Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

* Héctor Manuel Popoca Boone *

En el corazón de Estados Unidos

Wisconsin es uno de los estados de nuestro país vecino del norte que se distingue por su actividad económica agropecuaria. Es de los principales productores de leche y sus derivados. Anualmente hacen una exposición internacional de lechería que congrega a todos los interesados en conocer lo último logrado en materia de animales, procesos y tecnología sobre esta actividad pecuaria. La facultad de Agricultura de la Universidad de Wisconsin tiene fama ganada por su alto nivel académico así como de investigación agrícola y pecuaria.

Las granjas y los granjeros de Wisconsin son el prototipo del productor rural estadunidense de esta zona centro-norte del país. Es aquí donde uno pude apreciar de mejor manera el modelo farmer de la agricultura de Estados Unidos. Con extensiones promedio de 100 hectáreas, las granjas sorprenden por su nivel de tecnología y de maquinaria agrícola que utilizan en sus labores. Sus campos agrícolas parecen mesas de billar en las planicies donde se ubican y sus establos están bien equipados para el desarrollo de una ganadería estabulada que poco conocemos en estas tierras del sur.

Sorprende el grado de integración de las granjas, tanto en lo agrícola como en lo pecuario. Nada se desperdicia, todo se aprovecha. El granjero produce los granos y los esquilmos agrícolas para la alimentación de su ganado y le da un tratamiento al estiércol y otros desechos de los establos para producir compostas y fertilizar sus terrenos de cultivo. La productividad por hectárea y por animal apabulla nuestros promedios nacionales y locales.

Por supuesto que hay trabajadores mexicanos, emigrantes e indocumentados, trabajando en estas granjas. Su trabajo es apreciado por la laboriosidad y el empeño demostrado. Cada vez hay más paisanos y su trabajo se lo pagan, en promedio, a 7 dólares la hora; ingreso económico que nunca obtendrían trabajando las tierras y los animales en sus lugares de origen.

Cosa relevante es que los dueños de las granjas trabajan de sol a sol junto con sus trabajadores. No son patrones holgazanes, sino que dan el ejemplo; fletándose en el trabajo. La ordeña empieza a las cuatro de la mañana y de ahí en adelante hasta que oscurece. En México, con menos inversión realizada, los dueños de este tipo de ranchos generalmente no trabajan en ellos, viven en las ciudades y algunos se dedican a la política: dejando a cargo a caporales o capataces al cuidado de los mismos. No siguen el dicho popular que dice: al ojo del amo, engorda el caballo.

Todo esto lo escribo desde una pequeña, bonita y pintoresca ciudad llamada Alma en el estado de Wisconsin, a la orilla del portentoso río Missisipi, inmensa arteria pluvial que atraviesa el país. Estoy unos días aquí, por invitación de la profesora Shaun Duvall para conocer un interesante programa que lleva a cabo llamado Puentes. Dicho programa consiste en traer a México a granjeros estadunidenses, empleadores de mexicanos emigrantes, para que aprendan un poco del idioma español y visiten los pueblos y las familias de donde son originarios los paisanos que laboran con ellos, a saber, principalmente, de los estados de Veracruz, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas.

A su vez, la profesora Shaun Duvall, también por medio del programa Puentes, invita a pequeños productores de leche de estos estados mexicanos a que asistan anualmente a la Expo mundial de lechería en Madison, la capital de Wisconsin, en donde además toman cursos en español sobre los últimos adelantos en la producción de lácteos y sus derivados.

Este programa tiene dos años de haberse iniciado y merece ser conocido, apoyado y expandido. Contribuye en muchos aspectos a unir a nuestros pueblos, sobre todo a los ganaderos de ambos países; y a los granjeros estadunidenses y sus empleados mexicanos emigrantes a comprenderse y conocerse mejor entre sí. Los granjeros de esta región son buenas y hospitalarias personas. Conocen poco o nada de los retos y problemas por los que atraviesa la agricultura mexicana, pero tienen curiosidad y avidez de saberlo.

Estoy consciente de que estoy en el Primer Mundo, por cuanto a agricultura y ganadería se refiere. El manejo de los ranchos, la mecanización agropecuaria, los procesos de empaque, los esquemas de comercialización, la penetración en los mercados, el financiamiento bancario al 4 por ciento anual, la investigación y transferencia de tecnología de punta, así como una educación profesional a los jóvenes del campo bajo la modalidad de aprender-haciendo en las granjas, me tienen anonadado. Pronto volveré a estar de regreso en el mundo rural de las dádivas, del asistencialismo y del clientelismo político, que no tiene nada de productivo y mucho de frustración y desencanto. ¡Uff!

PD. Hay que conocer para saber, ya que los triunfos son generalmente precedidos de derrotas y las derrotas suceden por dormirse en los triunfos.

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