Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Alfredo Arcos Castro

En Guerrero no pasa nada

Giuseppe Tomasi, duque de Palma y príncipe de Lampeduza autor de la novela El gatopardo en ella el príncipe Fabricio Corbera, figura central de la obra, es alguien desesperadamente convencido de la fatalidad, de la inmutabilidad, de la imposibilidad del cambio y del triste destino de Sicilia, su tierra natal. Una idea recorre constantemente el texto de Lampezuda: “Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie”, “y luego todo seguirá lo mismo, pero todo estará cambiado”… “una de esas batallas en las que se lucha hasta que todo queda como estuvo”.

El gatopardismo “cambiarlo todo, para que todo siga igual” es hasta nuestros días en algunos estados de la República la práctica política que más beneficios le han dado al viejo régimen político priísta. Crear en la conciencia de los militantes y ciudadanos la ilusión del cambio, pero en el fondo, lo que se pretende es mantener el poder a toda costa.

En síntesis, esta a sido la historia política del poder en México. A setenta y dos años la historia política en el país sigue oscilando entre el dedazo y el clientelismo político. Ambas prácticas antidemocráticas no han permitido el avance y desarrollo político de los mexicanos, y por ende el atraso económico y social en el cual nos encontramos es el resultado.

En agosto del 2000 triunfó la democracia que pretende hacer de México una nación más justa, más igualitaria, más fraterna, más tolerante. Sin embargo, la historia a la manera de los clásicos griegos se repite y como un ciclo perverso que no tiene fin, en el estado de Guerrero en la actual coyuntura electoral al interior del Partido Revolucionario Institucional (PRI), afloran con fuerza de nueva cuenta prácticas antidemocráticas que a la luz de la reciente asamblea nacional pensábamos formaban parte del pasado, pero no es así, el dedazo práctica nefasta que mucho daño le ha hecho al país, hoy en día en el estado de Guerrero sigue vivita y coleando.

En otras palabras, el cacique mayor en Guerrero sigue manipulando a los militantes priístas y a los ciudadanos en general, es un hecho que su dedo índice sigue operando, señalando en forma autoritaria quienes serán los candidatos del PRI para las presidencias municipales y diputaciones locales.

El dedazo ha sido en el país la practica política a través de la cual el viejo régimen designado a los representantes políticos (gobernadores, diputados, senadores, presidentes municipales). Es el acto en donde el presidente, el partido, el gobernador, el hombre fuerte, el caudillo, el cacique, decide al margen de los militantes y ciudadanos, a aquellos que representarán el poder público. Es una de las reglas no escritas del viejo sistema político mexicano que resume con gran lucidez la política de la simulación en el país. En suma, es la prepotencia irresponsable de un régimen político que todavía se niega a morir.

El ejemplo más reciente en donde se puede constatar esta práctica tradicional priísta es la designación del candidato municipal de Chilpancingo, en donde de antemano todos los aspirantes ya saben quién es el elegido por el cacique mayor, pero, sin embargo, le hacen al teatro.

La ironía de este hecho es que al margen de los militantes y ciudadanos se señala quien será el afortunado para dirigir los destinos del municipio. Tal y como sucedía en la década de los cincuentas, en Guerrero no pasa nada, las cosas siguen igual o peor. Por otro lado, los partidos de oposición no están al margen de esta cultura política antidemocrática, la similitudes son muy parecidas, producto de una cultura política parroquial muy sedimentada.

Constantemente en los discursos políticos de los distintos partidos se habla de democracia, justicia, no al dedazo, no a la impunidad, a la imposición, al clientelismo político. También se habla del progreso, del desarrollo, la modernidad, la civilidad, la tolerancia, la lucha por el cambio, pero en la realidad las prácticas caciquiles permanecen y como en la novela de El gatopardo los guerrerenses quieren seguir soñando, odian a quienes quieren despertarlos, aunque sea para ofrecerles los más hermosos regalos como son la democracia y la libertad. Qué le vamos hacer en Guerrero no pasa nada.

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