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Federico Vite

Redacta una carta de amor desde un edificios en llamas

En el prólogo del libro Los oficios terrestres, el autor Rodolfo Walsh detalla una de las cuestiones que poco se comentan en cuanto a la elaboración de cuentos se refiere. Walsh, conocido mundialmente por sus investigaciones periodísticas, ha-bla especialmente del texto Esa mujer, narración en corto que nació de una manera poco usual en la obra del argentino. “Comencé a escribir ese cuento en 1961, lo terminé en 1964, pero no tardé tres años, sino dos días: un día de 1961, un día de 1964. No he descubierto las leyes que hacen que ciertos temas se resistan durante lustros enteros a muchos cambios de enfoque y de técnica, mientras que otros se escriben casi solos”, relata y revitaliza un tema que para mí es el tópico ideal para una sobremesa entre sicólogos lacanianos: ¿cómo se maduran las historias en la cabeza?
Algunos monstruos de la narrativa recomiendan empleos para que la incubación de la historia se consume. Por ejemplo, Faulkner sugería a los noveles escritores que fueran los encargados de los burdeles más grandes de la ciudad que habitaban. ¿Por qué? Porque tienes tabaco a la mano, alcohol y, sobre todo, el tiempo necesario para pensar durante la mayor parte del día. “Durante mis jornadas como acomodador de libros escribía mis novelas mentalmente; pensaba que algunos personajes formaban parte de otras historias y cuando esa sensación me llegaba, iba a mi departamento, hacía un mapa y comenzaba, por fin, la redacción de la historia; esa era la tarea más simple. Antes de escribir, la novela o el cuento, se iba desarrollando en mi cabeza”, confiesa el autor de?La luz de agosto.
Otra de las recomendaciones para la elección y escritura de un tema, es de Nadine Gordimer. La narradora sudafricana, fallecida este domingo 13 de julio, creía ciegamente en una frase de Goethe: ‘Empuja tu mano a la región profunda de la vida y cualquier cosa que tú obtengas, eso es tuyo, ahí está tu tema’. Partiendo de esa reflexión del autor de?Fausto, ella agrega: “Un escritor se llena de vida y ese impulso por madurar las anécdotas (contártelas una y otra vez) te llevará a escribirla. Un escritor que se acerca a lo ordinario se propone, por lo tanto, hacer un relato extraordinario”. En términos generales, las historias se maduran ejercitando la curiosidad vital.
Para John Cheever, ese titán melancólico, los cuentos son esas historias que te cuentas a ti mismo en la sala de un dentista mientras esperas que te saquen una muela; las historias breves son bálsamos, como redactar una carta de amor desde un edificio en llamas. Los cuentos son pensamientos obsesivos que se tiene que redactar de un tirón, dice Cheever, después irás podando el texto, lo ideal es contar todo en una sola sesión.
Como notan, el caso de Walsh es asombroso. La creación del cuento se suspendió durante algunos años, pero no por eso perdió la unidad temática, el ambiente o la atmósfera. Fueron dos sesiones en las que el rompecabezas se ensambló. El día que decide retomar Esa mujer: ¡pum! Se hizo la magia. Ese texto se estuvo contando (mentalmente) muchísimas veces, eso fortificó la trama.
Finalmente, pensaba en esas características que Nabokov busca en ciertos autores a los que él considera indispensables. En el libro Curso de la literatura europea, el autor de Pálido fuego reflexiona sobre las características que debe tener un buen escritor, aspectos que lo hacen indispensable en el panorama literario. “Hay tres puntos de vista desde los que podemos considerar a un escritor: como narrador, como maestro y como encantador. Un buen escritor combina las tres facetas; pero es la de encantador la que predomina y la que le hace ser un gran escritor”, asevera para engrandecer este misterio que muchas personas se empeñan en llamar inspiración, aunque todos sabemos que la única magia es el trabajo: relectura, estudio y escritura. Nabokov concluye el tema de hoy: “Los libros no se deben leer: se deben releer. Un buen lector, un lector de primera, un lector activo y creador, es un relector. Al leer un libro, necesitamos tiempo para familiarizarnos con él”.
Pensaba publicar la reseña sobre Memorial del engaño, de Jorge Volpi, pero no es necesario un artículo mío para desmontar el aparato propagandístico de un autor. No. La neta. Preferí contar algo que de verdad me apasiona. Que tengan buen martes.

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