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Historias de engaños que llevaron a indígenas a la esterilización forzada

 Maribel Gutiérrez, enviada, El Camalote (segunda parte) * En la comisaría de esta comunidad indígena me’phaa de Ayutla de los Libres, el lunes 8 de diciembre llegó un visitador de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos de Guerrero (Codehum) a recabar declaraciones de 14 hombres que el 24 de noviembre, por medio de un escrito, presentaron una queja por esterilización forzada, que les hicieron en el Hospital Regional de Ayutla de la Secretaría de Salud.

El visitador de la Codehum, Pedro Landa, con ayuda de sus secretarios, preguntó a los afectados si a consecuencia de la operación de vasectomía que les hicieron en abril de 1998 tienen ahora alguna molestia.

Uno a uno, los esterilizados dijeron que se sienten cansados, que les duele la cintura, a algunos les duele la cabeza, se sienten desmayados, no pueden levantar cosas pesadas y que ya no tienen la misma fuerza que antes para trabajar.

Los afectados dijeron que han platicado entre sí, y que todos tienen esos síntomas después de que fueron operados para no tener más hijos. Para revisarlos y confirmar que tienen la cicatriz que les dejó la vasectomía acudió el doctor de la Codehum, Pablo Sandoval Cruz.

Además de la queja general, algunos de los afectados dieron testimonio de casos particulares.

Fue al Hospital de Ayutla por medicina para la dierrea, y ahí lo esterilizaron

Lázaro Carranza Oropeza es uno de los campesinos sometidos por la Secretaría de Salud a esterilización forzada en 1998.

Indígena me’phaa, que estudió hasta tercer año de primaria y habla poco el español, de 46 años, narra cómo fue presionado para que aceptara ir al Hospital Regional de Ayutla, donde le practicaron una operación de vasectomía.

Cuenta que él estaba gravemente enfermo de diarrea y con fuertes dolores de estómago; para solicitar atención médica de este mal fue a ver a la brigada de salud que había llegado al pueblo el 17 de abril de 1998, para llevar a esterilizar a Ayutla a la segunda parte del grupo afectado, seis de los 14 que fueron operados en esta comunidad.

“Fui a pedir medicinas, y me dijo el doctor: te voy a llevar a Ayutla, allá te van a dar medicinas buenas, a tus compañeros también los van a llevar”.

Recuerda que el 15 de abril ya habían hecho una reunión con un doctor, una enfermera y un promotor de la Secretaría de Salud, que hablaron con los vecinos de la esterilización para que no tuvieran más hijos.

Lázaro Carranza dice que él no había aceptado, pero el 17 de abril, el personal de Salud llegó a El Camalote para trasladar al segundo grupo a la cabecera municipal de Ayutla, y cuando les pidió medicina para la diarrea y el dolor de estómago, aprovecharon su necesidad de atención médica como instrumento de presión para que aceptara ser trasladado al Hospital Regional de Ayutla.

Allá descubrió el engaño: no le dieron la medicina para la diarrea y el dolor de estómago, sólo lo esterilizaron.

–¿Quién directamente le dijo que le iban a dar medicina? –le pregunta el visitador de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos de Guerrero.

–El doctor –afirma.

El doctor que participó en la brigada de salud número 3 de la Jurisdicción Sanitaria de la Costa Chica es Ernesto Guzmán León.

El indígena insiste: “Por el dolor de estómago que tenía fui a Ayutla”.

–¿Le dieron la medicina que necesitaba? –le preguntan.

–No. Solamente me dieron una caja con pastillas, y me dijeron que me iban a operar para que ya no tuviera hijos.

“Me dijeron que iban a poner una clínica en mi comunidad, y que me iban a dar becas para mis hijos y vivienda, para convencerme de que me dejara operar.

“Me dijo el doctor: No tengas miedo, aguanta, no te mueres, no te va a pasar nada. Y me dijo que voy a ganar muchas cosas, que la comunidad va a tener una clínica con médico de planta, que mis hijos van a tener beca cada dos meses, y que nos van a construir viviendas. Todo eso vas a ganar, me dijo”.

“Y por eso me dejé yo que me operaran. Esas promesas también se las hicieron a los demás”.

También denuncia la amenaza: “Los doctores me dijeron que si no me dejaba esterilizar, que no iba a recibir Progresa mi mujer”.

Aceptó  porque su hijo le pidió la beca

Arnulfo Cruz Concepción tiene 49 años, no sabe leer y escribir y habla el idioma me’phaa y muy poco español.

Ante el visitador de la Codehum explica porqué se dejó esterilizar.

“El doctor me dijo que si me dejaba esterilizar le iban a dar el Progresa a mi mujer y beca a mi hijo. El doctor le dijo a mi hijo: si tu papá se opera te van a dar la beca para que estudies”.

Y su hijo le pidió: “Ora papá, ve para que me den la beca”.

Su hijo Sixto Cruz Ortega estaba estudiando la secundaria en la ciudad de Ayutla, y necesitaba el dinero de la beca”.

La petición de su hijo lo animó a aceptar que lo operaran, ese fue el motivo principal, pero también contribuyeron otras promesas: “El doctor dijo que me van a dar despensas, apoyo económico y que nos van a construir vivienda. Pero no he recibido nada hasta la fecha, mi señora no cobra el Progresa y mi hijo no tiene la beca, nunca se la dieron, ahorita ya no estudia, tiene 23 años”.

Recuerda que a la reunión que hizo la brigada de salud número 3 en El Camalote el 15 de abril de 1998 convocaron a toda la población, a las familias completas, por eso estaban ahí también los niños y los jóvenes. Dice que su hijo Sixto le dijo al doctor Ernesto Guzmán León: Mire, doctor, a nosotros no nos viene la beca. Y el doctor le dijo: Sí va a venir la beca, pero vamos a llevar al hospital a este señor para que lo vamos a operar”.

Pasaron cinco años y ocho meses de esa reunión, aquí en la comisaría municipal, al lado de la cancha deportiva, pero Arnulfo Cruz Concepción recuerda perfectamente, y repite en su declaración formal ante el visitador de la Codehum, en el mismo lugar, la petición de Sixto: “Papá, déjate operar, para que me den la beca”.

Dice que nunca le dieron la beca a su hijo ni a su esposa el dinero para alimentación que las mujeres reciben por el Progresa, que ahora se llama Oportunidades, que actualmente asciende a 150 pesos al mes y hace cinco años eran como 100 pesos.

Y aunque no le dieron nada a su esposa, querían obligarla a que barriera las calles del pueblo. “Vino el doctor después a hablar conmigo, porque mi mujer no venía a las pláticas de salud y no venía a hacer el servicio a barrer la calle, eso fue como 15 días después de la operación. ¿Pero cómo va a hacer ella el servicio si no le dan nada?, porque a las que les dan Progresa las hacen venir a barrer la calle”.

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