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CARTAS (Carta de la mamá de los Cerezo Contreras a sus hijos)

Señor director:

Como usted sabrá, mis hijos Ale, Héctor y Toño Cerezo Contreras, se encuentran injustamente recluidos en la prisión de alta seguridad de La Palma en Almoloya de Juárez, en esas circunstancias tienen la fortuna de poder leer su prestigiado diario, por esa razón y conocedora de su sensibilidad y trayectoria profesional, envío a su sección de Correspondencia esta carta a mis hijos que espero pudiera ser publicada y así ellos la lean.

Por su comprensión, le doy las más sinceras gracias.

Emilia Contreras Rodríguez.

12 de agosto de 2003

Para mis hijos que continúan en la prisión de alta seguridad de La Palma en Almoloya de Juárez, estado de México.

Para Emiliana y Francisco:

Mis amores: he conocido sus escritos desde la prisión, tus cartas al mundo, Toño; tus ensayos sobre la praxis, Héctor, tus escritos y la carta que nos escribes en diciembre del 2002, Ale. Gracias a la internet. Su lectura alivia mi nostalgia de ustedes, pero también acrecienta mi indignación ante la injusticia que el gobierno del Sr. Fox está cometiendo no sólo con ustedes, sino con todos los luchadores sociales.

Qué bueno que cada uno ha logrado romper con la cotidianidad carcelaria, rompan también su propia rutina, innóvenla cada día, ya que cada día podemos hacerlo diferente con sólo un gesto, una mirada, un trazo, un rasgueo de más o de menos, un guiño a la cámara que indiferente los fiscaliza, rómpanle a los muros y barrotes la estructura con su aplastante humanismo; echen a volar su imaginación porque a ésta jamás podrán aprisionarla, ni jamás enajenarán su conciencia si ustedes no lo permiten.

Que no los estrese esa lucha diaria y constante, hagan a la soledad, amiga; al silencio, confidente; al frío, compañero; a la tristeza, musa y de la nostalgia alimento.

Y si el reglamento interno regula sus actividades, ustedes autorregulen su existencia.

Luchemos juntos, ustedes en su encierro, Emi y Pancho en sus actividades para lograr su libertad y nosotros en nuestra trinchera, por transformar esta derrota en una victoria y salir fortalecidos.

Ale, en efecto, los años no importan, pues no son más que una medida convencional que el hombre creó para medir el tiempo, lo importante es que a pesar de las adversas circunstancias en las que se encuentran en la prisión, no dejen de cultivar su espíritu y su intelecto, lo importante es continuar luchando por justicia y por la libertad, no sólo para ustedes sino para todos los injustamente presos.

Que no te preocupe nuestra edad ya que el corazón no envejece (el cuero es el que se arruga), y como consecuencia jamás deja de amar, de aprender, de tener confianza y de luchar por continuar superándonos y como nosotros decimos construyendo la posibilidad de la existencia de una sociedad más justa para todos.

Y claro que no estamos solos, ni nos sentimos solos, pues fíjate que me ha sucedido lo mismo que a un árbol que ha sido podado, que al poco tiempo nuevas ramas tiernas pero fuertes nacen y forman un nuevo follaje que lo arropa, quiero decirles con esto, que comparten mi cariño con muchos jóvenes más, que como ustedes se afanan por estudiar y ser solidarios con quienes más lo necesitan.

Y tienes razón, entiendo tu exigencia aunque la tarea es ardua, pues cada día el individualismo, la defensa de la propiedad privada de los medios de producción y la lucha contra el “terrorismo” es más exacerbada, pero al mismo tiempo se ha reactivado la solidaridad, la comunalidad y la autodefensa de los pueblos y en eso estamos.

Por cierto, ¿cuántos toritos de economía tienes para papá y para mí?

Toño, qué bien que escribes al mundo, no dejes de hacerlo, qué importa si tus cartas son catárticas, tarde o temprano el mundo te contestará, lo importante es conversar con él. Sé que cinco días de segregación dentro de la misma prisión, como castigo por prestarle el periódico La Jornada a tu hermano Ale, no arredrará tu espíritu y que de ser necesario por solidarizarte con tus hermanos, saldrás avante ante cualquier otro castigo que te fuera nuevamente y doblemente injusto impuesto, ya que no les basta con mantenerte en prisión.

Her, me gustan tus ensayos, no esperaba menos de ti, te aseguro que no dejaré de leer lo que escribas, confío en que nos sobrará el tiempo para hablar sobre ellos, también me enteré de tu nombramiento como integrante del Comité Académico del Colegio de Filosofía en la UNAM y sé que aún desde la prisión, no dejarás de contribuir para que la lucha que tratan de impulsar los estudiantes rompa con el esquema neoliberal de la educación que de facto se ha venido imponiendo en la UNAM.

Francisco, gracias por tu tiempo, tu dedicación y tu entereza por lograr la libertad de tus hermanos; Emi, gracias por tu colaboración ya que sin ésta, Francisco no podría hacer lo que está haciendo. No esperaba menos de ustedes, y aunque reunir 80 000 pesos para que la abogada meta los amparos para sus hermanos es tarea difícil, tengo la confianza de que con su trabajo y la ayuda de la solidaridad del pueblo que hasta ahora han tenido, lo lograrán.

Mis hijos, tan lejos de donde estoy pero tan cerca de mi corazón, los quiero mucho ya saben, del tamaño del cielo, no me despido, les seguiremos escribiendo aunque sea de vez en cuando.

Y por favor no olviden que una de las cualidades y capacidad que el hombre tiene es la de poder transformar lo que le rodea, aunque le cueste trabajo, falta que empiece con proponérselo.

Los quiere, mamá.

 Emilia Contreras Rodríguez

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