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Jaime Castrejón Diez

   Las realidades de la educación superior

La reciente polémica entre la Secretearía de Educación Pública y el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México muestra que hay un problema fundamental en el sistema educativo del país. Solamente hay que asomarse a la realidad nacional, el desempleo creciente, el subempleo, la falta de oportunidades que, en una forma directa o indirecta, presionan hacia las casas de estudios. El problema no se inicia en la educación superior, el problema viene de atrás; desde la educación fundamental en donde es algo bien sabido por los educadores mexicanos, el problema principal ha sido la enseñanza de las matemáticas. En alguna forma la falla en la enseñanza de las matemáticas influye en el resto de la pirámide, porque es muy fácil darse cuenta que si alguien no domina el campo de las matemáticas se va alejando de los campos académicos que necesariamente son los que conducen al empleo y los que impulsan el desarrollo nacional y sobre todo el desarrollo científico.

El sistema educativo nacional ha crecido enormemente, lo que no ha cambiado ha sido la calidad de la educación y yo considero que es en las áreas de matemáticas y ciencias naturales donde la enseñanza primaria y luego la secundaria padecen alguna falla en su estructura y en la preparación de sus maestros. Con los datos que reporta en sus estudios la ANUIES vemos una matrícula orientada a las áreas que no van encaminadas hacia el desarrollo industrial y tecnológico y naturalmente a los egresados de las áreas no técnicas o en las áreas de las ciencias sociales el empleo se hace mas difícil.

La matrícula en las ciencias sociales y administrativas es el 54.2 por ciento en los datos reportados por ANUIES en su estudio de 1998 y en las ingenierías y las técnicas solamente el 32.14 en todo el país; esto orienta la educación superior a unas áreas en las que el problema del empleo va a ser cada vez más agudo.

El crecimiento de la matrícula y de la aparición de cientos de universidades también con una idea de que las áreas sociales y administrativas son mas fáciles de financiar, son más baratas de establecer y al no tener laboratorios y equipos muy especiales es fácil iniciar universidades orientadas a las ciencias sociales y administrativas, pero no necesariamente áreas que tengan un desarrollo personal o que impulsen un desarrollo nacional.

Si vemos las pirámides educativas del país, la taza de cobertura de la población de 20 a 24 años es de 16.8 por ciento, es decir que pocos miembros del grupo de edad de 20 a 24 se encuentran en las universidades. No todos fueron rechazados, algunos no terminaron la primaria o la secundaria o la preparatoria, es decir el sistema fue eliminando ya sea por razones económicas, personales o porque hay un incentivo claro a través de la educación para conseguir empleo.

También en esta cobertura de la matrícula encontramos diferencias por ejemplo en el Distrito Federal, la atención a la demanda es de 38 por ciento, 28 en Tamaulipas, 25 en Nuevo León y si vemos en el fondo de las listas encontramos que los estados más pobres, es decir Oaxaca, Quintana Roo y Chiapas tienen 11.8, 7 y 8.6 por ciento respectivamente. Hay que ver en las estadísticas parte del funcionamiento interno de las universidades, pues el hecho de llegar a la universidad no garantiza el culminar con éxito estudios superiores. En la licenciatura, tomando en cuenta los egresados de secundaria, el promedio nacional es 55 por ciento de atención a la demanda, es decir el 45 por ciento de los egresados de la preparatoria no siguen estudios superiores, pero la parte más trágica es que de este 55 por ciento solamente el 39 termina los estudios universitarios.

Estas cifras muestran con claridad que se trata de un sistema educativo débil. Se ha ido ampliando la atención a la demanda, pero no ha levantado la calidad en la misma proporción. De hecho, al ampliar la demanda se improvisaron profesores, todavía en muchas universidades del país los profesores son pasantes sin título y las deficiencias se van acumulando al grado que en estos momentos uno de los grandes obstáculos para el desarrollo es tener el capital humano necesario para encarar los retos que presenta el futuro.

Las polémicas no llevan a ningún lado, sería un tanto irónico que esto se fuera a decidir en un debate; esto no se resuelve sino realmente haciendo un profundo cambio en la educación, no nada más viendo la cantidad sino también poniendo atención a la calidad.

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