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Da Arturo Treviño un sentido lúdico y pícaro al mito del vampiro en Drácula gay

 Xavier Rosado * Un vampiro que pierde sus colmillos por capricho de su dentista, se deprime y se encierra en su castillo para esperar la muerte, sin dejar de recordar a sus víctimas y quien al platicar con sus invitados (el público) empieza animarse y a pedir consejos para no perecer.

Esta es la sinopsis de la obra Drácula gay, monólogo dirigido y actuado por Arturo Treviño y representada en la Casa de la Cultura Zona Sur de la Universidad Autónoma de Guerrero.

La farsa cómica original del dramaturgo Tomás Urtusástegui, es una producción de la Agrupación Escénica Farsantes, integrada por estudiantes y graduados de la licenciatura en Literatura Dramática de la Universidad Nacional Autónoma de México.

En el foro cultural La Plancha donde se presentó ocurrieron varios contratiempos inesperados, como la lluvia, que causó que la obra y a la audiencia se trasladara a un salón techado y después un corto en la instalación eléctrica que provocó que la obra finalizara iluminada solamente con la luz de una vela.

Unos 40 asistentes, en su mayoría niños y adolescentes, disfrutaron –a pesar de los incovenientes– de esta obra que maneja el sarcasmo, la picardía y el humor, en un magro escenario compuesto por una silla y una mesa.

La obra la hace el actor, que con su grave voz, su enorme capa y su vestuario que recuerda al romanticismo español, personifica a un conde Drácula, que a causa de los mimos de su madre, descubre que es homosexual desde temprana edad.

Partiendo de esta premisa y de que es un vampiro incapaz de chupar sangre ya que le han extraído los colmillos, el argumento se desarrolla entre pícaras metáforas y la búsqueda de una solución a su problema.

“¿Por qué tenías que quitarme los colmillos?, ¿no te bastaba con las muelas o los incisivos?, ¡no!, te gustaron mis colmillos, seguramente para presumirlos como un trofeo, ‘miren, miren los colmillos de Drácula, del conde Drácula’”, dice el vampiro en una escena de la obra.

El argumento de Drácula gay permite al actor una interacción continua con el público, desde la ejecución de una improvisada coreografía, hasta las constantes amenazas de chuparle la sangre a algún infortunado espectador.

Durante toda la farsa, el actor muestra su profesionalismo al lograr una verdadera respuesta del público, que llega a sentirse en confianza de contestar y gritar al personaje, a lo que el actor tiene que improvisar oportunamente, elevando el nivel de comedia de la representación.

 

Ya casi llega a 350 representaciones 

El director y actor de la obra mencionó que la obra fue montada en enero del 2000, después de que su amigo, Tomás Urtusástegui, le obsequiara una compilación de sus obras.

Especificó que la obra fue montada en dos meses, después de hacer la planeación de la dirección y el montaje. “Cuando me subí al escenario, le pedí a una compañera, Cinthia Escalona que me filmara y que me diera indicaciones de mi desempeño en el escenario. Después de ver las cintas, fui corrigiendo errores hasta llegar al momento de estar listo para presentarla al público”.

“Cuando la presentamos por primera vez, fue en un teatro que con la agrupación fundamos en 1998, el multiforo Tomás Urtusástegui, del Calpulli Jacinto Canek en Ciudad Netzahualcóyotl, la obra resultó un exitazo. A raíz de esa primera función, se fueron multiplicando, hasta que en abril del 2001, el grupo Toga y compañía me ofreció la placa de mis primeras 100 representaciones”, dijo el actor que también ha escrito obras de teatro como Chilanguerías (1994), Jugando con la realidad (1996) y El enemigo perfecto (1998).

Dicha placa, indicó, fue develada en el foro Shakespeare y estuvo presente el autor, Tomas Urtusástegui, quien dijo que de las 100 representaciones hechas hasta ese momento se habían hecho de la obra, ésta había sido la mejor.

“De hecho el texto original es corto, está planeado para unos 15 o 20 minutos, de ahí yo me aviento una buena parte de improvisación, que lleva la obra a una duración de 40 minutos”.

Treviño comentó que se encuentra próxima la fecha para la develación de la placa por 350 presentaciones.

 

Vivo para el teatro

 

“Yo trabajo para el teatro, vivo para el teatro, no tanto que viva de él, sino que me ha dado todo, por lo menos lo que tengo a nivel humano. Como creador procuro hacer algo por mi teatro, con esto me refiero al teatro mexicano, a promoverlo, a llevarlo más allá de nuestras fronteras, darle calidad a nuestros trabajos, porque a fin de cuentas cuando salimos del país, somos embajadores artísticos de México y hay que presentar un buen trabajo”.

“El año pasado en Cuba, nos decían que tenían la idea de que el teatro mexicano era malo, porque habían visto puras obras comerciales, pero después de ver a nuestro grupo, cambiaron de opinión. También en la escuela de Girón, en La Habana, había estudiantes de toda Latinoamérica y presentamos en una sala a 400 personas, la obra de Alejandro Licona La que hubiera amado tanto, recuerdo que teníamos que adaptar el lenguaje caló, las groserías de México y transformarlas al lenguaje cubano, pero no lo hicimos y resultó para bien porque nos entendieron todo y gustó tanto que se pusieron de pie, aplaudiendo y gritando durante más de tres minutos, para nosotros fue una gran satisfacción, una función muy emotiva”.

En cuanto a la labor de los actores, apuntó que está en contra de la vanidad y sugirió que los profesores de actuación deben enseñar humildad a sus alumnos, con el fin de rescatar el carácter humano de la actuación y la imagen de las “estrellitas” de los medios electrónicos, que en todo caso, se valen de su físico para trabajar, pero no saben actuar.

“El actor debe saber cantar, bailar, pero sobre todas las cosas debe ser culto, porque se trata, además de dar vida a un personaje, darle una sustancia y características personales. El actor debe investigar, aprender de las culturas populares. En el medio del teatro, por lo menos en el DF, existen muchos chambistas que solo buscan el dinero, hasta en una noche montan una obra y lo que es peor, los contratan. Eso se me hace muy deshonesto porque no tienen la preparación suficiente para darle al público lo que se merece”.

Para finalizar, Arturo Treviño comentó que el actor debe ser humano en toda la extensión de la palabra, un actor debe leer, ver y hacer mucho teatro y siempre, con disciplina.

El vampiro gay se presentará este sábado a las 20 horas en el teatro Domingo Soler y el domingo a las 19 horas en la casa de la cultura de Acapulco.

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