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Denuncia ex miembro de la OCSS que sobrevivió a una tortura la desaparición de su hermano

*Relata Delfino Zaragoza Ocampo la persecución y hostigamiento gubernamental de la que ha sido objeto su familia desde 1996, durante el interinato de Ángel Aguirre Rivero

Zacarías Cervantes

Chilpancingo

Delfino Zaragoza Ocampo sobrevivió a las torturas más crueles. Un día de septiembre de 1996 fue detenido por agentes de la Policía Judicial (hoy Policía Ministerial) en Atoyac, en donde fue entregado a la PGR y entre sesiones de tortura, agentes de la dependencia federal lo interrogaron sobre su relación con la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS). Después lo entregaron al Ejército mexicano que lo interrogó sobre su presunta relación con el Ejército Popular Revolucionario (EPR), agrupación guerrillera a la que nunca perteneció.
El militante de izquierda estuvo preso durante cinco años y salió libre en el 2001 mediante el programa de libertad anticipada. Sin embargo, desde entonces, su familia ha padecido persecución y hostigamiento por parte del gobierno, que continúa hasta estos días. Mientras que él es culpado por el gobierno de cuanto asesinato se comete en Atoyac, sobre todo en San Juan de las Flores.
El 2 de julio pasado, desapareció su hermano Alberto Zaragoza Ocampo, junto con dos de sus amigos, con quienes, ese día, viajó a Iguala en busca de trabajo. Delfino dijo que la desaparición de Alberto está enmarcada dentro del hostigamiento que ha venido sufriendo su familia por parte de la Policía Federal.
Entrevistado en Chilpancingo el 7 de julio, Delfino contó su historia. Un día de septiembre de 1996, aproximadamente a las 4:30 de la tarde, cuando salía de la casa de su suegro Cipriano Tavares, en Atoyac, de donde es originario, Delfino fue detenido por cinco agentes que se dijeron de la Policía Judicial.
“Me detuvieron cuando apenas había caminado una cuadra arriba, en un callejón. Dos de ellos me quisieron golpear, yo me quise defender pero me llegaron otros dos por atrás y me pusieron las pistolas en la cabeza. Me subieron a un taxi después de que me taparon la cabeza y cuando me destaparon ya estaba en la oficina de la PGR de Atoyac”.
Contó que desde allí comenzaron a torturarlo hombres encapuchados. “Me preguntaron mi nombre al tiempo que me dieron una patada que me tiró al piso, ya tumbado me dieron otra patada en la costilla, creo que me la fracturaron porque hasta la fecha me duele”.
Dijo que supone que ya tenían datos de él porque le preguntaron que si él era Delfino Zaragoza. Respondió que sí. Después, sus torturadores esperaron que llegara la noche y, nuevamente, tapado de la cabeza, lo subieron a una camioneta en la que lo llevaron a otro lugar.
“Yo sentí que recorrimos un trayecto más o menos largo, incluso escuché que pasamos un retén militar. Me supongo que ya no estábamos en la Costa Grande, porque sentí frío y por allá hace calor”.
Esa misma noche lo trajeron a la delegación de la PGR de Chilpancingo. Allí le descubrieron la cabeza y uno de 5 encapuchados le volvió a preguntar su nombre, al tiempo que le dio una cachetada tan fuerte que hasta lo derribó al piso. “Me preguntaron cómo te llamas, de dónde eres y después me metieron en una celda”.
Recordó que ya por la madrugada lo sacaron, “no sé para donde me llevarían, porque nuevamente me taparon la cabeza y me subieron a una camioneta. Calculé que recorrimos unos 15 minutos. Ya cuando llegamos a una casa me quitaron la venda y me desnudaron todo, me envolvieron con una cobija y me amarraron a una tabla acostado boca arriba y después me tiraban agua sucia en la cara. Yo tragaba esa agua sucia y sentía que me ahogaba”.
Delfino dijo que supone que no eran instalaciones de la policía, “era como una casa particular”. Recordó que a lo lejos se escuchaba música “y la casa se sentía sola, me imaginaba que era una casa grande”.
Agregó: “Después de que me mojaron me comenzaron a dar toques eléctricos en los pies y en la espalda. Entonces me comenzaron a preguntar por la Organización Campesina de la Sierra del Sur, que entonces la encabezaba Hilario Mesino Acosta y Benigno Guzmán Martínez. También me preguntaron que quién era Miguel Ángel Mesino (hijo de Hilario Mesino)”.
Él les dijo que sí lo conocía porque es de la misma región, “fue entonces que me comenzaron a cuestionar sobre un homicidio. Después me di cuenta que era el de un militar. Nunca me dijeron quién era, ellos nomás me preguntaban si conocía a militares”.
“Me preguntaban que para dónde había caído; si para dentro o para fuera. Yo les dije que no sabía. Pero ellos insistían y fue cuando les dije que cayó para dentro, pero nomás para que ya no me siguieran preguntando y torturando”.
Al otro día lo cambiaron a otro lugar. “Allí me amarraron desnudo y vendado a una silla”.
Delfino Zaragoza hace una pausa. Es evidente que se le hace un nudo en la garganta y sus ojos se humedecen. Después, prosigue: “En esa casa, alcancé a ver por debajo de la venda que en un pizarrón estaba escrito: Ejército mexicano por eso supuse que estaba en instalaciones militares”.
Contó que por la mañana lo siguieron torturando y por la noche otros hombres lo interrogaron. Siempre era primero la tortura y después el interrogatorio.
“Fue en esa casa que me preguntaron qué libro le había entregado a un tal Manuel. Yo me supuse que ese Manuel era un amigo al que un mes antes le había entregado un libro de historia en el barrio de San Mateo de Chilpancingo. Por eso yo les respondí que era un libro de historia. Entonces me di cuenta que ya me habían investigado con anticipación”.
Entonces comenzó el interrogatorio más fuerte. “Me dijeron que no me hiciera pendejo, que les entregara las casas de seguridad, y nuevamente me empezaron a torturar, me sentaron en una silla y me daban toques eléctricos en los pies y en los testículos, también me daban cachetadas”.
Sus torturadores fueron insistentes en que les entregara las casas de seguridad y que entregara a los comandantes del EPR, “de eso sí yo no les dije nada, porque yo nunca supe qué es una casa de seguridad, por eso no les pude decir nada. Yo era militante de la OCSS”.
Contó que cuando ya no aguantaba la tortura, respondió que los comandantes eran extranjeros, “pero les dije nomás para que ya no me siguieran torturando”.
Dijo que también le preguntaron de qué color eran las capuchas de los comandantes, “y yo les respondía que negras, que azules, que rojas, que verdes, porque, entonces, yo leía la revista Por esto! Allí leía yo que algunos de los guerrilleros portaban capuchas, pero yo no sabía más de la guerrilla. Mis ideales son de organización para la lucha social”.
Agregó que tras esas supuestas declaraciones fue sentenciado a 15 años de prisión, pero nunca supo por qué delitos. La pena, después, se la rebajaron a 11 años y cuando cumplía 5 años de prisión fue liberado mediante el beneficio de libertad anticipada. Aseguró que nunca le comprobaron ningún delito.
Añadió que la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) dijo que tenía una fotografía en la que se veía que recibió dinero, presuntamente para el EPR, “pero yo nunca recibí ningún dinero y tampoco me enseñaron la fotografía. Incluso dicen que la fotografía apareció publicada en un periódico, pero yo no la vi”.
Delfino fue liberado en mayo del 2001, ya cuando estaba preso en el penal de Chilpancingo. Dijo que fue hasta entonces que se dio cuenta que el Ministerio Público no tomó en cuenta sus declaraciones que hizo bajo presión por la tortura.
“Quiero hacer hincapié, ahora, que yo les dije que yo era reclutador de una organización campesina (la OCSS). Que no era de una organización guerrillera, pero ellos (sus torturadores) tergiversaron mis declaraciones y me pusieron como reclutador del EPR”.
Insistió que su activismo era abierto en la OCSS para demandar al gobierno proyectos productivos, fertilizante, apoyos ganaderos o para la producción de café, “porque yo soy campesino y tengo nivel de estudios de secundaria”.
Después que salió del penal, Delfino se integró al Frente de Organizaciones Democráticas del Estado de Guerrero (FODEG) con Bertoldo Martínez Cruz, porque dijo que la OCSS “tomó otro rumbo” después de la masacre de Aguas Blancas.
Desde su posición como luchador social denunció que en Guerrero los luchadores sociales son perseguidos por sus ideales. Recordó que cuando fue detenido estaba como gobernador interino el ahora gobernador constitucional, Ángel Aguirre Rivero y que ahora, como en su interinato, quiere desarticular a las organizaciones sociales.
A pesar de lo que vivió, mencionó que no está resentido con la sociedad ni se arrepiente de su participación en el movimiento social y, por el contrario, sigue militando en agrupaciones de izquierda como el FODEG y en el PRD, “mis ideales siguen siendo de izquierda”.
Agregó que sigue militando en el PRD aun cuando ha hecho gobernadores como Zeferino Torreblanca y Ángel Aguirre Rivero, “nosotros estamos seguros que ellos no son perredistas; el PRD es originalmente de los pueblos. Ellos sólo vinieron a posesionarse del poder y de la gente perredista”, definió.
Denunció que gobernadores como Torreblanca y Aguirre vinieron a “tergiversar” las causas del PRD, “porque el PRD es verdaderamente democrático y nosotros nos damos cuenta perfectamente que el PRD ha sido manipulado, cochineado y fracturado por esa gente”.
Acusó que hoy desde el gobierno que surgió del PRD se trata de desvirtuar la lucha social justa, (el gobernador) “la lleva por mal camino para destruirla”.
Explicó que, por ejemplo, mientras el gobernador Ángel Aguirre Rivero festeja el mundial de futbol en Brasil, “aquí se viven con gran magnitud la criminalización de la lucha social, la desaparición de personas y los asesinatos de dirigentes sociales.
Citó el caso de su hermano, Alberto Zaragoza Ocampo, quien desapareció desde el 2 de julio, junto con Miguel Ángel Antolino Navarrete y Raúl Vázquez Zamora, cuando buscaban trabajo en Iguala.
Su hermano Alberto, había sido detenido en el 2012, por agentes federales a quienes se les hizo sospechoso que llevara 38 mil pesos en la bolsa. Pero el dinero lo llevaba para la compra de un vehículo, pues él se dedicaba  a la compra venta de carros usados.
Mientras tanto él, dijo, sigue siendo culpado por el gobierno de cuanto asesinato se comete en Atoyac. Incluso dijo que lo culparon de la muerte de su suegro Cipriano Tavares, a pesar de que se encontraba preso cuando lo mataron.
“Eso es lo que me da coraje, que se me culpe de la violencia, sobre todo de las muertes que ocurren en San Juan de las Flores, (municipio de Atoyac). A cada asesinato que hay, de inmediato se dice que las investigaciones apuntan hacia un mentado Delfino Zaragoza, pero yo no soy un criminal, no soy un asesino”.
Con tristeza, declaró que sus hermanos; tres hombres y cuatro mujeres, tuvieron que salir de Atoyac, y que él no puede regresar, no sólo por el hostigamiento gubernamental, sino porque el gobierno lo culpa de los asesinatos que se cometen en ese municipio y que eso es muy riesgoso para él.

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