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Interpreta la OFA a Rachmaninoff y Tchaikovsky en su concierto del viernes

 Xavier Rosado * Después de la cancelación de su segunda presentación de la temporada Otoño-invierno, la Orquesta Filarmónica de Acapulco reanudó sus actividades con un concierto que incluyó en su repertorio música de Rachmaninoff, Elgar y Tchaikovsky.

En el espectáculo, presentado a las 21 horas en el teatro Juan Ruiz de Alarcón del centro de convenciones, se contó con la participación como solista del violoncellista Ignacio Mariscal, quien fue catalogado por el director de la orquesta, Eduardo Alvarez como “uno de los mejores ejecutantes mexicanos del violoncello”.

A pesar de que hace dos semanas mucha gente tuvo que regresar a sus casas con la noticia de que no hubo presentación de la OFA, esta vez el teatro presentó un lleno total como ya se ha hecho costumbre para estos conciertos, lo que demuestra que ya existe un público para el género musical de los clásicos, a cinco años de la fundación de la filarmónica.

El programa comenzó con la obertura Capricho bohemio, obra de Rachmaninoff durante la cual los teléfonos celulares de algunos asistentes sonaban insistentemente ya que el público, en su mayor parte de la clase media acapulqueña, los deja encendidos y perturba y desconcentra a los músicos.

Como segundo número, la OFA interpretó magistralmente el concierto para cello y orquesta en mi menor Opus 85 de Elgar, pieza compuesta por cuatro movimientos en la que participó Ignacio Mariscal, quien respaldó la comprometedora presentación de Eduardo Alvarez con su pericia técnica digna de las escuelas europeas.

Mariscal capturó desde su primera nota al público, ya que impuso una fuerza excepcional a los sonidos de su instumento y llenó la atmósfera del teatro con una melancolía propia de la música de Elgar.

La incultura de algunos asistentes al concierto también se mostró a la hora de la llegada y después del intermedio, ya que nunca faltan impuntuales que molestan a los demás al tomar sus asientos a destiempo, tomando en cuenta que las butacas del Juan Ruiz de Alarcón, apenas dejan espacio para las piernas.

Pas de Deux y la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky fueron los números interpretados después del intermedio, esta última, estrenada en San Petersburgo el 17 de noviembre de 1888.

En estas obras, se hace evidente el gran don que poseía Tchaikovsky para la melodía y en ninguna es tan evidente como en la Quinta Sinfonía, cuando se escuchan románticas evoluciones protagonizadas por la sección de cuerdas.

En su sinfonía, Tchaikovsky da un vuelco a su insatisfecha vida personal, para plasmar en sus partituras, ardientes melodías de amor, sentimiento acertadamente proyectado por la OFA, resaltando el corno de la melodía de apertura en el segundo movimiento.

Al finalizar la presentación el público aplaudió intensamente la actuación de los músicos. El concierto concluyó a las 22:28 horas.

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