Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jaime Castrejón Diez

 Medio lleno y medio vacío

Los medios y los foros de análisis político han tomado la elección de los consejeros del IFE como un tema central de sus discusiones, sobre todo tomando la elección de los consejeros por la Cámara de Diputados como un síntoma de que la democracia está en peligro. Por otra parte hay también la impresión de observadores serios de que no haber logrado la unanimidad del voto se debió a una mala negociación de la fracción parlamentaria del PRD que se empeñó y puso todos sus recursos en la demanda de la reelección del consejero Cantú. Tal vez más que un arreglo entre partidos como se viene manejando, fue lo malo de las negociaciones y la intransigencia de un coordinador, de manera que ante la falta de negociaciones no entraron propuestas del  propio partido; algunas de ellas de gente realmente muy calificada y que habría hecho un buen papel dentro del Consejo, fue el regreso al maximalismo, de “todo o nada”, lo que los dejó en la marginalidad.

Esto se ve más claramente porque hemos visto en días subsecuentes que empieza a haber un movimiento de diputados perredistas que quieren un cambio de coordinador, un cambio de liderazgo encabezado por El Pino, el diputado Della Roca, que trata de hacer ver que la intransigencia de Pablo Gómez fue lo que llevó al desastre la votación y quedaron fuera las propuestas del PRD.

Muchos analistas de los medios están hablando de las relaciones de los consejeros con distintos partidos. La verdad es que no existen ciudadanos químicamente puros que pudieran ser electos para esas responsabilidades o que no tengan simpatías o inclinaciones, incluso militancia en algunos de los partidos políticos.

El Consejo del IFE que acaba de terminar su periodo, en sus orígenes tampoco era químicamente puro, José Wolderberg tenía sus relaciones con el PRD, Barragán con el PRD aunque fue propuesto por el PRI, Cárdenas con el PRD, Cantú, el punto de discordia de Pablo Gómez tenía relaciones con el PT, Peschard con el PRI, Lujambio con el PAN, Zebadúa con el PRD, Molinar Horcasitas con el PAN y Merino con el PRI. De hecho ninguno de ellos era químicamente puro, no podía decirse que no tenía inclinaciones, simpatías o militancia por algún partido. Lo que es valioso de este grupo de consejeros es que durante su ejercicio se ganaron la legitimidad. En estos momentos se habla de legitimidad de origen, de la diferencia  entre legalidad  y legitimidad, pero lo que es más importante es que el concepto de legitimidad no es automático, la legitimidad se gana y el Consejo del IFE saliente se ganó su legitimidad a través de siete años de labores, mostrando precisamente lo que se esperaba de ellos, imparcialidad, probidad y hasta valentía.

El jaloneo actual que pesa sobre los nuevos consejeros tiene varias explicaciones, por un lado no ha terminado el proceso de cambio del IFE y todavía quedan las direcciones ejecutivas y puestos importantes en los que existen presiones derivadas de esta actitud de ver el proceso viciado y tratar ante este tipo de protestas de obligar a que se le den posiciones a las distintas tendencias en las direcciones ejecutivas.

Yo creo que hay que dar tiempo a que el nuevo Consejo gane su propia legitimidad y muestre sus capacidades para mantenerse neutral, equilibrado y que afronte las decisiones con total apego a derecho. Yo siempre he sido optimista y creo que en el actual caso, el vaso está medio lleno, la otra mitad del vaso lo tendrán que llenar con su ejercicio para ganarse la legitimidad y el respeto de los mexicanos.

En la política mexicana siempre ha habido un juego de presiones, los distintos sectores buscan obtener posiciones. En este caso también han jugado un papel significante los medios. Estos reportan algo muy real, en la Cámara se ha hecho costumbre decidir al último momento y da la impresión o que se toman decisiones sobre las rodillas o que se cede a presiones de los partidos políticos  .

Este caso hay que verlo orientado a lo que sigue; hay dos casos que serán cruciales para la vida institucional: el nombramiento de dos ministros de la Suprema Corte y la elección del gobernador del Banco de México. Las formas son importantes y veremos si los legisladores aprendieron la lección.

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