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Silvestre Pacheco León

CRONICA MUNICIPALISTA

 El Cabildo juvenil, una mala experiencia

 No, no fue cierto que en la sesión de cabildo juvenil, los estudiantes de secundaria hubieran puesto la muestra a los adultos.

En realidad el ejercicio de participación cívica promovido por el Instituto Federal Electoral fue una muestra elocuente de lo que los adultos deben corregir para que sus vicios no trasciendan a las generaciones que los sucederán.

Por principio de cuentas vale la pena señalar que de las cuatro sesiones abierta de cabildo que se realizan en Zihuatanejo solamente la primera mereció el interés de la población con su asistencia numerosa.

Era la novedad y un poco el morbo lo que movió a cientos de personas en aquella ocasión a presenciar una sesión de esa naturaleza. Quizá el interés por conocer a los miembros del cabildo o simplemente por el hecho de que era la primera vez que la oposición se inauguraba como gobierno lo que más pudo en el ánimo de los participantes.

En la Cuarta sesión abierta de cabildo el 8 de octubre, Día del Guerrillero Heroico, el ambiente para el ejercicio democrático en la explanada municipal era inmejorable. La luna en su cuarto creciente complementaba la luz de los faroles y el viento marino ayudaba al clima ideal para la reunión nocturna.

Sin embargo lo que no estaba en su lugar era la gente interesada en el quehacer del gobierno municipal. La mayor parte de los asientos permanecieron vacíos pese a las varias decenas de estudiantes y a los empleados del IFE traídos para presenciar el evento de educación cívica.

Los funcionarios  y empleados  municipales, contados, no fueron suficientes para ocupar la mayoría de las sillas que permanecieron desiertas porque, además, está ausente la promoción de la cultura cívica como política oficial, en Zihuatanejo, en Guerrero y en todo el país. Ni siquiera los empleados se encuentran motivados para participar en esos eventos.

Cuando tocó a los estudiantes ocupar en el estrado el lugar de los miembros del cabildo, lo menos que se esperaba es que llegaran preparados con sus guiones debidamente ensayados.

Pero no,  porque hasta los maestros adolecen de la cultura democrática que requiere ser fortalecida.

Lo que vimos fue la repetición tan criticada del confuso papel que juegan los secretarios municipales que no aciertan a entender lo que significa tener solamente “voz informativa” en las sesiones de cabildo, convirtiéndose algunas veces en moderadores que sustituyen a los presidentes y otras en regidores con propuestas propias que defienden y suelen privilegiar a la hora de votar y en el momento de redactar las actas.

El primer gran error fue someter a votación y aprobar el orden del día sin ponerlo a consideración para que los ediles estuvieran en oportunidad de hacer alguna observación o simplemente para proponer algún asunto de su interés no considerado. Nadie supo de los puntos a desahogar.

Lo demás, el punto a discutir era el programa oficial de becas.

En las participaciones de los jóvenes, futuros regidores, presidentes o diputados, se escucharon intervenciones interesantes.

Se dijo, por ejemplo, que el apoyo a los estudiantes se concentraba en el medio urbano en menosprecio de rural, y que muchos de los beneficiarios no eran precisamente los más necesitados.

En adición a esa crítica hubo la propuesta de modificar el criterio que priorizaba las calificaciones por encima de las necesidades de estudiantes pobres cuyo bajo nivel de aprovechamiento muchas veces expresa el grado de sus carencias. Es decir, que las calificaciones no fueran el criterio principal para el otorgamiento de las becas, sino también las carencias de los estudiantes que los deja fuera de toda oportunidad para mejorar.

Otras intervenciones fueron para demandar aumento al escaso presupuesto que se ejerce para atender las necesidades educativas, y muchas otras fueron repetitivas y no ayudaron a enriquecer las ideas y propuestas.

Pero al final, en vez de resumir las críticas y enlistar las propuestas simplemente se votó la generalidad, dejando al secretario la tarea de darle sentido y coherencia a las intervenciones para aterrizar el punto, de tal manera que las cosas se mantengan inalterables.

El tache fue para los maestros que solamente reprodujeron los vicios que las asambleas democráticas deben superar.

En el cabildo juvenil fuimos testigos de lo que suele suceder en la realidad y que no ayuda a tener gobiernos eficaces que diseñen políticas que contengan puntos de vista diversos y por ello tan plurales como la sociedad que gobiernan.

Algunos críticos han señalado ya que el desinterés de la sociedad en eventos de alto contenido cívico como el referido tiene su origen en la carencia de elementos que la lleven a pensar que la política tiene alguna utilidad práctica, y que las necesidades sociales realmente son preocupación y ocupación de las autoridades.

La verdad es que mientras las autoridades no sean ejemplo de capacidad, conocimiento y destreza para mostrar lo provechoso que es el método democrático para la toma de decisiones, seguirá sucediendo en el país lo que parece ser la causa de nuestro atraso: el gobierno diseña las políticas públicas según su leal saber y entender pensando que estas son hechas a la medida de los problemas que debe resolver, pero jamás se ocupa de confrontarlas con la percepción que la sociedad tiene de ellas y no mide tampoco su impacto en los casos que supuestamente está interesado en resolver.

Con esos vicios en las asambleas suele inhibirse la opinión, la crítica y el deseo de aportar y expresar ideas para resolver los cada vez más complejos problemas de la sociedad.

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