Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Anituy Rebolledo Ayerdi

Acapulqueños XV

Los lectores primero

From:d.montoyasierra@ iusacell. Blackberry.com. Saludos Don: También a mi me parece buena idea la del señor de Tixtla (la de que aquí se escriban crónicas de otras regiones de la entidad).
PS: y también me gusta leerlo todos los jueves okk, chao bey (sic).
Amigo Montoya Sierra:
De aquí al 1 de julio no le prometo nada porque no se lo cumpliría. No olvide que así como hay temporadas de marañonas, caimitos y ojotones, las hay de de mentiras, hipocrecías y simulaciones, y en estas últimas estamos. Le contesto el día 2.
Por lo que hace al rubricante bey, espero que sea una despedida y no lo que pudiera resultar con una u intermedia. Por sí o por no yo me despido igual: bey. Ya en serio, lo felicito por su buen juicio y lo saludo muy cordialmente.

De Amalia Tornés

Perdido por mucho tiempo, vagando quizás en el éter, el correo de Amalia Tornés Talavera aterriza finalmente en nuestra máquina. Y solo para engordar el ya pesado ego del escribidor. Pero como de este lado no hay ni tantito pudor, transcribimos el dichoso mensaje agradeciendo las gentilezas de Amalia.
“Don Anituy: Muchas gracias por el placer que me da leer sus crónicas. Cuando veo en la contraportada de El Sur que viene su escrito, luego luego me lo leo. A veces antes que las noticias, pues siempre es muy grato que la mente se llene de relatos tan bien escritos. Me encanta su estilo coloquial y lleno de muy nuestras expresiones, haga de cuenta que lo estoy escuchando decir lo que escribe. Muchas Gracias.

De Francisco Rivera

“Justo hoy registré su correo en mi lista. Si usted lo permite, charlaré y consultaré temas que maneja y que tanto me gustan. Soy apasionado de su publicación en El Sur. ¡Felicidades!
Señor don Francisco: Claro que se lo permito, amigo Meraza. Un apellido que recuerdo de mi lejanísima niñez de San Jerónimo de Juárez, o El Grande. ¿Familia de usted?. Saludos y felicidades por su cumpleaños.

El grupo Acapulco

El grupo Acapulco se formaliza luego de varias reuniones previas en la casa de Poli Sosa, en la avenida Cuauhtémoc. Los convocantes no engañan a nadie. Se trata de formar un grupo político que rescate la presidencia municipal de Acapulco para los acapulqueños, cerrando el paso a los forasteros. Quedaba claro: un porteño cuyo cordón umbilical estuviera enterrado en la playa y no uno de probeta.
Requerimiento este último que aludía a varios presidentes municipales que, aun con residencia muy antigua y siendo incluso ciudadanos ejemplares, no eran acapulqueños “natitos”. Otros serán descaradamente arribistas.
Entre los primeros estuvieron Antonio Pintos Sierra (Tepecoacuilco), Dr. Antonio Butrón Ríos (cubanos-gallego); Carlos E. Adame y Efrén Villalvazo (Chilpancingo), Ismael Valverde y Eduardo Estrada (Tecpan de Galeana); Baltazar Hernández y Canuto Nogueda Radilla (Atoyac de Alvarez), Manuel López y Rafael Añorve (Ometepec), Antonio del Valle Garzón (Ayutla), Felipe Valle (Colima) y Luis Martínez Cabañas (Campeche). Los turistas: Agustín Flores (?), Domingo Cuevas (?) José Ventura Neri (Copala); Donato Miranda Fonseca (Chilapa) y Mario Romero Lopetegui (Ometepec).
La relación incluye únicamente alcaldes del siglo XX, nombrados los de la primera década por el presidente Díaz, lo mismo que los gobernadores de la entidad. El primer gobernador de la revolución triunfante fue don Francisco Figueroa Mata y los primeros alcaldes de Acapulco Cecilio Cárdenas, Nicolás Uruñuela Elliot y José de Jesús Nieto.

El mal de Lázaro

(Como no faltarán lectores extrañados de que Acapulco haya sido gobernado en tres ocasiones por un extranjero –de papá gallego y mamá cubana–, (1890, 1901, 1902), digamos que la obra sanitaria del doctor Antonio Butrón Díaz, fue la más importante de su tiempo (excepto de la de don Antonio Pintos), e incluso de algunos de sus predecesores. Se le acredita, por ejemplo, el primer hospital acapulqueño del siglo XX –más tarde civil Morelos en el cerro de Las Iguanas. Y en ese mismo orden sanitario la creación de una leprosería en la isla de La Roqueta. La lepra atacaba entonces severamente al país y muchos enfermos buscaban quién sabe porqué el nivel del mar. Aquí se les veía deambular libremente por las calles de la ciudad, mostrando algunos las descarnadas secuelas del bíblico mal de Lázaro.
Ante el clamor de una población brutalmente aterrorizada, el alcalde Butrón construye una leprosería en la antigua isla de Los Chinos, dotándola de instalaciones rústicas pero higiénicas, ventiladas y seguras. (Hoy mismo, según un reporte oficial de enero de este mismo año, hay en Guerrero 507 casos de lepra, siete únicamente en Acapulco). También en el ámbito sanitario, nuestro personaje adquirió a finales del siglo IXX la Botica Acapulco, en el callejón del Piquete (Madero), propiedad de la californiana firma Link y Sucesores. El establecimiento sigue en servicio ahora en Jesús Carranza, propiedad de la sucesión de quien fue compañero de escuela del escribano, Josafat Cortés Ramírez. ¡”Cosa más glande, caballero”!, como solía exclamar el paisano Chimy Monterrey.

Los precursores

Fue por lo menos un centenar de acapulqueños quienes se empeñaron en la lucha cívica por dar a este municipio alcaldes nacidos en su suelo. Alcaldes que amarán al terruño, que conocieran sus problemas, sus necesidades y las aspiraciones de los suyos, Pero sobre todo con la disposición de servirles con lealtad, eficacia y honradez. Una lucha que rechazaba con energía a los “sanababiches” arribistas, aquellos que nomás aterrizaban de pisa y corre para “retacarse las talegas de oro”, como se decía entonces. Hoy se cuenta con las complicidades bancarias.
En aquellas reuniones del Grupo Acapulco estuvieron: Ramón Uribe Urzúa, Ramón Córdova Pintos, Ismael Uribe, Antonio Pintos Carvallo, Arturo García Mier, Oscar Nava, Raúl Orbe, Jesús Basterra, Paco Vela, Herlindo Liquidano, Alfredo Hudson, Tito, Ricardo, Maco y Morlet Sutter; Martín Heredia Merckley. Juan Izabal, Rafael Saavedra, Pedro Terán, Fernando M. Lluck, Arturo Funes Guillén, Tino González, Tito Alvarez Gutiérrez, José Camargo, José Isabel Jiménez, Jaime, Leonel y Efrén García Guillén Fidencio Tellechea, Tito Montañez, Luis Martínez, Enrique Díaz Clavel, Alberto Rellstab Chimalpopoca, Juan Oms Soler, y más.
El Grupo Acapulco logrará finalmente su objetivo principal. Llevará a la presidencia municipal primero al doctor Ricardo Morlet Sutter y en el siguiente trienio al también doctor Martín Heredia Merckley. Israel Nogueda Otero, también acapulqueño, llegará por otros caminos y lo mismo sucederá con Israel Hernández Ramos, de Petatlán. Pero eso será tema de una próxima historia, la de los alcaldes de Acapulco.

El Grupo Aca

Sin tener nada que ver con el Grupo Acapulco, el Grupo Aca nace en mayo de 1970 a iniciativa del arquitecto poblano Héctor Mestre Martínez, acusado inmediatamente de móviles tan personales como oscuros. Según sus detractores, Mestre se atrincheraba en una organización de ricos y notables para hacer valer presumibles derechos sobre una superficie expropiada al ejido de Icacos y la cual había servido como cementerio de aquella comunidad. ¿Lo logró?
El propio Mestre presidirá la primera directiva del Grupo Aca, acompañado por dos vicepresidentes: José Brockman Obregón (chilango), y Vicente Rueda Saucedo (calentano-acapulqueño). El arquitecto Nicolás Mariscal Barroso, también chilango, firmó como secretario y fue prosecretario Daniel Janes (inglés nacionalizado gringo). El tampiqueño Héctor Hinojosa Zozaya fue el encargado del tesoro y su protesorero el hispano acapulqueño Antón Elorriaga.
Firmaron como vocales Guillermo Álvarez y Jaime Carriles Ontañón (ambos chilango-acapulqueños); el suizo estadunidense Warren Broglie; Luis Segura Lecea (tamaulipeco), el estadunidense porteño Ron Lavender; el francés Phillipe Gerandau, y Armando Sotres, un ciudadano del mundo.
La calidad de acapulqueños de los escasos directivos del Grupo Aca –asignada por este escribidor–, lleva el propósito de que no se piense que el resto era pura pinche prole.
Más tarde, será Jesús Rodríguez Espinosa el que refunde el añoso grupo ciudadano, ahora sí como acapulqueños de Acapulco, y le otorgue además sentido social. El gobernador Rubén Figueroa Figueroa, por cierto, dará estatus a la organización convirtiéndola en su tribuna acapulqueña.

El Club de Columnistas

La siguiente es la crónica de Arturo Escobar García sobre la creación del Club de Columnistas.
El licenciado José Ventura Neri, recaudador de rentas con la representación del gobernador Caritino Maldonado Pérez, el alcalde Israel Nogueda Otero y el ingeniero Fernando Galicia Islas, gerente de la Secretaría de Recursos Hidráulicos, fueron invitados de honor en la cena que marcó el inicio de las actividades profesionales y sociales del Club de Columnistas de Acapulco, en el comedor del hotel Elcano (1970).
Los licenciados Ventura Neri y Nogueda Otero hicieron uso de la palabra para alentar esta clase de agrupaciones, subrayando la importancia capital del periodismo en el engranaje de la vida política y social del país y particularmente en Acapulco. Hicieron ambos votos por la superación de los periodistas y desearon larga vida de éxitos a la naciente agrupación.
El presidente de los columnistas, Anituy Rebolledo Ayerdi delineó los objetivos y alcances del grupo de diaristas acapulqueños en los terrenos profesional y de ayuda mutua. Luego presentará, uno a uno, a sus componentes:
Bella Hernández (magnífica en su papel de maestra de ceremonias), Alondra Ríos, Paty Martínez, Paquita Flores, Melánea Calderón, Jaime Abarca Manzanares, Ismael Uribe Urzúa, Enrique Díaz Clavel, Tadeo Arredondo Villanueva, Armando Pedraza, Alfonso Ramírez Calleja, Jorge A. Villaseñor, Carlos Betancourt, Vicente Sánchez Arenal, Manuel Avila González, Adolfo Soto Edwards, Efrén García Guillén, Carlos Ortiz Ortiz, José W. Serrano, Rafael Castrejón Pérez, Ramón Guillén Salas, Rodolfo Salmón Macías, Armando Caballero Cisneros, Simón Castrejón Arriaga, Enrique Ramírez Avila, Abel Sanromán, Andrés Bustos Fuentes, Abel Espinosa y Manuel Leyva Martínez (jefe de prensa del gobierno del estado).

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