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Jaime Castrejón Diez

 El debate sobre la electricidad

Con el debate y la división de opiniones en el Poder Legislativo y la pugna entre Poder Legislativo y Ejecutivo sobre el tema del Sistema Eléctrico Nacional, sería bueno regresar un poco a sus orígenes y estudiarlo con un sentido de objetividad. Decía José Ortega y Gasset que la diferencia entre el hombre y el tigre, es que el tigre tiene que aprender a ser tigre todas las mañanas, en cambio el hombre tiene el beneficio de su historia.

Cuando el presidente Adolfo López Mateos hizo la estatización del sistema eléctrico, estaba movido por cuatro razones, una de ellas era técnica, dos eran de tipo económico y la cuarta era ideológica. El proceso no fue dramático, no hubo una expropiación sino que sigilosamente su gobierno fue comprando las acciones de las dos compañías y poco a poco acumuló el 99%, que fue lo que anunció el presidente López Mateos al pueblo de México, cuando ya era dueño del sistema eléctrico nacional.

La razón técnica era que las dos compañías que manejaban la generación y distribución de la electricidad en el país, no eran compatibles, una producía electricidad a 50 ciclos y la otra a 60, lo que hacía imposible un sistema de coordinación, porque la electricidad no se puede ahorrar, no se puede guardar sino que al estar sincronizado el sistema se puede tomar electricidad de una parte del país y enviarla a otra, lo que no se podía hacer con la generación eléctrica de las dos compañías. Esta fue una razón que pesaba mucho, pues la necesidad de un sistema nacional requería de una sincronización de los productores hacia los puntos de distribución. Era claro que el primer paso era la unificación del ciclaje y éste sólo se podía dar cuando se fusionaran las dos compañías y esto sólo podía hacerlo el gobierno.

Las dos razones económicas eran la falta de inversión y la electrificación rural. La falta de inversión se notaba porque el crecimiento del país en esos momentos era tal que las inversiones eran insuficientes para mantener el ritmo del crecimiento del país y esto hacía que se pensara en un sistema nacional, en el cual el gobierno a través de una de sus instituciones invirtiera lo necesario para mantener el ritmo de crecimiento. La otra razón económica era la electrificación rural. En ese momento la mayor parte del país en el área rural estaba sin electricidad y las compañías no invertirían en ese renglón por una razón muy sencilla, no era redituable y el gobierno tenía que suplir esta actividad de manera que dentro de sus planes llevar la electricidad a las zonas rurales era políticamente necesario, por ello la electrificación se convirtió en parte de la política social del gobierno.

La otra era ideológica, eran momentos en que después de la guerra las naciones habían empezado a buscar soluciones sociales que les permitiera alcanzar los niveles de vida deseados. Así apareció el concepto de estado de bienestar y López Mateos dentro de su idiosincrasia consideraba que parte del bienestar requería tener acceso a la electricidad para incorporarse al mundo moderno. México ya caminaba en el camino del estado de bienestar desde la expropiación petrolera, la política agraria y la creación del Seguro Social.

Recordando a Ortega y Gasset es bueno asomarnos a la historia porque no fue un acto para recuperar soberanía, ni fue un acto que pudiéramos considerar que marcaba un cambio definitivo a la conducción del país. Fueron las circunstancias, fu el pensamiento del momento y también la necesidad de un sistema de coordinación que pudiera utilizar la producción de un lugar y llevarla a otro.

Las posiciones políticas actuales son diferentes y los argumentos no se basan en la historia, son desplantes para ganar votos, pero nada tienen que ver con la soberanía del país o el ser patriota o no, López Mateos lo tuvo claro en su momento, la razón fue pragmática: era lo que se necesitaba en su momento.

Fue en la década de los 90’s cuando por fin hubo un sistema de coordinación nacional que podía manejar los flujos eléctricos a las distintas partes de la República de manera eficiente y para esto se necesitaba que las electricidades producidas fueran compatibles. Ortega y Gasset tenía razón, la historia es la que nos saca de dudas.

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