Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Héctor Manuel Popoca Boone

Paradojas de la economía nacional

 El problema económico actual que tenemos en nuestro país es que no crecemos. Estamos estancados. Desde que adoptamos el modelo de crecimiento económico neoliberal, paradójicamente nos abrimos al mundo económico para dinamizarnos, pero no hemos crecido.

Durante veinte años la tasa media de crecimiento anual de nuestra economía ha sido de 2.7% mientras que la tasa media de crecimiento anual de la población ha sido del 2.4%,  por lo tanto, la tasa media de crecimiento anual del producto bruto interno per cápita, en ese lapso de tiempo, no fue superior al 0.4%. La poca riqueza nacional producida se nulifica con el incremento poblacional que anualmente tenemos. Estamos igual o peor que hace dos décadas.

Es cierto que la economía neoliberal nos ha dado estabilidad, pero esta se sostiene con alfileres, es decir, es una estabilidad frágil y nada consistente porque no hay crecimiento suficiente y el poco crecimiento que se da, no guarda equidad social. Lo que necesitamos es una economía estable pero con crecimiento. La estabilidad económica es una condición necesaria más no suficiente. Requerimos urgentemente inversión productiva, pública y privada.

Si no hay inversión, no hay crecimiento y no hay empleos duraderos. Al no haber empleos, no hay ingresos familiares y por lo tanto, no hay poder de compra en el mercado interno. Sí no hay ventas y las empresas se quedan con sus productos, al poco tiempo tienen que despedir trabajadores o de plano cerrar. No hay inversión porque no hay mercado, consumo interno pues.

De esta manera, nuestra economía se caracteriza por el desempleo y un mercado interno enteco. Si las empresas no producen y no hay empleos, tampoco pueden cobrarse impuestos. Sin impuestos el gobierno no tiene con qué invertir o realizar el gasto público. En pocas palabras estamos estables pero paralizados. Adicionalmente, el 10% de la población cautiva que paga impuestos soporta al 90% que no lo hace. La evasión de impuestos es escandalosa.

Las tasas de interés están bajas, pero los bancos no prestan. No tenemos déficit fiscal importante, tenemos reservas altas de divisas, pero el gobierno no invierte. Mantenemos una inflación muy baja, pero no hay dinero para comprar y ya no tenemos o podemos exportar más. La poca inversión privada que ha habido es extranjera y ha servido para comprar empresas nacionales ya establecidas y no para abrir nuevas.

Estamos inmersos en la globalización, nos abrimos al mundo, pero el 90% de nuestras exportaciones van para Estados Unidos de Norteamérica. Cuando incrementamos nuestras exportaciones, crecen más que proporcionalmente nuestras importaciones; en otras palabras, para vender más afuera debemos comprar más de afuera y así nuestro saldo en la balanza de comercio con el exterior sigue siendo negativo. Han adquirido una importancia inusitada los braceros y sus remesas, que ya son mayores que nuestras ventas de petróleo al exterior.

La salud de nuestra economía nacional en buena parte es ficticia, frágil y volátil, ya que más que una economía productiva, tenemos una economía especulativa; es decir, los recursos de inversión que hay, la mayor parte se destinan a los negocios bursátiles en lugar de dirigirlos a la producción; porque ahí las utilidades son mayores y más seguras, además de que los dividendos no son gravados con impuestos. Por eso los indicadores económicos positivos de un año no se sostienen al siguiente año, siempre existe la amenaza del nerviosismo de la bolsa de valores, ergo, de la fuga de capitales y de divisas o utilidades al extranjero.

No basta invertir para generar riqueza, sino que esta también se distribuya con equidad social para que tengamos viabilidad histórica; de lo contrario, cíclicamente tendremos estallidos sociales dentro del caldo de cultivo por excelencia que es la pobreza. La concentración del ingreso en unas cuantas manos es brutal: el 2% de la población nacional se queda con el 30% de la riqueza generada en el país. Cuarenta y dos millones de mexicanos pobres atestiguan que la estabilidad macroeconómica lograda, no ha llegado ni se ve reflejada en sus bolsillos.

Concluyo diciendo que si durante cuarenta años tuvimos tasas anuales de crecimiento económico nacional del 7% sostenido, con desarrollo social; pero que esa forma de crecer, economía mixta de mercado, con el correr de los años, se agotó y colapsó; generando endeudamiento excesivo, ineficiencia, proteccionismo incompetitivo y burocracia improductiva; y si después cambiamos, o mejor dicho, nos impusieron la economía neoliberal que en veinte años nos ha dado relativa estabilidad económica, competitividad empresarial, pero a la vez estancamiento económico; generando exclusión y mayor pobreza social, ¿no es hora ya de que tomemos lo positivo y valioso de ambos modelos de crecimiento económico y desechemos lo negativo y pernicioso de ellos?

PD. En la política nacional, ahora lo que está de moda es el fuego amigo. Yo por eso sigo siendo un sencillo bombero rural; esperando que la quemazón no se extienda a estos lares.

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