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Rompen récord dos mexicanos en torneo de buceo a profundidad a pulmón

 *Alcanzan los 50 y 70 metros en 1.47 y 1.51 minutos los competidores Luis Turrent Rueda  y Armando Torres Gómez en las categorías de inmersión libre y en lastre variable en sled

 Xavier Rosado * Son segundos sin aire bajo el agua, pero la pregunta es: ¿Cuántos segundos? y ¿Qué tan profundo?, este es el reto que plantea la disciplina del apnea, palabra griega que significa sin respirar y que se pone en práctica en el buceo de profundidad a pulmón que día a día adquiere mayor popularidad en México.

Dos jóvenes buzos mexicanos, Luis Turrent Rueda y Armando Torres Gómez rompieron el sábado los récords nacionales en las categorías de inmersión libre y en lastre variable en sled, que alcanzaron respectivamente las profundidades de 50 y 70 metros, con tiempos de 1.47 y 1.51 minutos.

La competencia se efectuó a una milla náutica de la isla de La Roqueta, con la vista de la extensión que comprende el puerto de Acapulco desde Pie de la Cuesta hasta El Revolcadero y al frente, los acantilados de la majestuosa isla, vista desde mar adentro.

A las 9 horas, tres embarcaciones especiales para buceo, Discovery, Ashkelon y Audrey Mestre –en honor a la especialista en buceo recientemente fallecida–, partieron desde el embarcadero del hotel Caleta, en donde tienen sus instalaciones los anfitriones y colaboradores del evento, la Swiss Divers Association, para después cruzar el canal entre la Roqueta y Caleta y adentrarse en línea recta hacia mar abierto.

Después de navegar en aguas tranquilas durante 20 minutos, llegó el momento de anclar las lanchas para comenzar a tender las líneas de inmersión libre y la del sled, para la inmersión de lastre variable.

La función de las líneas es marcar la profundidad por medio de una cuerda fija al fondo marino, que además servirá de guía para las pruebas.

En la categoría de inmersión libre, el buzo de profundidad tiene que bajar durante los primeros 10 metros luchando contra el factor de flotabilidad, ya que lleva los pulmones llenos de aire, jalándose hacia abajo en posición horizontal, en los siguientes 20 metros, luchará contra la presión que aumenta como si ascendiera 10 mil metros sobre el nivel del mar por cada 10 metros de profundidad.

A los 35 metros, el buzo planea o se deja caer hacia abajo ya que ha perdido el lastre del aire en sus pulmones. Apenas han pasado 55 segundos, la mitad de la prueba.

Para el ascenso tendrá que jalarse una vez más asiéndose a la línea y cuidar de no sufrir una descompresión o un desmayo en los últimos 10 metros antes de salir a la superficie.

“Esto sucede porque toda la sangre del cuerpo está en los pulmones y órganos vitales como el corazón y el cerebro, uno pierde sangre en las extremidades por eso el esfuerzo que se hace para salir es enorme. Después de tirar árboles con un hacha, esta es la segunda actividad más agotante de todas”, así lo explicó el buzo de profundidad, Luis Turrent Rueda, minutos después de romper su récord.

Para efectuar tal actividad, es necesario tener todo un equipo de respaldo para los buzos, que en todo momento están cuidando su seguridad.

Se necesitan por lo menos cuatro buzos con tanques de oxígeno y de emergencia para auxiliar a los recordistas en caso de que suceda un imprevisto, tomando en cuenta que conforme pasan los segundos, aumenta el peligro.

“Para la gente que está afuera, un minuto pasa casi desapercibido, pero para nosotros es mucho más que eso. Mucha gente nos pregunta si bajamos para ver la vida submarina y para nada, buceamos para vernos hacia adentro, hacia nosotros mismos”, afirmó el campeón nacional en la categoría de inmersión libre.

En el caso de la categoría de lastre variable, el buzo bajará con la ayuda de un trineo que está montado en la línea para llegar a una mayor profundidad y que lo llevará –por medio de un sistema de una cápsula de aire– otra vez hasta la superficie.

Este récord –el mayor en México– fue impuesto por Armando Torres, quien es doctor especialista en ortopedia y traumatología y practica el buceo a profundidad como pasatiempo.

En su caso el peligro es mayor, ya que la presión –a razón de 80 kilogramos por centímetro cúbico– aumenta exponencialmente a mayor profundidad y por esta razón comentó que la preparación debe ser extrema y cuidadosa.

Para romper sus propios récords, los atletas se prepararon en entrenamiento constante durante más de tres meses.

Para esta disciplina es necesario hacer ejercicios de duración (sin respirar), hidrodinámica, que significa fortalecer los músculos que ayudan a respirar y a nadar como el abdomen y el tórax, pero sobre todo, ejercitar la mente.

“Creo que el aspecto físico, aunque es importante, implica solamente un 40 por ciento de tu preparación. Todo lo demás está en la mente, en la concentración, para eso practicamos 40 minutos de yoga y pranayama, que son disciplinas que nos ayudan al control de la respiración, la relajación y la concentración”, explicó el campeón nacional Armando Torres.

“Cuando estoy abajo, es tal mi estado de trance que no pienso en nada, es otro mundo en la profundidad, es oscuro y frío. Antes de bajar, en la última respiración, dura apenas unos segundos, pero puede ser tan larga como tu vida, en este mundo lo único que ves es a ti mismo, ese es el mayor reto de todos”, indicó el buzo de profundidad.

En la categoría de inmersión libre, el récord anterior era de 42 metros de profundidad, mientras que en la categoría de lastre variable, la marca nacional era de 56 metros. Los récords mundiales en estas categorías pertenecen respectivamente al venezolano Carlos Coste con 101 metros y al belga Patrick Muzimu con 120 metros.

El programa concluyó a las 12:30 horas, y el domingo se efectuó en la alberca del hotel Caleta la competencia de apnea estática, que consiste en durar el mayor tiempo bajo el agua.

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