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Por medio del video y del teatro pretenden terminar con la violencia hacia las mujeres

 Xavier Rosado * Durante el simposio Cuerpo erótico y violencia efectuado en Acapulco el 14 y 15 de noviembre, se presentaron diversas obras teatrales así como el video Violencia cotidiana en el que se abordan temas acerca de los asesinatos en la ciudad fronteriza de Ciudad Juárez.

El simposio fue presentado por la Universidad Autónoma Metropolitana de Xochimilco en coordinación con el Ayuntamiento de Acapulco, la Universidad Autónoma de Guerrero, la Universidad Americana de Acapulco, la Secretaría de la Mujer y la Asociación de Mujeres Médicas de Guerrero, como parte de las actividades de la Jornada de Conmemoración del Día Internacional de la No-violencia hacia la Mujer.

El video Violencia cotidiana, presentado el sábado a las 12 horas en el auditorio Guillermo Soberón de la Universidad Americana de Acapulco, abarcó el tema de la violencia que se presenta recurrentemente en la programación televisiva y cinematográfica.

Con una duración de cinco minutos, el video fue producido en forma experimental por un grupo de alumnos graduados de la carrera de Psicología Educativa de la Universidad Autónoma Metropolitana de Xochimilco.

El video comenzó con una escena de la serie televisiva animada Los Simpson, en el que Bart, la estrella del programa, mientras ven unas violentas caricaturas en la televisión le pide a su hermana: “Lisa, si algún día deja de gustarme la violencia, por favor mátame”.

En el video, sin transiciones adecuadas entre una toma y otra y con fallas de enfoque y audio, se muestran escenas de películas de asesinos psicópatas como Halloween y Freddy Krueger, quienes con sumo placer mutilan a sus víctimas.

El video fue presentado por la psicóloga e investigadora Lore Aresti de la Torre, organizadora del simposio, quien dijo que para el ciudadano común es normal ver imágenes que justifican o normalizan la violencia.

Consideró que es alarmante que en el México actual ya es muy difícil que alguien se impacte al ver alguna escena de violencia y que es necesario hacer conciencia a través de esfuerzos como éste en el que se destacan las escenas que inciden directamente en los espectadores.

Los alumnos encargados de la producción del video, montaron una escena en el que una mujer, desnuda y lacerada en diferentes partes de su cuerpo, despierta de un letargo (quizá la muerte) y observa que su lecho son diversos órganos vitales y miembros humanos. Horrorizada, contempla un letrero en el que se lee Las muertas de Juárez y después sale de cuadro, mientras que unos 10 espectadores, sentados en torno a la escena, ríen a carcajadas del hecho.

La presentadora comentó que con este simbolismo los creadores retratan la forma en cómo los seres humanos se convierten en seres indolentes ante los sucesos en Ciudad Juárez y ante la misma violencia que se aprecia todos los días en sus comunidades. 

“Esta exposición constante a estas imágenes que deberían de perturbar, es el fundamento de la violencia terrible en que vivimos, en que viven los niños, los jóvenes, los adolescentes y no nos podemos quedar indiferentes a la violencia, hay que protestar de alguna forma”, sugirió la investigadora.

Agregó que todo lo que se vio en el video es real, “no son las películas, es lo que seguramente estas mujeres tuvieron que soportar, porque muchos de los cadáveres han tenido el pecho cortado, incisiones en la espalda y cosas así, por eso digo que el trabajo es un video muy duro, cruel por realista”.

 Los trazos del viento

Durante el simposio también se presentó la puesta en escena Los trazos del viento a cargo del grupo teatral capitalino Conjuro Teatro, en el que se muestra una variación al mismo tema desde la perspectiva de tres mujeres que abandonaron sus lugares de origen para llegar a Ciudad Juárez en la búsqueda de un mejor futuro.

En la obra participan tres personajes femeninos, tres mujeres con vestidos cotidianos, una de ellas con una bata de las que usan en las maquiladoras y un varón, el personaje llamado la sombra, vestido de negro con una máscara en la cara, es el agresor.

En la obra se plantea lo que significa para la víctima morir asesinada, en manos de un agresor violento, con plena desventaja ante la fuerza y las armas.

Las actrices se presentan a sí mismas con nombres alegóricos, como los pájaros, las estrellas, y explican por qué se fueron de sus poblados, por qué llegaron a Ciudad Juárez, con la idea de progresar, de mandar después por la familia.

Todos estos sueños se ven truncados por el encuentro con el agresor, el terror del asesinato y cómo quedan tiradas en el piso, con la vida arrebatada de una manera agresiva, el terror y la violencia que en ese momento vivieron.

En la representación las palabras son muy pocas, pero sí hay una voz en off que narra algunos aspectos de la historia.

Para sonorizar la obra se utilizan instrumentos de percusión, agua en recipientes, un tambor que da un sonido entre solemne y fúnebre.

Una vez que comete los crímenes, el agresor sale al escenario y encuentra a las mujeres mancilladas, muertas en el piso, camina entre ellas, las patea, las acomoda juntas, las deja tiradas y prende su puro con las veladoras que se han colocado cerca de ellas.

Acerca de la obra, la investigadora Aresti de la Torre, comentó que pretende escenificar el hecho de que todos somos “pájaros enjaulados” y que las víctimas son mudas, porque cuando se violentan los derechos de las mujeres, existe un gran silencio, nadie dice “esta boca es mía”, mientras que debería existir una denuncia por cada acto de violencia que se dé en el país.

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