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Judiciales hostigan a los familiares del policía que mató al cónsul, denuncian

* Se amparan la esposa y el suegro del vigilante homicida * Bulmaro Loreto también fue agente de la PGR, dice su mujer * En el hotel de Philippe Delmotte trabajaba de 6 de la tarde a 7 de la mañana, ganaba 700 pesos semanales y sólo tenía seguro social, agrega * Han sufrido tortura psicológica, acusan

Raquel Santiago * Estrechamente vigilada las 24 horas del día, junto con sus padres, la esposa de Bulmaro Loreto Olayo –quien hizo los dos disparos que mataron al empresario francés en funciones de cónsul, Philippe Delmotte Carrade–, Socorro Sánchez Sandoval, demandó poner fin al hostigamiento de agentes de la Policía Judicial del Estado (PJE).

El primero de enero de este año, a las 2:30 de la mañana, el empresario recibió dos balazos calibre .38 especial en el patio de su hotel Hacienda Vayma Resort ubicado en Pie de la Cuesta. Poco después, a las 4 de la mañana, falleció en la Unidad de Medicina Familiar del IMSS.

La esposa del vigilante prófugo, Socorro Sánchez Sandoval, consciente de la situación legal de su compañero, dijo que sólo quiere rehacer su vida normal y detener la excesiva vigilancia a la que es sometida junto con sus padres mayores de 60 años, Armando Sánchez Barrera y María Sandoval Cortés, en su casa ubicada en la colonia Jardín Palmas, donde sus progenitores han radicado durante 35 años.

En entrevista con El Sur, informó que ella y su padre están amparados por la justicia frederal desde el 3 de este mes, debido a que temen por su integridad física. Pero esa herramienta legal no los libera de ser vigilados e incluso obligados a no salir de la colonia.

Los agentes judiciales, aseguró, también los obligaron a cerrar la pequeña tienda de abarrotes que operaban, así como cortar el servicio telefónico y a abandonar sus trabajos, como es el caso de Armando Sánchez, de profesión pintor.

Ante tal situación, reconocen los entrevistados que gracias al apoyo de familiares y amigos han podido sobrellevar el arraigo, mediante dotaciones de despensa y dinero para poder comer mientras continúan las investigaciones.

Casada con Bulmaro Loreto desde hace 11 años, tiempo en el que procrearon tres hijos –ahora de ocho, cinco y año y medio–, Socorro Sánchez dijo que su marido ya no era militar al comenzar su unión conyugal, pero reconoció que a partir de entonces trabajaba como elemento de seguridad en empresas.

Reveló que hace seis años regresaron de la Ciudad de México, donde el ex militar trabajaba como agente de la PGR. El motivo, aseguró, fue la inseguridad en la capital del país.

Tras desempeñarse como policía industrial –sin precisar más datos, pues dijo desconocerlos–, Loreto Olayo ingresó a trabajar hace unos seis meses al hotel Hacienda Vayma Resort.

Inconforme por las condiciones de trabajo

Por su parte, la suegra del homicida aseguró que su yerno es una persona muy tranquila, opinión en la que coincidieron algunos de los vecinos a quienes se les preguntó por separado.

María Sandoval recordó que Bulmaro platicaba con ella su situación laboral en la hospedería, a la que ingresó por recomendación de su concuño y compañero David Ramírez Valverde. Ahí ganaba 700 pesos semanales y tenía, como única prestación, el seguro social, terció la esposa.

Con un horario de 6 de la tarde a 7 de la mañana, se encargaba de la vigilancia del lugar e incluso de cargar el equipaje de los turistas para ganar algún dinero extra.

Según María Sandoval, a su yerno “no le gustaba beber (alcohol), más que en reuniones, y era una persona tranquila”. Mencionó además que en numerosas ocasiones Bulmaro Loreto le decía que su patrón maltrataba a sus empleados al ser grosero con ellos, y lo calificó de “avaro” y “negrero”

Agregó que Loreto Olayo a veces se desesperaba debido a retenciones de sus pagos, lo que implicaba atrasos para cubrir los servicios de teléfono, agua y luz, y la manutención de sus hijos.

Durante la entrevista, recordó algunas situaciones laborales que le provocaron inconformidad con su patrón. Dijo que  Philippe Delmotte reconocía que era un buen elemento porque era responsable.

Mencionó que en Nochebuena Bulmaro estuvo a punto de renunciar, pues su patrón le había prometido el pago doble por ese día. Pero con los antecedentes de no cumplir sus promesas laborales, el vigilante exigió el pago por adelantado. De no ser así, advirtió, renunciaría esa misma noche. Delmotte Carrade accedió a pagarle, con ciertas molestias, relató la suegra.

Ante lo incómodo de ese trabajo, su yerno tenía decidido cambiar de trabajo después de Año Nuevo, reveló.

Después de salir de casa el 31 de enero “ya no regresó”

Para Socorro Sánchez (la esposa), los hechos del primer día del año afectaron a toda la familia. En su relato, mencionó que su cónyuge salió de casa el 31 de enero con rumbo a su trabajo sin haber ingerido bebidas embriagantes. “Ya no regresó”, dijo.

Recordó que cuando, el primero de enero a las 4 de la mañana dos policías judiciales catearon su casa, cuya puerta de madera abrieron a patadas, ella todavía no se enteraba del asesinato de Philippe Delmotte.

Argumentó que su esposo tenía que regresar del trabajo tres horas después. Pero en la madrugada, cuando los agentes judiciales empezaron a gritar que saliera, ella se encontraba con sus tres hijos menores de edad.

Temerosa y sin poder comprender aún los acontecimientos, Socorro Sánchez recordó que los judiciales le gritaban “salte, salte, quiere hablar un licenciado contigo”, a lo que sólo se limitó a responder que no podía hacerlo porque estaba con sus niños. Después de unos minutos, los agentes empezaron a patear la puerta de la vivienda de madera hasta ingresar y revisar el interior.

Aunque aseguró que nunca los golpearon, los judiciales la encararon y le dijeron que “ya sabía de lo que se trataba… y me preguntaban por mi esposo; sólo les contestaba que andaba trabajando, pero ellos (los judiciales) me gritaban que yo sabía lo que él iba hacer”.

El 2 de enero, a las 10 de la mañana a la casa se presentaron otros cuatro agentes judiciales y le exigieron dar la información del lugar donde estaba su marido, porque ella, como esposa, “debe saberlo”.

Ignorante del arraigo ordenado contra la familia, Socorro Sánchez decidió ir a vivir temporalmente con una tía de su esposo, en La Sabana, para sentirse más tranquila.

Horas más tarde los agentes judiciales se presentaron ante sus padres para preguntar por su paradero.

Después de agredir verbalmente a su mamá María Sandoval, los agentes judiciales el miércoles alrededor de las 2 de la tarde se llevaron en una camioneta a su papá Armando Sánchez para buscarla porque aseguraban que ella “había ido a dejar ropa a Bulmaro”.

Al salir de la colonia Jardín, Armando Sánchez dijo que durante horas le llevaron a recorrer lugares como las colonias Zapata e Icacos, en domicilios que supuestamente eran de familiares de Loreto Olayo.

Durante el trayecto la tortura psicológica fue utilizada. Aseguró que al bajarlo por unos minutos en un paraje desconocido por él, uno de los judiciales lo amenazó con “refrescarle la memoria”.

A sabiendas de lo que implicaba la frase, el anciano dijo que respondió  “entonces, mejor denme un balazo”. Recordar el temor de esos momentos entrecortan la frase de Armando Sánchez, quien continuó su relato al mencionar que no fue golpeado y después de unos minutos fue de nuevo subido al vehículo.

Poco después, en casa de su tía política con sus hijos, Socorro Sánchez observó el arribo de la camioneta con su padre a bordo. Allí detuvieron a su cuñado Manuel Loyo, del cual desconoce si lo liberaron, y después la subieron a ella junto con su hijo de año y medio.

Precisó que aunque no la amenazaron con arma de fuego, la amenazaron con arrojar a su hijo por la ventanilla del vehículo en movimiento si no les daba la información que requerían. Después aseguró que quienes la detuvieron llevaban una lista de nombres, los cuales no supo distinguir.

Con frases como “te vamos a bajar lo culera que eres”, “tú debes saber todo y te estás haciendo”, “veme a los ojos” e incluso “te vamos a quitar al escuincle para tirarlo por la ventana del auto”, la empezaron a torturar. También la llamaron “puta”.

Inventaron el parentesco de la viuda de Delmotte Carrade, Perwin Kojani –originaria de Afganistán–, con el terrorista Osama Bin Laden, para amenazarla con que “vendrá la guerrilla por tus hijos”. La regresaron a su hogar a las nueve de la noche.

Socorro Sánchez manifestó su temor por la integridad de sus hijos, aunque está consciente de que “la vida sigue” y ahora sin su esposo tiene que trabajar para la manutención de ellos.

Agregó: “Ahora tengo que salir a buscar trabajo para mantener a mis tres hijos. Yo sé que Bulmaro no regresará con nosotros porque en cuanto lo encuentren lo van a matar, yo sé que lo perdí y ahora tengo que salir adelante”.

Tampoco confia en la justicia porque, dice, “uno es muy pobre y la gente (que acusa) es muy poderosa”.

Mientras, su madre aboga para que dejen de hostigarlos, porque “nosotros no tenemos la culpa y no tenemos nada que ver, porque lo buscan a él (Bulmaro), y queremos estar tranquilos nuevamente”.

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