Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

María Luisa Garfias Marín

Mujer y poder político

 (Primera de dos partes)  

 Este 17 de octubre, las mujeres cumplimos 50 años de ejercer nuestros derechos políticos, concretizados en el sufragio, y por ello considero importante reflexionar sobre nuestra participación en la política a lo largo de esos años y sobre todo, en la lucha por el poder político.

¿Qué es el poder político? ¿Qué relación tiene con las mujeres? Y ¿cómo ejercemos ese poder?

El poder, de acuerdo con varios politólogos, es la capacidad de hacerse obedecer. Su esencia radica en la relación mando-obediencia, independientemente del régimen que se trate, sea democrático o autocrático. La política es una actividad humana para intervenir en los asuntos públicos por medio de la opinión, voto u otros mecanismos o formas, por lo tanto, decimos que el poder político es la capacidad que tiene un individuo(a), organizaciones e instituciones de ejercer un mandato y ser obedecido por los miembros o habitantes de una comunidad, ciudad o partido político. El Estado, como organización política-administrativa, genera  poder, que se traduce en una relación entre gobernante y gobernados. El poder del Estado es un poder político supremo, soberano; la manera como se distribuye, determina la forma del mismo: Estado democrático, si el poder se construye de abajo hacia arriba, donde el  principio que rige es el de la soberanía del pueblo; Estado autocrático, cuando el poder se construye de arriba hacia abajo, rigiendo el principio de la soberanía del dominador. 

En el Estado mexicano, el poder político, es decir, la relación gobernante-gobernados, se produce a través de la burocracia, llámese Poder Legislativo, Ejecutivo o Judicial. Quienes se encargan de elaborar leyes, de aplicarlas y de sancionar a los infractores de dichos mandatos. El gobierno ostenta el poder político, y éste ha sido hegemonizado por los hombres, ignorando durante muchos años a las mujeres, y por ende, las leyes aprobadas y ejecutadas han sido para beneficio del sexo masculino. Desde la Constitución Política Mexicana, los Códigos Civiles o penales, así como las leyes secundarias, llámese del trabajo o agraria.

Sin embargo, desde el 17 de octubre de 1953,  y gracias al esfuerzo de las trabajadoras, artistas, amas de casa e  intelectuales,  las mujeres mexicanas obtuvimos el derecho a votar y a ser electas, logrando la incorporación de la primera mujer al Poder Legislativo en 1952-1955, siendo esta la  primera diputada por el estado de Baja California Norte, Aurora Jiménez de Palacios, constituyendo la XLII legislatura federal, e incrementándose el número de mujeres en la XLIII, y subsiguientes, hasta alcanzar en la legislatura actual –la  LIX– la cantidad de 110. Y es en 1958 que llega a este poder la primera mujer perteneciente a un partido de oposición, la profesora Macrina Rabadán, del Partido Popular Socialista, ya que si bien el PAN existía, éste carecía de representantes mujeres en el Congreso de la Unión. A partir de 1988, en la LIV legislatura federal,  ingresan mujeres feministas, provenientes de partidos de izquierda, quienes empiezan a poner en la mesa del debate legislativo, temas como el aborto y la violencia sexual. A la Cámara de Senadores llegaron las primeras dos mujeres en 1964, conformando la XLVI legislatura federal, siendo éstas María Lavalle Urbina y Alicia Arellano Tapia.

En Guerrero, la incorporación de las mujeres al ámbito del poder político es relativamente nueva, inician en 1963, formando parte de la XLIV legislatura del Congreso estatal, siendo la primera diputada Blanca Alicia González Díaz, del Partido Revolucionario Institucional, y es hasta 1990, en la LIII Legislatura que arribaron  mujeres de partidos de oposición al PRI, y algunas, provenientes de partidos de izquierda. Siendo la LV legislatura, la de mayor número de mujeres hasta el momento, con 10 diputadas. Es así que de 1963 al 2003, sólo 44 mujeres han ocupado una curul en el Congreso del Estado.

En ambos casos, tanto en el federal como en el estatal, se muestra que a pesar de medio siglo de ejercicio del sufragio, y de ser reconocidas por la Constitución Política como ciudadanas, con derechos políticos plenos, la experiencia política en los parlamentos, como jefas de Estado o  presidentas municipales, es pequeña, en comparación con la de los hombres. Lo que ha motivado que mujeres de distintas ideologías políticas y sociales, así como feministas buscaran ampliar la escasa presencia femenina en los parlamentos y otros órganos del poder político, ya sea estatales o federales, impulsando para ello la campaña nacional “ganando espacios por acciones afirmativas”. Experiencia única, que ha permitido que mujeres de diferentes partidos políticos, organizaciones sociales, ecologistas, de salud, feministas en lo individual, se  plantearan hacer propuestas de candidaturas de mujeres, comprometidas con tres ejes en particular: la libre opción sexual, maternidad libre y voluntaria y contra la violencia hacia las mujeres. El saldo ha sido positivo, ya que ha permitido un ingreso cada vez mayor de mujeres comprometidas con las mujeres.

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