Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jaime Salazar Adame

Sindicalismo universitario

 Con un saludo solidario para Eric Chavelas.

 La tarea de promover cambios en la sociedad guerrerense por considerarla injusta no fue un ideal de adolescentes sino el motor y el fundamento de las organizaciones sindicales y obreras, como lo demuestra la trayectoria histórica del Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad Autónoma de Guerrero (STAUAG).

Deber primordial que en estos días de análisis y debate las y los trabajadores (as) académicos deberán refrendar en su XXVI Congreso General que se reúne en el puerto de Acapulco, porque esta convicción es la que justifica la existencia de las organizaciones gremiales, pues no tendría sentido si su destino fuera instalarse en el orden establecido, aceptar pasivamente a los gestores y teóricos de éste, para contemplar luego cómo se produce la fragmentación social y se destruye a los sindicatos universitarios.

El sindicalismo universitario tiene aquí un papel fundamental que desempeñar para contribuir a edificar a la sociedad de nuestro tiempo, pero antes deberá refrendar sus convicciones dentro de la Universidad Autónoma de Guerrero y así poder disponer de los elementos para rechazar la opción de ser o bien cómplice o bien víctima del sistema corporativo y faccionalista que en los últimos años escandalosamente lo han fracturado a grado tal que en muchas ocasiones no se sabe dónde termina la administración y dónde empieza el sindicato.

Las y los académicos no pueden renunciar a la crítica ni admitir como una fatalidad que el STAUAG tenga por vocación la gestión del neoliberalismo en su propio ámbito laboral, porque tienen alternativas para construir un futuro mejor, una causa es la igualdad real de oportunidades porque no es posible que los universitarios tengan las mismas posibilidades de desarrollo personal y colectivo en un medio donde se dan enormes diferencias socioeconómicas al permitir que a trabajo igual se pague con salarios más elevados en la zona Acapulco y menos percepciones en las demás regiones del estado.

También es evidente que toda persona tiene que partir de un nivel educativo y de recursos indispensables para poder llevar una existencia humanamente digna, por lo cual es legítimo seguir luchando por el pago de los 90 días de aguinaldo que otras agrupaciones devengan hace mucho tiempo.

No es posible ser autocomplacientes cuando se sabe de las causas de la desigualdad en el otorgamiento de estímulos al desempeño académico donde se privilegia a quienes pueden acarrear votos a una determinada oferta política a costa de universitarios con real práctica académica; o cuando las becas no son ejecutadas mediante el calendario mensual de pagos sino pagando los últimos meses y dejando pendientes los primeros sin ninguna explicación, aquí el STAUAG debiera ser facultado para intervenir dando cauce a lo que haga sinónimo de defensa del interés colectivo frente al corporativismo y a la desviación de recursos, porque es necesaria la promoción de factores de unidad sindical y de reconocimiento de la necesidad de cambio en estructuras que se han revelado ineficaces para establecer una igualdad real de oportunidades.

La dimensión colectiva debe prevalecer sobre el egoísmo individualista porque se ponen seriamente en entredicho las conquistas sindicales con prestaciones básicas en materia de salud, educación, vivienda o cobertura para casos de vejez e invalidez y jubilación. La mejor protección colectiva pública contra las contingencias, que constituía un signo diferenciador de la sociedad progresista pasa a ser ahora una señal de atraso y de regresión económica a cargo de los propios interesados, situación que debiera gestionar la dirigencia sindical.

Es decir, son estos tiempos en los que se nos quieren presentar como de “menos Estado” más “mercado” y “menos sindicato” más “administración” en los que la existencia de sindicatos fuertes como factores esenciales de integración social forman parte de una concepción considerada por el neoliberalismo como retardataria porque sus exigencias están dirigidas hacia la eliminación de las normas reguladoras mínimas de las relaciones laborales y de la actividad económica para dejar librado el mundo de la empresa y del trabajo al equilibrio mágico del mercado y a la fuerza misteriosa impulsora de los individuos que no deben sufrir interferencias de las organizaciones sindicales ni públicas.

Vencer el desencanto, restaurar la búsqueda de ideales, recobrar la convicción de que hay modificaciones sustanciales en la relación laboral entre sindicato y universidad son factores que dependen de la voluntad política de los dirigentes sindicales, reconquistar, en otras palabras, la iniciativa, es la gran tarea que tiene ante sí el sindicalismo universitario. Recuperar la confianza de sus agremiados es el reto del XXVI Congreso General del STAUAG.

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