario.

Juan García Avila y Alvaro nacieron en Las Palancas, ejido de Río Frío de los Fresnos. Se consideran ecologistas, porque siempre han trabajado en la defensa de los bosques, del agua y de los animales. La Organización de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán no los incluye en su lista de presos que defiende, ni ellos conocían a la Organización antes de estar en la cárcel.

La “mala idea” de los caciques contra los ecologistas

Cuando los soldados del 40 batallón y el grupo de Rogaciano Alba entraron a las casas de Las Palancas, muy temprano el 18 de febrero de 2000, Juan García Avila, de 31 años, aceptó que tenía una escopeta de un tiro.

Dice que encontraron la escopeta en la casa de su hermano, Mario García Avila. Pero él se declaró culpable para que los soldados no se llevaran a su hermano, que estaba enfermo. Los soldados le dijeron que no iba a tener problemas si declaraba que le pertenecía el arma.

Ya detenido, los soldados lo torturaron “con palabras”, le decían que lo iban a capar, para que repitiera que el arma le pertenecía.

Y después, en el informe que rindieron los militares, inventaron que Juan García Avila había sido detenido en el campo, y que llevaba dos escopetas. Y ese informe se ha dado por válido, hasta la ratificación de la sentencia y la negativa del amparo.

“En el juzgado (tercero de Distrito, en Acapulco) dije que el arma no era mía, que la había aceptado porque me amenazaban los judiciales federales en Zihuatanejo”, explica.

También fueron a declarar al Juzgado las testigos de su detención, Gerónima López Contreras, dueña de la casa donde se encontraba; Carmela García López y María de Jesús García López. Ellas dijeron que se habían metido los soldados a la casa y que no habían encontrado a Juan con armas. Pero no las tomaron en cuenta. El juez Jacinto Figueroa lo sentenció a 12 años, y en la apelación y el amparo les ratificaron la condena.

Juan, lo mismo que Alvaro García, piensan que son muchos años para ese delito, y que esa condena excesiva tiene qué ver con el movimiento ecologista.

“Son muchos años para una escopeta, puede ser una mala idea de alguien. Nunca habíamos visto que por una escopeta se trajeran a alguien detendio. Hay algo irregular. La mala idea es porque nosotros hemos defendido los bosques. Vemos que hay órdenes contra los ecologistas”, dice Moisés Martínez, otro de los presos ecologistas.

Dicen los presos ecologistas que esas órdenes vienen de “los caciques de allá”, “principalmente Rogaciano Alba, el jefe de los riquillos”.

Alvaro García explica: “Los caciques a veces no son riquillos, pero son priístas que se alían con Rogaciano. A veces son los talamontes, porque nosotros estamos en contra de que talen los bosques, mientras nosotros pasábamos apagando lumbres”.

Alfredo García Torres explica, de manbera esquemática, lo que pasa: “Nosotros les pusimos el alto a los taladores. Ellos se apoyan con caciques, y ellos se apoyan en el gobierno (el Ejército), y viene la represión.

“Sabemos que por defender los bosques el gobierno no nos puede encarcelar. Pero nos encarcelan porque no los dejamos explotar los bosques.

“Nosotros desde 1988 nos pegamos con los que protegen los bosques, hicimos Brigadas Cívicas. Nosotros estamos en la sierra, de donde nace el agua.

“En Petatlán antes había agua, ahora está contaminada, se agota el agua arriba y ya no corre abajo y perjudica a todos”.

Se le pregunta si sabía de la existencia de la Organización de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán, y explica: “Yo no conocía a la Organización Ecologista, pero siempre hemos trabajado para proteger los bosques y animales, porque no se pueden defender solos”.

Da una prueba de su actividad en defensa de los bosques: “Nosotros, allá arriba, hemos cuidado los bosques, hay venados, jabalíes, leones, tigres, tejones, zorros, que ya no se ven en las partes más bajas.

“En las partes bajas ya no hay bosques ni animales, y la gente enyerba los ríos para sacar camarones”.

En esa parte de la sierra de Petatlán, hay causas muy diversas de los conflictos, como rencillas familiares y el narcotráfico. Pero los presos ecologistas afirman que en su caso, el origen de los conflcitos es la defensa de los bosques. Explican que se iban creando conflictos porque ellos no se prestaban a negociar para que explotaran la madera. Los talamontes trataban de negociar, y los ecologistas no aceptaban. Como los madereros tienen poder, cuentan con el apoyo de militares y policías judiciales para sacar la madera. Afirman que este es el caso de Rogaciano Alba, y aseguran que él manda a los judiciales federales de Zihuatanejo, y el Ejército lo apoya.

Así explican que los defensores del bosque tenga en su contra a los talamontes, los caciques y el Ejército.

Civiles y militares, en el filo de la sierra

El día en que fue detenido en Las Palancas Alvaro García Avila vio a Rogaciano Alba, con los militares.

Dice que Rogaciano iba vestido de civil, con botas de vestir, sombrero tejanito blanco, y con un AR-15. Y los civiles de su grupo iban con chamarras.

Por su parte, Juan García Avila aclara: “No conozco a Rogaciano Alba, pero sí a los civiles que iban con él, son los García Gutiérrez”.

Alvaro (que está acusado de portación de armas de alto poder, aunque reconoce que sólo tenía en su casa dos rifles calibre 22), conoció el nombre del militar que llevaba a los soldados que actuaron con el grupo civil:

“Llegaron los soldados a mi casa, les pregunté quién es el jefe de ellos, me dijeron que el teniente Alberto Carrera.

“Se adelantaron Rogaciano y el teniente Carrera a El Nogal. Ahí había siete civiles en dos camionetas particulares”.

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