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Con respeto llaman a los difuntos y con respeto les piden que se vayan

Gaudencio Mejía, corresponsal, Tlapa * Cientos de cohetes con chifladores se lanzan en la región de La Montaña, particularmente para recibir a los difuntos mayores el primero de noviembre; los muertos, a los que ahora viven en el en el otro mundo, en el “pueblo de los muertos” como los mixtecos.

Las campanas tocadas a tres repiques se oyen en todas las capillas de las colonias de Tlapa y de todas las comunidades. Ese repique duró toda la noche del sábado para amanecer el domingo. La gente que repica las tres campanadas en coordinación simultanea, recibe una recompensa de parte de la comunidad; de casa en casa reciben una porción de tamales, fruta y pan. Se les llama “los campaneros”. Hay muchos grupos que se organizan y que al grito de “ofrenda para los campaneros” pasan de casa en casa para recibir una parte de lo que disfurtan los difuntos.

El día de muertos nadie se muere de hambre. Todo lo que hay en la casa se comparte y se intercambia.

La bienvenida de los muertos en casa, es acto lleno de solemnidad, justo al prender la vela o veladora en punto de las 12 del día.

Un pequeño camino de flores de flor amarilla se riega de la puerta de la casa hasta la calle, de cualquier casa, así sea la más humilde.

En Potoichán se citan nombres de personas de varias generaciones de antepasados desde el porfiriato, de la Revolución, de muchos zapatistas, como el de Pablino Reyes, antiguo líder en contra del porfiriato, que es citado aún en las casas.

“Pablino Reyes: aquí busque algo con mucho esfuerzo, con el pie derecho y con el pie izquierdo, con las fuerzas de mis manos. Ahora que están en esta puerta de gloria. Grande sea tu alma, tu corazón al recibir lo poco que te ofrezco. Te lo doy con mis manos, con la luz que te enciendo. Tú sabes y ahora tú lo ves, la ofrenda en mi casa. Tú que estas ahora en otro mundo vivo, pueblo de la muerte”.

Y prosiguen con sus palabras, ante el ser querido, al ser que se le pide no traer conflictos, ni enfermedades.

“Si vienes, pero no traigas problemas, no traigas enfermedad, no me dejes conflictos en la casa. Con respeto los llamo y con respeto se vayan. Trae buenos sueños, sueños hermosos. Traeme valor y fuerza, no enfermedades, para mis hermanos, para mis hijos, para mi gente”.

“Abrimos la puerta, la puerta de la gloria, para que vengan y compartan con nosotros, lo que hoy les ofrecemos. Este es el día de su fiesta, disfrúntelo sin conflictos, sin problemas”, dicen en las casas de la comunidad de Potoichán de Copanatoyac.

 Durante todo el domingo 2 noviembre, todas las familias de la comunidad de Potoichán, acudieron al panteón para hacer las últimas oraciones, conocidas como responsos.

Los mixtecos de Potoichán son auxiliados por un cantor, que tumba por tumba va citando el nombre del fiel difunto para hacer una oración en latín. Sí, mixtecos rezando en latín, en la región de La Montaña.

Es el caso del señor Tiburcio Mentado Valerianes, hijo de la Revolución, quien tiene cerca de  80 años y una memoria de joven, rezando sus oraciones en latín en la tumbas y que a cambio recibe entre 50 y 100 pesos por cada responso.

A Mentado Valerianes se le recuerda desde pequeño cuando ya era un reconocido cantor, y sigue con su vieja tradición y costumbre de rezar por los fieles difuntos año, con año, hasta que la vida le depare.

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