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Silvestre Pacheco León

 CRONICA MUNICIPALISTA

  El PET y las responsabilidades municipales

“La verdad es que el problema de la basura es una responsabilidad de los ayuntamientos”, dijo un consejero nacional de la Semarnat en torno al debate que produjo la exposición del ingeniero Luis Héctor Barojas, director general de Industria de la Subsecretaría de Fomento y Normatividad Ambiental, al presentar ante el pleno del Consejo Nacional el pasado 22 de agosto, su exposición sobre los antecedentes y las acciones sobre la campaña nacional de difusión, comunicación y educación ambiental para el manejo de Poliethilentereftalato, mejor conocido como PET, material que se usa en los envases de refresco, agua, aceite comestible, productos de limpieza, medicinas, y que representa entre el 18 y 20 por ciento del volumen de la basura que se genera en el país.

La exposición estuvo encaminada a informar de los esfuerzos que hace la Semarnat para enfrentar un problema creciente de contaminación y a enumerar los obstáculos que se presentan para un eficaz tratamiento de los desechos plásticos que pueden ser reciclables.

Claro, no hubo mayor discusión sobre el negocio que hacen los industriales a costa de los consumidores quienes finalmente somos los que pagamos esos envases plásticos que después producen la contaminación de nuestro entorno.

Tampoco se trató lo suficiente sobre la responsabilidad que tiene la industria en la contaminación que generan sus envases.

Se insistió, sí, como si fuera un destino manifiesto, que los envases plásticos, tanto como la globalización, llegaron para quedarse, ignorando que en los países desarrollados se ha vuelto a los tradicionales envases de vidrio como respuesta de los gobiernos a la queja de los consumidores por el cobro de envases que desechados constituyen un grave problema ambiental.

Se habló, eso sí, de las ventajas del PET en relación con su peso frente al producto que envasa, el abatimiento de costos en su transporte, la seguridad en su manejo, así como el supuesto ahorro de agua para el lavado en caso de reuso. Y ni qué decir de su atractivo como material brillante y transparente.

Las desventajas que la Semarnat ve para el tratamiento adecuado de esos desechos es el mínimo nivel de reciclaje, variaciones en el precio que pagan por los desechos, falta de madurez de la industria nacional para que el PET reingrese a la cadena productiva, aunque, contradictoriamente se señala que países como China importan este producto para transformarlo y venderlo en los propios países que lo exportan, como alfombras, fibra aislante, tela no tejida, fibra poliéster para ropa, como sustituto de madera, e incluso como material flotante.

La situación ambiental que vive el país con el uso generalizado del PET como material para envases es que representa entre el 18 y 20 por ciento del volumen total de basura y 10 de cada 100 envases se reciclan o exportan como materia prima, mientras que calculan que el 1 por ciento se volatiliza y envenena el ambiente debido a su incineración.

Ante este panorama el gobierno busca medidas de remedio que no conducen al origen del problema, mostrando claramente que su interés consiste en dar todas las facilidades a la industria para que su tasa de ganancia no sea afectada aunque la sociedad deba cargar con los costos ambientales.

Esto parece reiterado cuando se expuso que las acciones del gobierno federal van encaminadas a que se haga efectiva la responsabilidad municipal como reza el artículo 115 de la Constitución sobre el servicio de limpia, recolección, traslado y tratamiento y disposición final de los desechos; la revisión del marco jurídico así como la elaboración de la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de Residuos cuya discusión y aprobación corresponderá a la próxima legislatura.

Si en esta ley no se trata con seriedad la responsabilidad de la industria, parecerán una burla opiniones como aquella que insiste en pasarle el problema del contaminante plástico a los ayuntamientos, o aquella que habla de castigar a los consumidores que no cooperen con la limpieza de su entorno cuando la infraestructura requerida para ello no existe y cuando, por lo general, los ayuntamientos están lejos de asumir con responsabilidad el tratamiento ecológico de los desechos sólidos municipales, sea por falta de recursos, o por ignorancia sobre la magnitud del problema.

Pero no todo está mal respecto a la posición oficial frente al asunto porque cuando el tema del PET pasó a su tratamiento en las mesas de trabajo, la comisión de Educación retomó el caso criticando la “visión mercantilista” del asunto y señalando que no se puede premiar a quien contamina, en referencia a la responsabilidad que el gobierno quita al fabricante de PET.

En los resolutivos de la mesa se señala que la educación ambiental para el caso específico del PET debe ir enfocada a promover la conciencia de que los consumidores tienen en sus manos la posibilidad de modificar las tendencias en el uso de determinado producto cuya presentación o envasado sea perjudicial.

En este sentido vale la pena insistir en la importancia de educarnos como consumidores aprendiendo de las experiencias de otros países cuya industria debe responder a consumidores que saben exigir porque finalmente son quienes pagan los productos que salen al mercado.

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