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Florentino Cruz Ramírez

 La educación sigue siendo la única salvación para Guerrero

 Una situación de crisis puede ser una perfecta oportunidad para que desde una posición de alto compromiso y renuncia a intereses facciosos y mezquinos podamos encontrar soluciones de fondo a añejas problemáticas, que han contribuido a la existencia de un estado de cosas injusto en nuestra entidad y nos ha impedido hasta ahora la posibilidad de un desarrollo con justicia y equidad.

Particularmente me refiero a la situación de crisis evidente que se vive en el sector educativo en el estado de Guerrero: al conjunto de declaraciones, puntualizaciones, rectificaciones y después retrocesos a procesos en marcha en la Secretaría de Educación Guerrero; a la reiteradamente publicada precaria situación financiera, con fuertes impactos en la fortaleza académica de la Universidad Autónoma de Guerrero; al permanente malestar de los trabajadores de la educación en Guerrero, que se expresa en una continua disposición a movilizarse, tomas de oficinas, incorporaciones a las movilizaciones nacionales todos los meses de mayo de todos los años; a la persistencia de un alto nivel de analfabetismo en nuestra identidad, que no hemos podido disminuir; a la imposibilidad de atender la demanda de la población en edad  para realizar estudios en el nivel medio superior y superior; a la imposibilidad de otorgar educación primaria a toda la población como mandata la Constitución de la República; causales todas de que  nuestra identidad figure también en el renglón educativo, como una de los estados con mayores rezagos.

Las presentes opiniones no buscan de ninguna manera juzgar, buscar culpables u otorgar la razón a nadie; persiguen más bien plantear que, desde mi perspectiva, esta situación de crisis es una oportunidad para que los actores del proceso educativo, junto con el gobierno en sus distintos niveles, los partidos políticos y la sociedad en general, podamos  establecer un compromiso de fondo por la educación Guerrero.

Está sobradamente dicho que cualquier proyecto serio de desarrollo de un estado pasa necesariamente por la consideración estratégica del proceso educativo; en Guerrero por sus condiciones particulares, el rubro educativo no ha tenido un status de alta prioridad; las razones son múltiples, pero su establecimiento no son motivo de este trabajo.

Buscar obstáculos o soluciones, es en mucho el dilema en que hoy se debate el sistema educativo, sus actores, el gobierno del estado y una sociedad que indudablemente se duele e indigna por  lo que estamos observando.

Partamos de hechos:

Primero.  En el pasado reciente se realizó una auditoría a la Secretaría de Educación Guerrero, que no fue dada a conocer.

Segundo. En el informe de labores del ciudadano gobernador del estado no se expresó asunto de gravedad en lo referente al sistema educativo.

Tercero. Muy pocos meses después, el secretario de Educación da a conocer un estado de cosas alarmante en torno a la situación financiera de esa dependencia y anuncia un plan de austeridad y racionalidad.

Cuarto. El sector laboral del área de educación no sólo se inquieta sino que se moviliza ante la posibilidad de perder prestaciones de índole laboral obtenidas.

Quinto. Al mismo tiempo los estudiantes y recién egresados de las escuelas normales se organizan para exigir plazas y en rechazo al examen de oposición.

Conozco con mucho detalle la integración del presupuesto para la Universidad: este se compone de una participación del 90% de aportación federal y un 10% de aportación estatal; destinado fundamentalmente al pago de salarios y responsabilidades de índole laboral, seguridad social, SAR, impuesto sobre el producto de trabajo, y el resto destinado para gasto corriente, que implica pagos de energía eléctrica, teléfonos, agua.

En el presupuesto ordinario, llamado irreductible, no se contemplan recursos para obras de infraestructura, mantenimiento o equipamiento académico necesario; éste se otorga en acuerdos separados, por presentación de proyectos y por concurso.

A diferencia de la integración de los presupuestos de la década de los 70 y principio de los 80, que contemplaba apoyos para cultura, extensión, investigación y deportes, hoy por una visión absolutamente tecnocrática se suprimen esos aspectos sustantivos que daban idea de una formación integral, para encajonarnos a los mínimos indispensables, que no sólo cancelan la posibilidad de educación a la mayoría de la población, sino que empobrecen los contenidos de la formación académica misma de los jóvenes.

Tengo la impresión de que la integración presupuestal de la SEG no será muy diferente; creo que es perfectamente posible utilizar elementos que nos permitan establecer comparaciones objetivas con las asignaciones presupuestales a otros estados, comparar resultados y, transparentando la información sobre la real situación en que se encuentra la SEG, estaríamos en la posibilidad de establecer el gran  compromiso por la educación.

En el caso de la Universidad, a la forma de integración del presupuesto y su destino de aplicación, debemos agregar que la Secretaría Educación Pública le reconoce una plantilla laboral y un conjunto de compromisos laborales pactados en los contratos Colectivos de Trabajo; es decir, una determinada cantidad de profesores de tiempo completo, un número determinado de horas clase, vigilantes, intendentes, secretarias, directivos, personal de confianza; así como 40 días de aguinaldo; un llamado ajuste de calendario equivalente a cinco días, que es reconocido como el complemento para los 45 días autorizados por la SEP como aguinaldo para nuestros trabajadores, cuando en realidad se pagan 60 días de aguinaldo; 15 días de prima vacacional que se paga una vez al año, entre otras pocas prestaciones.

En términos reales la plantilla laboral y los cargos directivos y de confianza que la SEP reconoce a la Universidad, corresponden a una institución del orden de los 20 mil estudiantes; la realidad de ser una institución de 65 mil estudiantes nos obliga a realizar ajustes y sacrificios en muchas áreas, para que funcione con cierta normalidad.

Hemos realizado varios trabajos comparativos, que colocan a nuestra institución en una situación de total desventaja con respecto a todas las universidades públicas de nuestro país; veamos.

En términos de la aportación de los gobiernos estatales, existen universidades que reciben hasta el 80%; ubicándose la media nacional de aportación estatal en el orden del 30%, en Guerrero aportan el 10%.

En términos de inversión en la relación subsidio-estudiante anualizada, se tiene que hay universidades que tienen una inversión anual por estudiante de 60 mil pesos; la media nacional se ubica en 35 mil pesos; en Guerrero recibimos aproximadamente 8 mil pesos.

Universidades medias del país, de 40 mil estudiantes, tienen 10 mil profesores; de 21 mil estudiantes, tienen 6 mil profesores; Guerrero con 65 mil estudiantes tiene 3 mil 325 profesores.

Evidentemente es posible realizar muchas otras comparaciones, pero para los fines de este trabajo me parece que los tres anteriores son suficientes, el resultado es contundente: a la Universidad Autónoma de Guerrero se le otorgan recursos que son muy menores a los otorgados al resto de las universidades del país, situación que definitivamente impacta de manera negativa en el avance y consolidación académica de la institución; sin embargo, es incuestionable también que en esa condición de asfixia financiera, iniciamos un proceso interno, por voluntad propia, de Reforma Universitaria, que va arrojando resultados, que pudieran ser mejores si contáramos con mayores apoyos.

En Guerrero según datos estadísticos recientes, existe una población entre los 15 y 25 años de más de un millón de habitantes; ahora bien, en todo el subsistema de nivel medio superior y superior en nuestra entidad (considerando todas las preparatorias de la Universidad, los colegios de bachilleres, los Cebetis, las normales y las instituciones privadas del nivel), se atienden aproximadamente 200 mil alumnos; la pregunta obligada es ¿dónde están los jóvenes restantes en un estado con un bajo nivel de empleo como el nuestro?.

Para el caso de la SEG, estoy convencido de que un conjunto de condiciones de diversa naturaleza fueron contribuyendo al estado de cosas que hoy enfrenta y que por lo menos resiente tres situaciones que son sus principales  retos:

Primero. Tiene pactados con su sindicato prestaciones superiores a las autorizadas por la SEP; los 90 días de aguinaldo que en justicia se otorga a los trabajadores seguramente no tienen el respaldo financiero específico en el presupuesto.

Segundo. Las condiciones reales del estado han impuesto la necesidad de crear y otorgar plazas más allá de la plantilla laboral autorizada.

Tercero. Las relaciones SEG con el gobierno, sindicato, tendencias sindicales, partidos políticos, organizaciones sociales y grupos de presión, generó a lo largo del tiempo estructuras y costumbres irregulares que se autoestimulan para su ampliación y reproducción, hasta conducir a esta situación de crisis.

Con excepción de la tercera, que es perniciosa, las dos primeras situaciones, las creo perfectamente manejables y que pueden servir además, mediante su plena justificación empírica, como la base para un amplio acuerdo educativo de los guerrerenses y de exigencia ante el gobierno federal de un trato distinto para nuestra entidad, que necesariamente tiene que ser considerado Estado de mayor necesidad.

La forma de resolver la tercera situación será definitoria para el futuro de la educación, su compromiso y estabilidad, en el estado de Guerrero.

Si se persiste en ver a la educación en Guerrero como un asunto secundario, se conseguirán unos pesos para pagar los compromisos y esperar que futuros gobiernos sigan paliando la situación; continuará la confrontación intersindical, el acrecentamiento de esa enorme “panza” donde se ubica una gran cantidad personal que indudablemente no aporta ni desarrolla todas sus capacidades y la confrontación y las presiones serán el trato cotidiano entre los actores del proceso educativo y las autoridades, condenando a nuestra entidad a seguir en una condición de rezago doloroso e injusto.

Por el contrario, si se coloca como prioridad fundamental para el futuro de Guerrero a la educación, nos permitiremos todos la oportunidad de establecer las bases para un relanzamiento estratégico en el terreno educativo; el establecimiento de reglas claras y compromisos entre los actores del proceso educativo y la autoridad; el respeto y cumplimiento irrestricto a los acuerdos legítimos a favor de los trabajadores; condiciones básicas todas, para lograr la cohesión y la confianza suficiente entre los guerrerenses, y poder presentar un frente común, solvente, beligerante en sus demandas y amplio en sus justificaciones legítimas ante el gobierno federal.

Por la educación y nuestros jóvenes bien vale la pena.

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