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Fallece el pintor Gómez del Payán y, por el desdén oficial, queda inconcluso mural en Tixtla

Xavier Rosado (Primera de dos partes) * Con el fallecimiento del pintor Jaime Gómez del Payán, se fue la posibilidad de finalizar la obra muralista que el artista plasmó en los pasillos del ayuntamiento de Tixtla, en la que fuera casa del prócer nacional, Vicente Guerrero.

La causa de su muerte, a los 63 años, fue un derrame cerebral y fue sepultado en Tixtla, cumpliendo con su deseo.

Jaime Antonio Gómez del Payán, nació el 13 de septiembre de 1940 en Aguascalientes, aunque los últimos 18 años de su vida, vivió en Tixtla de Guerrero, donde dejó un legado muralístico de incalculable valor cultural.

Estudió en la Escuela Nacional de Pintura y Escultura de Bellas Artes, La Esmeralda, cuenta con murales en ciudades como Guadalajara, Tijuana, Distrito Federal, Querétaro y Monterrey, en importantes edificios como el Banco de Comercio Exterior en la capital.

Asimismo, montó más de 20 exposiciones individuales en diferentes sitios del país y muchas otras colectivas en el extranjero, incluyendo siete exposiciones en diversas ciudades de Japón. La última de ellas fue Aires del sur, que se exhibió en la Universidad Americana de Acapulco el 7 de julio de este año.

Negligencia y abandono

El mural del ayuntamiento de Tixtla, titulado Tixtla y los próceres guerrerenses, cubre una superficie de 730 metros cuadrados, fue elaborado de 1984 a 1988, con el apoyo de la Asociación Nacional de Tixtlecos y Amigos (ANTA) y del ayuntamiento de ese entonces que sufragó temporalmente los gastos de elaboración, ya que el pintor nunca cobró por su trabajo.

El mural fue interrumpido debido a que la asociación y el ayuntamiento suspendió el pago de los gastos del mural y después cayó en el abandono durante 15 años, ante la negligencia de las autoridades tanto estatales como municipales.

Una de las razones fue el constante bloqueo a su trabajo y los continuos retrasos al pago de los materiales por parte del entonces presidente municipal de Tixtla, Hugo Cesáreo Astudillo.

Después de esa desafortunada interrupción, el pintor hizo gestiones trienio tras trienio para completar los murales, sin embargo, todos los presidentes municipales argumentaron que no existían recursos para tal proyecto, dejando sin mantenimiento la obra que ya había consumado.

Antes de su fallecimiento, Gómez del Payán había hecho un estimado del costo de la restauración que, debido a los tres lustros de abandono y desidia de los gobiernos, ascendió a un millón 650 mil pesos, ya que era necesario, entre otras cosas, emprender una obra civil que implicaba la demolición del aplanado en columnas y piso, levantamiento de techos y la modificación de las áreas verdes que obstruyen la vista

de la obra mural.

Además de este legado cultural que plasma la historia política del lugar, su danza, tradiciones, agricultura y sus leyendas, el pintor dejó un documento en el que se indica a detalle las diferentes obras que hay que hacer para lograr la restauración de los murales, sin embargo, no se obtuvo una respuesta concreta por parte de las autoridades.

El pintor, asimismo, hizo llegar al director general del Instituto Guerrerense de la Cultura, Hubert de la Vega Estrada, el proyecto con el mencionado presupuesto adjunto. sin embargo el funcionario descartó la posibilidad de poder contribuir económicamente a su conclusión, argumentando, que no tenía dinero, sin embargo le dijo que“contara con su apoyo moral”.

También se hicieron gestiones con la ex directora de la Casa de la Cultura de Tixtla, Estela Sandoval, la que dijo que iba a “tomar un curso” para aprender a conseguir apoyo económico para concluir el proyecto de Gómez del Payán.

Actualmente existe la posibilidad de que los discípulos del pintor, Javier Lara Díaz y Julián Angel Rodríguez, a través de un coordinador del proyecto, César Aurelio Serena Morales, puedan concluir el trabajo que quedó pendiente para el patrimonio cultural de Tixtla de Guerrero, sin embargo, aún necesitan conseguir el dinero para lograrlo.

Los murales de Tixtla

Llegar al centro de Tixtla es como tomar un atajo hacia el pasado y situarse en la misma cuna de la independencia de México. A la izquierda de la catedral está el ayuntamiento, el sitio donde nació Vicente Guerrero y que fue, de 1850 a 1870, capital del estado.

Además de su importancia política, es un lugar privilegiado por su clima templado, su aire provinciano y su rica y variada naturaleza.

Quizá todo esta riqueza histórica, natural y cultural fue lo que atrajo por primera vez al pintor Jaime Antonio Gómez del Payán a quedarse para siempre en este lugar al que él llamaba “Tixtla de mis amores”.

Ahí se enamoró de la que fue su compañera durante los 18 años que vivió en Tixtla, Yolanda Bello González, mientras trabajaba en los murales que permanecerían como parte del patrimonio cultural de los tixtlecos. En este trabajo, el pintor plasmó con gran dedicación y detalle, una extensa obra muralística que incluye la bóveda de entrada al ayuntamiento, los pasillos y puertas, que narran cronológicamente, la historia política de Guerrero, así como las costumbres prehispánicas y mestizas de Tixtla.

Ahí se muestra, en primer plano, la imagen del prócer de la patria, el valiente mariscal de José María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero Saldaña, con su decreto emanado del primer congreso de Anáhuac Sentimientos de la Nación.

El mural también hace referencia al establecimiento de los poderes del estado de Guerrero, cuando Tixtla fue capital del estado, de abril de 1850 a septiembre de 1870.

El espectador también puede encontrar la efigie del pensador tixtleco, Ignacio Manuel Altamirano, acariciando a un jaguar, símbolo prehispánico de la región.

Temas como la ciencia, los poderes de la nación, el arte, la tecnología, la conquista y el arte prehispánico, forman parte del minucioso trabajo de Gómez del Payán, quien trabajó cuatro años auxiliado por Rogelio Galán Hernández y Manuel Hernández Marbán.

La imagen de Benito Juárez y los responsables de la elaboración de las leyes de Reforma, con alusiones a la justicia; Cuauhtémoc y una referencia a la erección del estado el 27 de octubre de 1849, el plan de Ayutla, Allende, Morelos y los insurgentes.

En otro módulo del mural, plasmado en panel de hoja de asbesto, el autor muestra a Morelos, Allende y la esclavitud del virreinato y escenas de la conquista.

Al final del mural, el pintor dedicó toda una cuarta parte del mural a las tradiciones del estado, como la danza del torito y los sones de tarima, así como una hermosa representación de Tixtla, con su “laguna de espejo”.

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