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Visitan 18 mil personas el panteón viejo de Chilpancingo

 Zacarías Cervantes, corresponsal, Chilpancingo * Mientras Doña Francisca Mendoza acomoda sobre la tumba de su hijo flores de cempasúchil y riega en cruz agua bendita un dueto entona amor eterno. De vez en cuando disimuladamente se seca con el dorso de la mano algunas lágrimas que le bajan por la mejilla.

La mujer, de aproximadamente 60 años, es observada a prudente distancia por dos de sus nietos que le acercan las flores; el agua bendita y el agua para los maceteros, dos en cada extremo de la tumba.

Cuando el dueto terminó de tocar amor eterno, continuó con te vas ángel mío y terminó con cuando dos almas. Ya para entonces Doña Francisca se apoyaba con la mano izquierda sobre la lápida de la tumba, mientras con la derecha arrancaba la escasa maleza crecida a su alrededor.

La escena, el medio día de este domingo, Día de Muertos, se repite en decenas de tumbas del Panteón Municipal, el viejo, como se le conoce ahora, después de que hace 10 años se abrió un nuevo cementerio al norte de esta capital, debido a que en este antiguo panteón, ubicado entre las calles Ayutla y Defensa Nacional en el centro de la capital, se agotó el terreno reservado.

Entre el sábado, Día de los difuntos chiquitos, y ayer domingo, habían visitado las instalaciones aproximadamente, 18 mil personas, según cálculos del administrador del Panteón, Ernesto Gaspar Beltrán, lo que generó congestionamiento vial en los alrededores, aglomeraciones de los visitantes en la entrada y el abuso de los comerciantes que incrementaron hasta en un 100 por ciento los precios de las flores, las coronas, los maceteros y la comida para quienes vinieron de fuera.

El olor a copal y a flor de cempasúchil invade el panteón y como Doña Francisca decenas de visitantes se hacen acompañar de duetos, tríos y grupos musicales, que cotizan las canciones en 15 y 20 pesos, o en 150 y hasta en 200 pesos la hora.

A pesar de que la desorganización y la falta de intervención de las autoridades para resolver los imprevistos es evidente, Gaspar Beltrán, dijo que los preparativos para recibir en estos días de Todos Santos a los aproximadamente 20 mil visitantes –este lunes se prevé que sigan acudiendo los familiares de los difuntos– “se terminaron en tiempo y forma”.

“El lugar se encuentra limpio, los tanques llenos de agua y los operativos de las diferentes direcciones del ayuntamiento se instalaron en forma estratégica”, dijo el funcionario municipal.

Aunque se desconoce a partir de cuando este panteón de Chilpancingo empezó a recibir difuntos, el antecedente más antiguo del primer registro de defunción es el que pertenece al niño José Inés de Jesús que falleció en 1867, actualmente el cementerio alberga seis mil 875 tumbas de acuerdo a datos de la administración de las instalaciones.

A pesar de que la reserva territorial se ha agotado, el cementerio sigue abierto y recibiendo a por lo menos un difunto diario como consecuencia de que muchas familias compraron sus lotes y los mantienen reservados.

Ayer, como cada 2 de noviembre, fue uno de los días más concurridos a estas instalaciones; familias enteras acudieron a visitar a sus muertos a quienes les llevaron flores, agua bendita, sonmerios humeantes de copal, y en los casos en que las posibilidades económicas lo permitieron, música viva.

Algunas de las familias llevaron también comida, agua o refresco y acomodados alrededor de la tumba de su familiar almorzaron o comieron para acompañar por algunas horas a su difunto.

Entre las carencias que la administración reconoce que existen en las instalaciones, sobre todo para una mayor funcionalidad en estos días, son desde el personal para el mantenimiento hasta el mejoramiento de la infraestructura; una barda que se está cayendo al lado norte y que a pesar de que ya está considerada para su remodelación por falta de recursos no se ha reconstruido.

Pero para el administrador del cementerio la necesidad más apremiante es la continuación de la red de hidrantes, debido a que los que se construyeron hace un par de años solamente llegan hasta la mitad del panteón. También mencionó que hace falta equipo de limpieza como escobas, carretillas, palas, picos, entre otras cosas.

Y es que actualmente las instalaciones funcionan sólo con los escasos apoyos que recibe “en especie” del Ayuntamiento porque no tiene recursos propios ni ingresos directos, “todo lo que se cobra por inhumaciones entra directamente a la tesorería”, se quejó Gaspar Beltrán.

Caída la tarde las instalaciones se van evacuando poco a poco; rostros nostálgicos, algunos todavía con los ojos irritados, a paso lento abandonan el lugar, allí, donde terminan las ambiciones humanas, como dice el epitafio de bienvenida.

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