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La historia de la lucha del EZLN, desde la preparación de las armas, en un libro

* 20 y 10 el fuego y la palabra

Xavier Rosado * El Ejército Zapatista de Liberación Nacional cumplirá 10 años de irrupción en el escenario político de México, con el levantamiento armado del primero de enero de 1994, después de diez años de preparación en la clandestinidad. Como parte de los actos conmemorativos está en circulación el libro 20 y 10 el fuego y la palabra, de la periodista Gloria Muñoz Ramírez.

El título del libro es el mismo nombre que el Frente Zapatista de Liberación Nacional y la revista Rebeldía dieron a las actividades políticas y culturales y festejos con motivo del 20 aniversario de la fundación del EZLN y 10 años del levantamiento zapatista.

El texto es como una memoria que plasmara el desarrollo del movimiento desde su gestación hasta el momento actual, escrito por la periodista que vivió en las comunidades indígenas zapatistas durante siete años.

En una presentación, el subcomandante insurgente Marcos informa que Gloria Muñoz Ramírez había trabajado para el periódico mexicano Punto, para la agencia de noticias alemana DPA, para el periódico norteamericano La opinión y para el diario mexicano La Jornada. El 9 de febrero de 1995 hizo una entrevista con el subcomandante Marcos y en 1997, dejó su trabajo y se fue a vivir a las comunidades zapatistas.

Marcos recuerda en la introducción al libro que “durante estos siete años no publicó nada, pero siguió escribiendo y su olfato periodístico no la abandonó. Claro que la periodista ya no lo era, o ya no sólo era periodista. Gloria fue aprendiendo a tener otra mirada, la que está alejada del barullo de los templetes, del atropellado andar detrás de la nota, de la lucha por la exclusiva. La mirada que se aprende en las montañas del sureste mexicano. Con paciencia digna de una bordadora, fue recopilando fragmentos de la realidad de adentro y de afuera del zapatismo en estos, ahora, 10 años de vida pública del EZLN”.

El texto, de 300 páginas detalla en dos partes fundamentales el comienzo del zapatismo en las montañas de Chiapas, cómo a partir de la labor de los subcomandantes insurgentes Marcos, Josué y Pedro se gestó el movimiento con los indígenas chiapanecos a partir del 17 de noviembre de 1983.

La segunda parte comprende un recuento de las acciones que comenzaron 10 años más tarde, el primero de enero de 1994, con el levantamiento en armas proclamando las demandas de democracia, libertad y justicia, con las tomas de siete cabeceras municipales del estado de Chiapas.

El primer capítulo comprende los testimonios de los primeros indígenas que comenzaron a hacer llegar la voz zapatista a los pueblos de Chiapas. Ahí se encuentran las declaraciones de oficiales rebeldes como Abraham, Raúl, Gerardo, Lucio y Federico, quienes además de recordar las vivencias de los primeros 10 años, hablan del subcomandante Insurgente Pedro, uno de los fundadores del EZLN que murió en combate la madrugada del primero de enero de 1994.

Los testimonios ilustran la forma en que les explicaron a los indígenas la lucha, cómo se prepararon para el levantamiento, la organización de miles de pueblos indígenas rebeldes, para llegar a la toma de los ayuntamientos de San Cristóbal de las Casas, Las Margaritas, Altamirano, Oxchuc, Huixtán, Chanal y Ocosingo.

El texto principalmente evoca los diez últimos años de la creación de políticas zapatistas, su empecinamiento por una salida política a la guerra, la resistencia y rebeldía de miles de indígenas choles, zoques, tojolabales, tzotziles, mames y tzeltales.

Se describe la desigualdad de la guerra armada de los indígenas unidos por primera vez en una insurrección, contra un Ejército armado con rifles de alto poder, helicópteros, tanques. Un ejército institucional, como declara la autora “sorprendido por un ejército de indígenas que reclamaban, y reclaman, democracia, libertad y justicia para todos los mexicanos”.

“Tampoco se puede olvidar que el camino político de los zapatistas ha sido trazado en medio de ofensivas militares, paramilitares y policiacas, que, al día de hoy, continúan enfrentando cientos de poblados de la Selva, Altos, Norte y Costa de Chiapas. Su delito: seguir pensando que un mundo mejor es posible, un mundo donde quepan muchos mundos” (pág. 83).

Asimismo se retratan los encuentros que a lo largo de una década ha sostenido el EZLN con la sociedad civil nacional e internacional.

Se explica que a pesar de que el objetivo del grupo era llegar a la capital de México por medio de las armas, convocando a todos aquellos rebeldes en potencia a unirse al movimiento, el EZLN escuchó el reclamo de la sociedad civil por el cese al fuego y se enfocó al recurso del diálogo, y se dispuso “a utilizar la palabra como principal arma, a escuchar, a preguntar y a tratar de entender los reclamos de esa sociedad civil que lo apoyó, pero que no lo siguió con un fusil al hombro”. (pág. 93)

Dentro de la lucha que se describe en el libro 20 y 10 el fuego y la palabra se relata la actitud del gobierno federal, al no respetar los diversos acuerdos a los que se han llegado a través de convenciones, acuerdos y congresos con los “comisionados para la paz”.

“…los zapatistas hemos resistido y nos hemos enfrentado a dos Ejecutivos federales (autodenominados ‘presidentes’), dos secretarios de la Defensa Nacional, seis secretarios de Gobernación, cinco comisionados de ‘paz’, cinco ‘gobernadores de Chiapas y una multitud de funcionarios medios… los zapatistas hemos insistitdo, una y otra vez, en la vía del diálogo. Lo hemos hecho porque tenemos un compromiso con la sociedad civil, que nos exigió callar las armas e intentar un arreglo pacífico”.

Se transcriben también las respuestas ambiguas que tuvieron de presidentes como Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox, quienes los han considerado como un peligro para la soberanía mexicana, sin atender sus necesidades más apremiantes.

Se marcan también las peticiones del Ejército Zapatista de que se reconozcan constitucionalmente los derechos de los pueblos indios, su existencia plena como pueblos indígenas, su derecho a la libre determinación, el reconocimiento a sus territorios y tierras ancestrales y de sus sistemas normativos en la construcción de un régimen jurídicamente pluralista.

El título del libro 20 y 10 el fuego y la palabra se deriva de las dos etapas del movimiento: el fuego que se refiere a las acciones militares, los preparativos, los combates y la palabra, que habla de los encuentros, diálogos y los comunicados.

El libro contiene ilustraciones de fotógrafos como Antonio Turok, Arturo Fuentes, Carlos Cisneros, Eniac Martínez, Francisco Olvera, Frida Hartz, Jesús  Ramírez, Patricia Aridjis, Simona Granati o Yuriria Pantoja.

Las ilustraciones están a cargo de Antonio Ramírez Domi, con un diseño editorial de Priscila Pacheco y Efraín Herrera. Es una publicación de la revista Rebeldía y La Jornada Ediciones y está a la venta en la librería Macondo, ubicada en 5 de mayo 66, colonia Centro, Acapulco, teléfono 483-1369. En Chilpancingo en Zapata 22 esquina con Galo Soberón y Parra.

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