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Moisés Alcaraz Jiménez

   La gallina de los huevos de oro no ha muerto

 Las sociedades fincan sus anhelos, propósitos y esperanzas de progreso en la educación, que bien dirigida constituye el factor fundamental para promover el desarrollo económico e impulsar la justicia social. Una educación de calidad marca la diferencia entre los países que han alcanzado grandes niveles de desarrollo y aquellos que permanecen en el estancamiento. La educación no es un asunto menor. En gran medida depende de ella el bienestar de las naciones y su falta de cobertura y calidad provoca atraso, marginación, olvido y miseria en todos los aspectos.

La crisis financiera en que ahora se encuentra la educación en Guerrero, tiene factores históricos y orígenes muy diversos. Constituye un fenómeno altamente complejo y como tal exige soluciones integrales que consideren las causas multifacéticas que lo provocaron.

Hasta ahora ninguno de los sectores involucrados en la educación ha querido aceptar la parte de responsabilidad que tiene en la agudización del problema. Atribuir esta crisis a un solo actor es una falacia, pero tampoco hay uno solo de ellos que esté libre de toda culpa, pues todos en mayor o menor medida han contribuido a generar las deficiencias y carencias que en todos los órdenes aquejan al sistema educativo.

No se puede negar ni ocultar la corrupción que prevalece en la SEG, que desde años atrás ha venido creciendo y que ahora ha llegado a niveles preocupantes, la cual se deriva, en parte, del gigantesco caos administrativo en que se ha convertido esta dependencia, que impide la aplicación adecuada de controles en su estructura orgánica y funcional y en la aplicación del presupuesto asignado.

La planeación educativa es sumamente deficiente, por no decir inexistente. De ello se derivan un sinnúmero de irregularidades, como nula programación y escasa medición de resultados. La supervisión, evaluación y control no se pueden aplicar donde no se planea. Por ello tampoco existen los procedimientos de retroalimentación, que existen en toda administración eficiente, para corregir fallas u omisiones. Hay programas fuera de todo control, que tienen asignadas considerables sumas de dinero y adscrito mucho personal, sin que se sepa cuáles son sus resultados.

La dirección de personal es una de las áreas más corrompidas de la SEG, donde se afirma que actúan tenebrosas bandas acusadas de traficar con plazas. Esa mafia tiene años de actuar ahí, no llegó con la actual administración, que busca erradicarla, es herencia de anteriores autoridades y se ha enquistado demasiado, es como un cáncer que ha afectado de muerte a la SEG.

Esta anarquía representa el caldo de cultivo para el actuar deshonesto de muchos funcionarios, para una pésima rendición de cuentas y para el florecimiento de la impunidad, grandes males que se vienen arrastrado desde tiempo atrás. Aunado a esto, los órganos federales y estatales encargados de fiscalizar el gasto público, han caído en la más absoluta de las negligencias e irresponsabilidades al no cumplir con su función revisora y aplicar las medidas correctivas procedentes para castigar a todos aquellos que han cometido este quebranto.  Con ello se han vuelto cómplices de la corrupción y han contribuido a hundir más a la educación en Guerrero.

Dentro de los factores que han provocado el estallido de la crisis financiera en la SEG, destacan las corrientes sindicales, sean charros de Elba Esther o cetegistas “revolucionarios”, que actúan en esta secretaría y que han constituido verdaderas mafias delincuenciales a las que por sus excesos y cinismo ya no es posible tolerar. Los seudolíderes magisteriales son bandas insaciables y voraces depredadores que viven permanentemente sangrando a la educación a través de lo que ellos llaman “conquistas laborales”, sin importar que con ello dejen en bancarrota a este sector.

Grupúsculos facciosos, sin ideología ni principios sindicales, proliferan ahora en la SEG con el más puro pragmatismo rapaz y cada vez se fraccionan más para constituir lo que ellos llaman “delegaciones sindicales” (sólo en Chilpancingo hay siete) y cada una por su lado busca negociar todo tipo de privilegios y canonjías. De esta forma son inatendibles sus peticiones y no alcanzaría el presupuesto educativo para satisfacer sus desmedidas demandas. Cualquiera puede ahora en la SEG declararse independiente, formar su propia delegación sindical y solicitar recursos a la dependencia, bajo la amenaza de movilizarse, protestar, bloquear o secuestrar funcionarios.

La SEG está prácticamente sitiada por estas delegaciones y otros grupos de docentes y administrativos que a base de presión, chantajes y amenazas han tendido un cerco para arrinconar a una débil Secretaría de Educación, que sucumbe a la menor amenaza de las mafias sindicales que no cesan en sus pretensiones de apoderarse hasta del último centavo del presupuesto educativo.

Han arrinconado a la SEG, tienen a la educación como rehén y muy poco les interesa la enseñanza. Se acabaron los apóstoles de la educación, la ética y el profesionalismo magisterial. Ya no hay profesores abnegados, ahora existen maestros que exigen muchos derechos y no quieren tener obligaciones, que nunca cumplen el calendario escolar, que dan clases de martes a jueves, que no van a las zonas marginadas, donde hay aulas cerradas por ausencia de maestros.

Gran parte del magisterio se ha ganado a pulso el repudio de la sociedad y de padres de familia en particular, que ven cómo la educación de sus hijos se hunde a pesar de la cantidad de prestaciones que ahora tienen los mentores, obtenidas a base de movilizaciones puramente economicistas para satisfacer sus bolsillos, sin que esas “conquistas sindicales” se reflejen en una mejor calidad educativa; por el contrario, la educación retrocede y empeora mientras los maestros siguen mejorando sus ingresos, como los 90 días de aguinaldo que ahora reciben, a costa de lesionar aún más los programas educativos.

El Congreso del Estado tomó una decisión correcta al solicitar a la Auditoría  Superior de la Federación que audite a la SEG para aclarar esta situación crítica y plantear a partir de ello medidas más eficaces para reencontrar la viabilidad de la educación en Guerrero. No es por morbo o por hacer una cacería de brujas. Es por salud pública y por el bien de la educación, que el caso debe ser aclarado y no quedar en la impunidad, el escándalo público, ni en el nivel de la denuncia, que acertadamente hizo Daniel Pano, que debe actuar con firmeza y no dar marcha atrás para limpiar la dependencia y sanear las finanzas.

Sin embargo, las fracciones del PRI y PAN en la Cámara federal de diputados, con la gestoría desesperada de Angel Aguirre y Abel Echeverría, echaron abajo la posibilidad de realizar esa auditoría, con lo cual podría perderse la esperanza de corregir el rumbo educativo, poner fin a la impunidad y cerrar el paso a la corrupción.

Con acciones como esa, podemos decir que la gallina de los huevos de oro no ha muerto, agoniza, pero aún pueden seguir explotándola. Adelante, la olla sigue estando ahí, al final del arcoiris.

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