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Celebra Real Madrid con miles de aficionados el título en La Cibeles

Luis Méndez / Agencia Reforma

Madrid

Pocas veces un título de Liga tuvo un sabor tan dulce para los miles de aficionados del Real Madrid que se congregaron en la emblemática Fuente de La Cibeles para festejar hasta la madrugada un triunfo que llega cargado de misiones cumplidas.
Y es que nunca antes la competencia entre el Madrid y el Barcelona había llegado tan lejos como en esta temporada, por lo que la lucha por el 32 título de Liga adquirió una resonancia especial.
Agitando banderas blancas y españolas, ataviados con camisetas y bufandas, una multitud coreó durante horas los gritos de rigor: “Campeones, campeones, oé, oé, oé”, “Sí, sí, sí, la Liga ya está aquí” y “Ese portugués (Mourinho), qué guapo es”, sin que la lluvia que cayó de manera intermitente en Madrid lograra apagar su euforia.
“Hemos ganado al mejor Barsa de toda la historia, que tiene el mejor jugador del planeta y que tiene a los mejores del mundo. Nos hemos llevado la Liga y hemos metido 115 goles ¡quién da más!”, aseguró exultante a Cancha Joaquín, socio del Real Madrid desde hace más de 20 años, quien celebró como nunca antes el triunfo.
“Para cualquier aficionado blanco es una gozada que un equipo como el Madrid pueda vencer a un equipo como el Barcelona que nos ha aniquilado estos últimos años”, agregó, tras señalar que la derrota en Champions ya forma parte del pasado y ahora toca festejar.
Otro aficionado fue más allá: “Ha vuelto el Madrid de Di Stéfano, Hugo Sánchez, Butragueño”, al rememorar las mejores épocas de un club que el DT José Mourinho ha subido de nuevo al candelero.
La mayoría de los congregados en La Cibeles eran jóvenes, muchos adolescentes, que llegaron al borde de la histeria cuando hicieron su aparición los jugadores.
El momento álgido de la jornada de celebración se vivió cuando el capitán Iker Casillas remontó la pasarela del monumento de Cibeles para coronar a la diosa con los colores del Madrid y provocar el éxtasis de la multitud, que aclamaba una y otra vez a sus ídolos deportivos que brincaban junto al público.
“Iker, Iker, que es un santo por la cantidad de veces que nos ha salvado”, gritaba enfervorizada una joven mientras mandaba besos al portero, quien recién había engalanado a La Cibeles, la espectadora más emblemática de los triunfos madridistas.
Horas antes, el equipo había abandonado el Santiago Bernabéu en un autobús descubierto para dirigirse hacia la céntrica plaza madrileña, mientras era vitoreado durante el recorrido por miles de aficionados que se agolparon a lo largo del Paseo de la Castellana.

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