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Marcial Rodríguez Saldaña

 La Convención Nacional Hacendaria

Después de muchos meses de intensas negociaciones, por fin este martes se firmó la convocatoria a la Convención Nacional Hacendaria (CNH). Se trata de una propuesta que desde hace algunos años han impulsado las tres agrupaciones de alcaldes del país, la Fenamm (Federación Nacional de Municipios de México) de origen priísta; la AMMAC (Asociación de Municipios de México) de filiación panista; y la AALMAC (Asociación de Autoridades Locales de México) de militancia perredista, todos agrupados en la Conferencia Nacional de Municipios de México (Conamm).

La iniciativa de la CNH fue retomada por la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) quienes junto con los representantes de los alcaldes han convencido al Presidente Vicente Fox de la necesidad de la Convención en cuya convocatoria participan representantes de los grupos parlamentarios en el Congreso de la Unión, representantes de los diputados locales, así como del propio gobierno federal.

La Convención se instalará el 5 de febrero del año 2004, fecha histórica por la promulgación de las constituciones de 1857 y 1917, y se pretende que concluya el 31 de julio del mismo año; su dinámica de trabajo consistirá en la formación de grupos técnicos en materia fiscal y financiera, que recibirán propuestas de distintos sectores de la sociedad, profesionistas, académicos, investigadores, expertos, así como de los propios convocantes.

El modelo hacendario y financiero del país se construyó a imagen y semejanza del sistema político, fundado en un marcado centralismo, en donde la federación recauda el mayor número y cantidad de impuestos y recibe el mayor porcentaje del presupuesto de egresos –80 por ciento–, mientras que los estados reciben el 16 y los municipios el 4.

El sistema federal sólo ha sido un formulismo, un ideal de los padres fundadores de nuestras instituciones políticas constitucionales de 1824, que fue convertido en un centralismo pernicioso; antes de la alternancia presidencial del año 2000, la mayoría de gobernadores eran cómplices silenciosos del centralismo, obedientes a los mandatos del Presidente de la República en turno, nunca se decidieron a pelear públicamente por más presupuesto para los estados que representaban, aceptaban sumisamente lo que el jefe político desde el centro les asignaba.

La alternancia ha traído entre otros beneficios, que los gobernadores, antes aduladores del centralismo, se transformen y organicen para retomar el espíritu federalista de la nación, para volver a las verdaderas raíces de nuestra forma de organización de Estado. Por su parte los alcaldes provenientes de todos los partidos políticos, han dejado a un lado su militancia partidista para sumar sus esfuerzos en torno al municipalismo, con la tesis de que el municipio es la forma más cercana de gobierno de la población, que requiere de servicios eficientes y de calidad.

El esquema actual de recaudación y distribución presupuestal en México, en donde la federación transfiere recursos a los estados y municipios, para que cumplan con su tarea de gobierno está agotado; se requiere de un nuevo modelo institucionalizado en donde la federación sólo recaude y reciba del presupuesto los recursos indispensables para su funcionamiento y los estados y municipios cobren directamente los impuestos para ejercer su presupuesto directamente, sin la tutoría de la federación para cumplir su misión de llevar bienestar a la ciudadanía.

La Convención Nacional Hacendaria anuncia la enorme oportunidad para las grandes transformaciones que requiere México, la alternancia no puede quedarse sólo en el cambio de personas o partidos en el gobierno; para que se consolide la democracia en nuestro país se necesitan reformas estructurales en la vida económica, social y política, entre ellas la hacendaria y financiera, que nos conduzcan a una mejor distribución de la riqueza para elevar el nivel de vida del pueblo.

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