Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jaime Castrejón Diez

 Sainetes y marchas

No cabe la menor duda que la opinión pública nacional ha estado ocupada en observar lo que está sucediendo en relación a las reformas fiscal y eléctrica, que ha tenido como fin de fiesta el gran pleito escenificado por los dos jerarcas más importantes del Partido Revolucionario Institucional y una megamarcha que reúne al agua y al aceite: Cuauhtémoc y Bartlett.

Esto no quiere decir que el problema esencial  no sean las reformas sino que se ha desatado una especie de morbo en la opinión pública al observar lo que sucede dentro del otrora invencible Partido Revolucionario Institucional. La incertidumbre se reflejó en el mercado de valores y afectó a nuestro peso. Lo que resulta ya un efecto grave, pues nuestro país pierde confianza y credibilidad, lo que nos hace menos competitivos para atraer inversiones y generar empleo.

El pleito que se viene gestando desde hace tiempo es por el papel de la secretaria general del Partido y pastora del rebaño priísta dentro de la Cámara y su relación con el gobierno federal de Vicente Fox. En muchas ocasiones se ha dicho que son las cercanías de Elba Esther Gordillo con el gobierno foxista lo que ha creado discrepancias entre los priístas en la Cámara y hay otra realidad, que también está escondida: detrás de esto hay una feroz lucha por el poder. Todo empezó con un compromiso que hicieron el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI Carlos Madrazo y Elba Esther Gordillo, líder de la fracción parlamentaria priísta de apoyar las reformas estructurales planteadas por la Secretaría de Hacienda. Tres días después Madrazo se desdijo, le volteó la espalda al compromiso contraído públicamente y lanzó los lobos contra Elba Esther.

Esta pugna entre secretaria general y presidente se debe a que en realidad la alianza Madrazo-Gordillo fue lo que hizo presidente del PRI a Madrazo que venció por escasos votos a Beatriz Paredes, el compromiso era dar la Secretaría General a la poderosa líder del magisterio. Este método de política de cambalache, que se estila en nuestro país para mantener el status quo, se rompe cuando Madrazo deja sola a Elba Esther con el compromiso asumido públicamente. Hay que ver que al día siguiente de que Madrazo se pronunció por las reformas, presumiblemente Francisco Labastida Ochoa, ex candidato del PRI filtró a la prensa una encuesta en la que se mostró que si Madrazo fuera el candidato del PRI no podría ganar la presidencia. Tal vez esto hizo recapacitar a Madrazo sobre su posición y volvió a ponerse del lado contrario, diciendo que los priístas estaban contra esta reforma, de hecho tal vez lo estén, pero el cambio de actitud de Madrazo posiblemente se debe a las revelaciones de esta encuesta.

La división afecta a todo el país porque si la división frena un cambio fiscal, los grandes proyectos de crecimiento del país se detienen. Es muy claro cuando todas las bolsas de valores subían, la nuestra se detuvo y bajó, se deterioró el tipo de cambio y aún cuando Madrazo dice que no tienen nada que ver las divisiones internas del PRI con lo que sucedió en el ámbito internacional con los valores mexicanos, creo que está equivocado, fue el mensaje de una división interna que puede afectar la gobernabilidad al inyectar un ambiente de crisis al sistema. Esto hizo que tomaran mayor presencia otros países y que nuestra moneda se deteriorara ante la incertidumbre que representa este pleito interno entre partidos.

Eso se vio también en la opinión del Consejo de Hombres de Negocios que gritaban con desesperación que “ya se resuelvan sus diferencia internas” y en la Convención del Mercado de Valores, que es una reunión de empresarios bursátiles, hubo una encuesta en que de los mil 200 operadores bursátiles que participaron 88.24 por ciento consideraron que el Congreso está paralizado.

Yo creo que en estos momentos hay dos crisis a la vista, una la crisis interna del PRI que afecta en muchas formas el concepto nacional de desarrollo y por otra parte una crisis económica que se cierne sobre nosotros por las indecisiones en materia fiscal y eléctrica, que son claves para mostrar nuestra competitividad.

La megamarcha fue como la mojiganga de este carnaval. No se ponen de acuerdo en los números que van de 30 mil a 80 mil. Pero la verdad es que ni fue “mega” ni mucho menos contundente. Lo que sí fue es una expresión del desequilibrio que están logrando las pugnas intra e interpartidistas. Pareciera que a los actores políticos no les importa el país solo les gusta dar el espectáculo, la verdad lo lograron: ¡hicieron un papelón!

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