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Xavier Carreto A.

   Educación: esfuerzo social desperdiciado

El año escolar 2003-2004 está condenado, como sus predecesores, al fracaso. Este grave señalamiento en su inicio, pues apenas estamos en la tercera semana de clases, es una apreciación de cómo se están presentando las cosas en nuestro Sistema  de Educación Pública Estatal. Prácticamente todos días El Sur nos informa de los muchos problemas que confrontan las escuelas, en los diferentes niveles educativos que lo integran.

A los cotidianos problemas de las ausencias e impuntualidades magisteriales, de las deplorables condiciones en las cuales funcionan muchos de los planteles escolares, de los conflictos intergremiales de los profesores, entre otros de los motivos que impiden el valioso trabajo diario en los salones de clase; ahora se suma el retraso en el pago de los salarios de los maestros que no tiene ninguna justificación. Se sabe que los recursos para este pago son puntualmente depositados por la Tesorería de la Federación, por la descentralización que de estos recursos se hizo desde 1993. Lo único que están propiciando los secretarios de Finanzas y Educación del gobierno estatal, responsabilizados de administrar este dinero, es que algunos profesores, que andan buscando cualquier pretexto para no laborar, suspendan las clases en demanda de su pago como ya lo están anunciando y haciendo.

En tal situación, el cumplimiento del Calendario Escolar de 200 días hábiles, simplemente no se cumplirá, aunque el secretario Daniel Pano halla ofrecido que en este año se superarían los 170 días laborados en el ciclo escolar anterior. Parece que el propio secretario de Educación está trabajando para no alcanzar las metas que se propone, pues no se puede entender de otra forma que a los obstáculos habituales que limitan el trabajo docente, él agregue el retraso en los pagos, que no se había presentado en años anteriores.

Uno de los motivos que sirven de pretexto para que no trabajen los profesores y se incumpla con el Calendario Escolar, y toda la secuela que esto trae consigo como la no conclusión de los planes y programas de estudios, es la ausencia de los docentes cada quincena, pues acuden al banco a cambiar sus cheques. Este hecho tiene una fácil solución de carácter administrativo: cubrir los salarios con tarjetas de débito que permita a los profesores cobrar fuera de sus horarios de clases. La propuesta anterior le fue hecha al secretario de Educación, en su pasada comparecencia en el Congreso local con motivo del cuarto informe de gobierno, en abril, por el diputado David Tapia. Sin embargo, hasta la fecha no se sabe de una respuesta a este planteamiento.

De nada sirve que la mitad del presupuesto estatal se destine al gasto educativo, más de 9 mil millones de pesos, si no están siendo bien aprovechados. Sobre todo si tomamos en cuenta que 97 centavos de cada peso invertido en este rubro está destinado al salario de los docentes. Es decir que se pierden 45 millones de pesos por cada día que nuestros profesores no laboran y en una entidad con tantas carencias es algo que no se puede tolerar.

Si a la cantidad anterior le sumamos el gasto que hacemos todos los días cada padre de familia para llevar a nuestros hijos a la escuela, y le agregamos el dinero que les entregamos para sus refrescos y tortas. Asimismo, le incluimos los gastos de uniformes, útiles escolares, y otros que hacemos para enviarlos a estudiar. Si a todo le añadimos lo más importante: nuestras expectativas para que nuestros hijos estén mejor formados que nosotros. Entonces podemos concluir que este esfuerzo realizado por la sociedad cotidianamente, se está desperdiciando sin que, al parecer, hagamos algo para evitarlo.

Esta situación de incumplimiento del Calendario Escolar juega en contra de las posibilidades de que seamos una mejor sociedad, teniendo personas mejor educadas, que no son otros que nuestros propios hijos. Tomando en consideración, por otra parte, el dato de que uno de cada tres guerrerenses está inscrito en nuestro Sistema Educativo, entonces no podemos permitir que esta situación que afecta a prácticamente todos los guerrerenses siga dándose.

La mejor forma que encuentro para normalizar el trabajo en nuestras instituciones educativas, o sea, el cumplimiento diario de las jornadas en las aulas, la preparación de clases por parte de los maestros, el apoyo de los padres de familia a las actividades de las escuelas –entre otras de las tareas más relevantes en el quehacer educativo– es teniendo una participación más decidida en la educación de nuestros hijos, acudiendo con la mayor frecuencia posible a su escuela; aportando las cooperaciones requeridas para mejorar la infraestructura como los sanitarios o lo que haga falta; preguntándoles si tuvieron clases y al tener respuestas negativas, cuestionar al director, supervisor o jefe de sector acerca del porqué ese día el profesor no llegó a dar su clase. No dejar pasar una sola falta es el principio para exigir el cumplimiento del Calendario Escolar y tener los beneficios que trae consigo el funcionamiento serio y responsable de nuestro Sistema Educativo. Ojalá que el secretario Pano se pudiera interesar y pusiera algo de su parte para alcanzar este propósito.

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