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Morir en Chilpancingo: el útimo día en la vida de la escritora Lourdes Andrade

 * En esta semana, la sentencia del juicio por la muerte de la investigadora del surrealismo mexicano  

Teresa de la Cruz, corresponsal, Chilpancingo * Luego de la muerte de la escritora e investigadora de arte Lourdes Andrade Vilchis, ocurrida el 24 de octubre de 2002, tras ser atropellada por Juventino Rodríguez Martínez, el Instituto Guerrerense de la Cultura (IGC) mostró una “total indiferencia”, dijo Araceli Acuña Mastache, quien era entonces responsable del área de Relaciones Públicas y de eventos artísticos culturales de ese organismo.

Entrevistada en las oficinas que albergan el programa Pensión Guerrero, donde actualmente labora, Acuña Mastache dijo que está claro que la muerte de la escritora, principal investigadora del surrealismo en México, “fue un accidente, pero es triste que el IGC se haya mostrado indiferente”.

En esta semana se espera que dicte sentencia la jueza segunda penal de Chilpancingo, Rosalinda Saénz.

Dijo que tras el accidente de la autora de Remedios Varo, las metamorfosis; Alice Rahon, magia de la mirada y Leonora Carrington, historia en dos tiempos, “no hubo ninguna responsabilidad del IGC, noté cierta indiferencia ante el deceso de una gran artista que dio mucho por la cultura, aunque finalmente no importa quien haya sido, ya que como invitada se debió atender”.

Expuso Acuña Mastache: “Fue un accidente provocado por la irresponsabilidad de una persona que horas antes había estado en una pozolería a quien incluso le ofrecieron conducir su camioneta pero él se negó, ya que argumentó sentirse bien”.

Luego del accidente, dijo Acuña Mastache, la instrucción del entonces director operativo del IGC, Huber de la Vega, fue que el delegado administrativo, Elfego Hernández, “nos acompañara para ver qué se necesitaba, pero sólo estuvo unas horas, obligando ello a sentirme sola, si embargo me movió el gesto humano y el compromiso moral, porque uno no sabe dónde va a morir”.

“El único reclamo que puedo hacer –dijo la ex responsable de Relaciones Públicas del ICG– es la indiferencia total del IGC, con la que fue tratado el caso y la falta de valores humanos. Yo no puedo ir a pedir justicia porque se supone que la justicia no se pide, se recibe y para eso se supone que hay jueces quienes desafortunadamente en unas cuantas horas dejaron libre al homicida que le arrebató la vida a Lourdes”.

Señaló Acuña Mastache que en la búsqueda de los familiares de Lourdes hubo “irregularidades” por parte de algunos trabajadores del IGC, como Esthela Sandoval, ya que en el intento de estar localizando a la familia de la escritora durante la noche del 24 y parte de la madrugada  del 25 de octubre “colocó la llave al teléfono y me dijo que no importa quien haya muerto, el Instituto sigue trabajando; me sorprendió la forma tan inhumana”.

Señaló Acuña Mastache que tampoco directivos del IGC “asistieron a la incineración el cuerpo de la escritora, ni hubo homenaje póstumo” y ante esa situación, dijo, “no me sentí a gusto porque sentía que ya no tenía cabida ahí, y por eso renuncié”.

Morir en Chilpancingo

Lourdes Andrade Vilchis llegó a Chilpancingo invitada por el Insituto Guerrerense de la Cultura quien como cada año, según Acuña Mastache, invita al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) a que envíe las propuestas de libros a presentarse en la Feria del Libro. Para la cuarta Feria, la de octubre de 2002, entre las propuestas de Conaculta se encontraba La Novia del viento. Leonora Carrignton. Escritora, de Lourdes Andrade.

El libro se programó para el viernes 25 de octubre a las 12 del día. El 24 de octubre, cerca de las 3 de la tarde, recibió la llamada de la escritora a quien sólo conocía vía telefónica, para avisarle que se encontraba ya en Chilpancingo.

Acuña Mastache describió a la investigadora como una mujer de más de 50 años, de estatura baja, super delgadita, vegetariana. Cuenta que le dijo que se trasladaría hasta el IGC, y que “la reconocería por su vestimenta verde como cocodrilo y por sus lentes de batichica”, que representaba uno de sus más grandes gustos.

Acuña supo que la escritora era huérfana, soltera, que su familia era muy lejana, y supo que esa soledad y tristeza que vivió desde niña, a pesar de que creció en una buena posición económica, desembocó en las fantasía que vivía en sus libros.

La escritora, de acuerdo a Acuña Mastache, cuya obra conoció aún más después de muerta, quedó “fascinada porque disfrutó del jueves pozolero”. Cerca de las 6 de la tarde la dejó con su asistente, Eric Aguilar, debido a que tenía que ir al panteón porque justo ese día era el cumpleaños de su padre ya fallecido y también asistiría a una reunión en el colegio de su hijo por lo que acordaron cenar por la noche. Pero, afirma, “ese contacto tan breve marcó mi vida y es que aunque sabíamos que era una artista desde el momento en que leí el curriculum, desconocía el alcance de su obra”.

La escena del accidente

Más adelante dijo Acuña Mastache que tras concluir la reunión en la escuela y trasladarse a su casa, mientras intentaba quitarse los zapatos, sonó el teléfono y le dijeron que Lourdes Andrade había tenido un accidente. “Me imaginé que había sido en el hotel donde se hospedaba, pero insistí a quien me llamó para que me dijera lo que estaba pasando realmente”, dijo.

La voz al otro lado del teléfono, precisó Acuña Mastache, le dijo: “No quería decirle, pero está muerta”.

Aquella noticia “fue una impresión grande, una experiencia horrible y muy dura”, dice Acuña. De ahí que pidió a su esposo que se comunicara con su asistente Erick Aguilar para reunirse  en el hotel hasta donde la dueña de la casa más próxima de donde murió la escritora la esperaba para entregarle la bolsa de Lourdes, ella le dijo que “al ver que traía la llave del hotel en la mano, vine corriendo para ver si estaba aquí su familia en el hotel”.

Con su asistente y la vecina se trasladó hasta donde estaba el cuerpo de la autora de Cronología mínima del surrealismo en México; Tres mujeres del surrealismo; Remedios Varo y la alquimia.

Ahí supo que “iba caminado sobre la banqueta, cuando un conductor en estado de ebriedad, tras derribar una de las lámparas de la avenida Juan N. Alvarez, la prensó a ella sobre la pared, provocándole una muerte instantánea ya que tuvo fractura de costillas las cuales se le incrustaron en los pulmones”.

“Yo la veía sin verla, vi fragmentos de la pierna de Lourdes Andrade en la llanta de la camioneta del sujeto  –Juventino Rodríguez–, quien además de tener la mirada perdida, las condiciones en que se encontraba no le permitían ni sostenerse”, señaló Acuña Mastache.

Destacó que tras el intento de uno de los transeúntes junto con policías para bajarlo de la camioneta, “él todavía lo amenazó y le dijo después sigues tú, sus palabras me parecieron incoherentes sobre todo porque es sabido que fue un accidente, sin embargo su actitud fue de reto”.

“Lo dejo todo en manos de Dios”, dijo la tía de Lourdes

En el accidente según Acuña Mastache se percató que la escritora portaba en la cintura un teléfono celular, y tuvo la esperanza de localizar a la familia, pero por órdenes del Ministerio Público no podía tocar nada, incluso le quitaron la bolsa, con el argumento de que formaba parte de las pruebas.

Ya en el Ministerio Público, en donde rendiría su declaración de lo acontecido, al solicitar sus cosas se percató que “hacían falta algunos objetos, entre ellos el celular, y qué impresión tuve casi toda la noche ya que al llamar al número telefónico de su casa en México me contestaba la grabadora con su voz, pero insistí pensado en que más tarde iba a llegar alguien, aunque no fue así”.

Dos instructoras de Conaculta que imparten talleres para el fomento a la lectura que se encontraban en Chilpancingo indicó, le proporcionaron algunos teléfonos. “Con esos teléfonos desperté a los funcionarios del INBA, encontramos a un tipo político y padrino de Lourdes pero poco pudo ayudar ya que acababa de ser operado de enfisema pulmonar y no podía moverse pero aseguró que al siguiente día iba a tratar de localizar a su familia más cercana”.

“No dormí toda la noche y fue hasta la una de la tarde cuando localice a su familia que viajó hasta la capital entre ellos su tía de casi 80 años, la madrastra de Lourdes así como un primo político”, dijo Acuña Mastache.

En el Ministerio Público, indicó Acuña Mastache, y tras el intento del abogado de Juventino Rodríguez de entrevistarse con la familia, “el primo salió y le dijo que no querían saber nada, que no quería tener ningún contacto, que lo único que quería era que pagara por su crimen porque había manejado en exceso de velocidad y bajo los influjos del alcohol y también que pagara los gastos médicos de las otras dos personas que atropelló”.

Luego, según Acuña Mastache, “la tía dijo al abogado, ante la insistencia, que todo lo dejaba en manos de Dios porque aquí en la tierra podía o no haber justicia, pero finalmente ponía en manos de Dios el castigo del asesino que había provocado la muerte de su sobrina pero –insistió– en que todo lo dejaba en manos de Dios.

“Creo que ella podía percibir que no iba a haber un castigo justo para esta persona desde el momento en que empezó a circular el rumor de que era hermano de un magistrado. Sé que no eran familiares directos pero la apreciaban mucho”, dijo Acuña Mastache.

Acuña Mastache manifestó que a título personal tampoco “pide justicia porque ya podemos predestinar la sentencia de la juez, sobre todo porque Juventino Rodríguez anda suelto, no digo que no tenga derecho a una nueva oportunidad pero lo que yo sé es que en México no hay justicia”.

Próxima sentencia a Juventino Rodríguez

Luego de que se llevó a cabo la audiencia de vista, el 5 de noviembre, en donde se presentaron las conclusiones del juicio que se siguió a Juventino Rodríguez por la muerte de la escritora, el agente titular del Ministerio Público adscrito al Juzgado, Tirso Antonio Rivera Martínez, pidió que la sentencia sea “condenatoria” para el responsable ya que los peritajes demuestran que “es culpable”.

Dijo Rivera Martínez que el caso “no ha sido del interés” de las dependencias como Conaculta, o el IGC, y que sólo el Ministerio Público adscrito al Segundo Juzgado Penal está exigiendo “una sentencia apegada a derecho” la cual estará  siendo dictada por la juez segunda de lo penal, Rosalinda Saénz, probablemente en esta semana.

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